Distintos tipos de amistad en niños de 2 años
Alrededor de los 2 años, los pequeños a menudo nos sorprenden por su modo de vivir la amistad. Si se conoce la trastienda de estas relaciones, es más fácil adoptar una actitud adecuada como padres. Estos son tres ejemplos de tipos de amistad en niños de 2 años junto con los consejos de la psicóloga infantil Christine Brunet en torno a las relaciones en la infancia.
Índice
1. La amistad enérgica y agresiva en los primeros años del bebé2. El descubrimiento de la amistad a los 2 años
3. La amistad entre dos niños de 2 años... ¡inseparables!
La amistad enérgica y agresiva en los primeros años del bebé
«Mi hija tiene una forma muy expresiva de demostrar a otro niño que le quiere: le abraza muy fuerte y le da besos. A veces, el arrebato amistoso acaba en pelea, porque el otro niño recibe como una agresión esta muestra de cariño...», dice María, mamá de Lola, de 20 meses.
Efectivamente, a estas edades, un niño todavía no controla bien su motricidady sus gestos suelen resultar bruscos y desproporcionados en intensidad. Además, no es capaz de ponerse en el lugar del otro e imaginar que, en ese momento, tal vez no tenga ganas de recibir una muestra de afecto, explica la psicóloga Christine Brunet.
¿Qué hacer? En las amistades infantiles, los padres tienen un papel de mediadores especialmente útil para suavizar los primeros acercamientos. De modo que puedes actuar como portavoz de tu hijo o tu hija delante de los demás niños: «Me parece que a Lola le gustaría darte un beso, ¿quieres que te lo dé? ». Y si a tu hija le sorprende la negativa del otro niño, puedes explicársela también: « Aunque tu amiguito quiere jugar contigo, no tiene ganas de que le des un beso. Y tiene derecho a decir que no quiere un beso ahora». Poco a poco, tu hijo irá aprendiendo a canalizar su energía sin perder por ello el interés por los demás.
El descubrimiento de la amistad a los 2 años
«Mi hijo tiene un carácter más bien tranquilo. Pero, curiosamente, en el cole y en el parque, se junta siempre con los niños más revoltosos. A mi marido y a mí nos extraña que no prefiera estar con amiguitos más parecidos a él », cuenta Cristina, mamá de Luis, de 2 años.
Christine Brunet señala que lo que le atrae es, precisamente, la diferencia: un niño tranquilo que se junta con uno más inquieto ?o al contrario? descubre comportamientos que no le resultan familiares, lo que es curioso y divertido. Por eso intenta imitar a ese niño tan distinto y adoptar una faceta que él no tiene. Una buena manera de forjarse una personalidadrica y variada.
¿Qué hacer? «Tenemos mucho cuidado de no hablar nunca mal de los amiguitos de Luis, aunque en realidad no nos gusten. Sería como menospreciar a nuestro hijo», dice Cristina. Una actitud 100% justa, propia de padres atentos y comprensivos. Con una clara excepción: cuando el «revoltoso» se revela como un «pequeño dictador » que quiere dominar al resto. En este caso, es importante explicar de forma sencilla lo que no está bien: «Entre amigos, nadie es el jefe de los demás». O, por ejemplo: «Si tu amigo quiere obligarte a jugar y tú no tienes ganas, puedes decirle que no juegas».
La amistad entre dos niños de 2 años... ¡inseparables!
«En cuanto dejo a mi hijo en el cole por la mañana, sale corriendo a reunirse con su grupito y casi ni me dice adiós. Son tres amigos inseparables. Me parece que se apoyan mucho entre ellos», dice Lucas, papá de Martín, de 2 años y medio.
Y Christine Brunet lo confirma: cuando un niño pequeño forma parte de forma habitual de un colectivo, establecer lazos especiales con otros niños le ayuda a sobrellevar mejor la separación de sus padres. Esta relación de apego fuera de la esfera familiar es el comienzo de su proceso de autonomía: sencillamente, sus primeros amigos le ayudan a crecer como persona.
¿Qué hacer? No hay que dudar en incorporar a sus amigos a la vida cotidiana y hablar de ellos: «Vamos a acabar de vestirnos enseguida y dentro de un ratito vas a ver en el cole a Raquel y a Emilio». Estas amistades también son referentes tranquilizadores para el niño, y hablar de ellas suaviza, en cierta medida, la separación.