¿Por qué hay que dejar que los niños se aburran?

Puff... ¡Me aburro!” ¿Cuántas veces pueden repetir los niños esta cantinela? Los padres se debaten entre la reacción instintiva de entretenerlos con alguna tarea y la culpabilidad de dejar que se las arreglen ellos solitos... La psicóloga y psicoterapeuta Etty Buzyn nos explica en esta entrevista que la inactividad es, de hecho tan valiosa como la actividad.

¿Qué significa aburrirse para un niño?

Es difícil generalizar. Depende de la implicación de los padres, de su presencia y de la autonomía que otorguen a sus hijos. El aburrimiento para uno no es lo mismo que para otro... Y además, también depende del momento. Sin embargo, sí que es cierto que, a partir de los 4 ó 5 años, los pequeños dicen a menudo “me aburro” y lo repiten constantemente. A esta edad, su “me-aburro” es una llamada de atención, que puede querer decir “¡hazme caso!” o “¡juega conmigo, que no quiero jugar solo!”. Pero, con esta frase, el niño también puede expresar un sentimiento de vacío, de angustia o, por el contrario, una clara reafirmación: “¡existo!”. En este caso, “me aburro” significa más bien: “Necesito alimentarme, ayúdame”. Otras veces puede querer decir simplemente: “No puedo más, estoy cansado”. Lo importante es conocer bien al niño y comprender, en cada ocasión, el sentido de su aburrimiento.

Paradójicamente, hoy en día los niños tienen pocas ocasiones de aburrirse...

¡Algunos niños se aburren desde que se levantan de la cama! Los padres, con la intención de estimular sus capacidades, les proponen permanentemente cosas que hacer. Yo creo que su aburrimiento proviene de ahí, del instante en que no están ocupados. En el momento en que no se las ofrece ninguna creatividad, al no estar guiados, no saben movilizar sus recursos personales. Además, los niños son testigos de la bulimia de actividades de sus propios padres: terminó la época en que la familia se reunía alrededor de la chimenea a charlar sin hacer nada. La televisión y los dibujos animados también son una forma de saturación, un bombardeo, una sobrecarga. Me sorprende oír decir a los padres: “Ya tiene 3 años, voy a buscarle una actividad deportiva”. Yo les propondría sencillamente, ir a jugar al parque, ¡no hay nada mejor! Además, basta con llevar a un niño al campo, a un bosque, a una granja... para que, de repente, encuentre un mundo que crear. Aún así, es necesario dejarle espacio y tiempo para explorar. Pero no hay que perder de vista una necesidad elemental de todos los niños: tener tiempo para sí, para inventar y también para ABRURRIRSE. Etty Buzyn es psicóloga y psicoterapeuta en París. Es autora de ¡Papá, mamá dejadme tiempo para mí! Editorial De Vecchi. Colección Cuestiones de padres.

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