Parásitos intestinales

Si tu hijo se retuerce en la silla, está agitado, se rasca, se despierta por la noche y se queja de dolor de tripa, puede que tenga parásitos intestinales.

Casi todos los niños tienen parásitos intestinales alguna vez. En la mayor parte de los casos, estos huéspedes se soportan bien pero, a veces, provocan pequeños trastornos, sobre todo digestivos.

Los oxiuros

Son los más conocidos. Estos parásitos son los responsables de tremendos picores nocturnos en la región anal. Son blancos, redondos y de un centímetro de longitud. Son visibles en las heces matinales, porque ponen los huevos por la noche. El diagnóstico se establece en el laboratorio, aplicando un trozo de cinta adhesiva alrededor del ano. Los huevos presentes se pegan a la cinta y luego son examinados al microscopio.

Contagio. Se contagia fácilmente de un niño a otro en la guardería, en el colegio o en el parque y siempre a través de las manos sucias. El niño también puede reinfestarse solo. Al rascarse, recoge los huevos bajo las uñas y los vuelve a poner en circulación en el tubo digestivo al llevarse los dedos a la boca.

Advertencia. Como los oxiuros son muy contagiosos, es importante tratar a toda la familia.

Tratamiento. Se combate con un vermífugo adaptado. Por precaución, la prueba en el laboratorio se repite entre quince días y tres semanas después.

La solitaria o tenia

Cuando un niño pequeño tiene problemas de apetito, puede ser debido a la solitaria. Y es que la Taenia saginata, como se denomina en latín, que se aloja en los intestinos. Puede tanto reducir como aumentar el apetito, provocar dolores abdominales o, menos frecuentemente, diarreas.

Contagio. En España, solo se contagia a través de la carne de vacuno o de cerdo poco hecha.

Advertencia. A menudo, el parásito se descubre antes de que aparezcan los trastornos digestivos. Se reconoce fácilmente: es un gusano plano y blanco, hecho de anillos que se eliminan regularmente y aparecen en las heces, la ropa y las sábanas.

Tratamiento. Existen muchos vermicidas eficaces. Basta con tomar un solo comprimido para eliminarla.

Los toxocara

Puede que su nombre científico no te diga nada. Son invisibles a simple vista, a menudo están presentes en los cajones de arena y en los huertos contaminados por los excrementos de perros jóvenes y gatos parasitados. En caso de infestación, el niño tiene fiebre, tose y se queja de dolor de vientre, síntomas comunes a muchas otras enfermedades. Lo que puede ponerte sobre la pista es un estado de cansancio prolongado.

Contagio. El niño corre el riesgo de ingerir huevos de este parásito cuando se lleva arena o tierra contaminada a la boca. Luego los huevos eclosionan en su tubo digestivo y salen larvas que migran y colonizan algunos órganos, generalmente sin gravedad. Para confirmar la presencia de este parásito se realiza un análisis de sangre específico basado en la búsqueda de anticuerpos. Se llama serología de larva migrans.

Advertencia. Este parásito no pone huevos, por lo que no aparecerán nunca en las heces del niño.

Tratamiento. Con un medicamento antiparasitario. la toxocariasis se puede curar espontáneamente en varios meses, cuando los glóbulos blancos del organismo destruyen las larvas.

Los giardia

Son menos conocidos. Viven en la mucosa intestinal. Se ingieren por descuido y provocan dolores abdominales o diarrea.

Contagio. A través de las manos sucias o de alimentos mal lavados.

Advertencia. Son muy contagiosos. Los puericultores y maestros los saben muy bien.

Tratamiento. Un antiparasitario durante una semana.

Maryse Damiens con Francis Derouin, jefe del servicio de parasitología-micología del hospital de Saint-Louis de París.