¿Cómo curar un catarro a mi hijo?
Consejos para que el catarro no derive en otra enfermdad más grave
Es preferible controlar ese moqueo que parece una tontería para que no derive en una otitis o en una bronquitis. La pediatra Béatrice Di Mascio nos explica cómo hacerlo.
Limpiar bien la nariz del niño
Si las secreciones que le obstruyen la nariz no se evacuan de forma regular, se corre el riesgo de que se extiendan a otras zonas (por ejemplo, las trompas de Eustaquio o conductos que conectan la parte trasera de la nariz con los oídos) y de que arrastren con ellas el virus causante del catarro, provocando una otitis. Para evitarlo, hay que limpiar la nariz del niño acatarrado dos o tres veces al día con suero fisiológico. Pero no hay que hacerlo cuando está tumbado porque, en esta posición, podríamos empujar las secreciones hacia las trompas de Eustaquio, que es lo que queremos evitar. Hay que sentar al niño bien derecho, taparle una ventana de la nariz, aplicarle en la otra suero fisiológico en espray y pedirle que sople fuerte, como un elefante por la trompa. Repetir esta misma operación con la otra ventana.
Levantar un poco la cabecera
Al dormir con la cabeza ligeramente más alta, se facilita el tránsito de las secreciones hacia el exterior y no hacia el interior, la garganta y los oídos.
Hay que evitar ponerle una almohada directamente bajo la cabeza: es mejor meterla bajo el colchón o calzar las patas de su cama por el lado de la cabecera.
Controlar la temperatura
La temperatura de su cuarto no debe sobrepasar los 20?°C: una atmósfera demasiado caldeada reseca las mucosas de las vías respiratorias, y las suyas ya están bastante inflamadas a causa del virus que le ha provocado el catarro. Una temperatura elevada favorece el desarrollo de bacterias que agravarían el proceso. Es muy beneficioso humidificar el ambiente con un humidificador o mediante el sencillo truco casero de poner a secar ropa en su cuarto.
Airear muy bien
Imprescindible abrir las ventanas, mañana y tarde, durante un cuarto de hora como mínimo. De este modo, se elimina la contaminación interior, tan nociva como la exterior: tóxicos emanados por los materiales de muebles y otros enseres, polvo, ácaros y pelo de animales, elementos muy irritantes para las vías respiratorias. También se limpia el aire de virus y se reduce el riesgo de contagio al resto de la familia.
La medicina alternativa
Siempre consultando previamente al pediatra, se puede probar con una pequeña cura de oligoelementos (cobre, manganeso...) que pueden ayudar a terminar con el catarro y a prevenir una sobreinfección. También, repito, siempre con asesoramiento médico, se puede probar con aceites esenciales, pero usándolos con mucha prudencia, ya que algunos pueden resultar muy nocivos. El de tomillo, dispensado con un difusor, es un buen antiséptico para el cuarto del niño, usado cuando el pequeño esté fuera del cuarto y una hora antes de acostarlo.
Acudir al médico
Si el catarro dura más de una semana, si las secreciones se vuelven verdes y espesas, si el niño tiene fiebre y acusa sus efectos (está abatido, inapetente, no juega...) o si aparece una tos molesta y persistente, debemos pensar que ha surgido una complicación y es el momento de acudir al médico.
Isabelle Gravillon
© Bayard Presse-Popi
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