¿Por qué muerden los niños pequeños?

A vuestro hijo le ha mordido otro niño en el colegio… ¿o tal vez ha sido él quien ha dejado la marca de sus dientes en uno de sus compañeros? ¿Qué significan esos mordiscos? ¿Hay que preocuparse? ¿Cómo hay que reaccionar? Marie Léonard-Mallaval, psicóloga clínica, nos da algunos consejos.

¿Por qué lo hacen?

La boca es un instrumento de conocimiento, la primera “herramienta” que el bebé puede utilizar. Le permite explorar el mundo, paladeando, comiendo y… mordiendo lo que tiene a su alcance. De modo que, al principio, no hay que considerar el hecho de morder como una acción impregnada de agresividad, sino como un medio de conocer y entrar en contacto con su entorno, tanto si se trata de un alimento, como si son objetos o personas. Por ejemplo, si un niño pequeño se dirige hacia un objeto y otro niño se interpone en su camino, es perfectamente posible que le muerda o le empuje… Haciéndolo, provoca una interacción que le permite tomar conciencia de su existencia y de la del otro. No está actuando con intención de perjudicar al otro o hacerle daño. Es solo un medio natural de descubrir para poder construirse a sí mismo y crecer.

¿A qué edad suele darse este comportamiento?

El bebé utiliza la boca de forma instintiva, desde que nace. Luego le salen los primeros dientes. La tendencia a morder aparece, por lo general, entre que aprende a andar y que adquiere el lenguaje. En la guardería, eso corresponde a los niños de edad “intermedia”. Ya no son bebés, porque, al caminar, adquieren el dominio de su cuerpo y de su motricidad. Pero aún no son suficientemente “mayores” para utilizar el lenguaje para expresar lo que quieren y lo que no. De ahí que, a veces, se genere una cierta frustración o una angustia que el niño puede expresar mordiendo, como reacción a una prohibición, una incomprensión, una agresión… Tampoco hay que olvidar que, a esta edad, el niño se construye a sí mismo, en gran medida, por identificación y por imitación. Por ello es totalmente absurdo morder a un niño para enseñarle que eso no se hace, porque imitará al adulto. Otro ejemplo: si su hermano o su hermana mayor tienen un comportamiento agresivo, es posible que el pequeño tienda a reproducir esas actitudes por imitación. Pero, por lo general, los niños dejan de morder cuando aparece el lenguaje. Entrevista de Delphine Soury a Marie Léonard-Mallaval

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