San Bernardo: las apariencias engañan

San Bernardo: las apariencias engañan

A pesar de su imponente tamaño y fortaleza, el San Bernardo es una de las razas más recomendadas por su infinita paciencia para la convivencia con niños.

Por si la película Beethoven no nos lo había dejado bastante claro, la bondad, paciencia y el tacto con los peques que tienen estos gigantes de la montaña es infinita. Los orígenes del San Bernardo los encontramos en el puerto de montaña francés de mismo nombre, en el que un grupo de monjes comenzaron, en el siglo XI, un refugio para viajeros y peregrinos. A base de cruces entre perros grandes de montaña dedicados a la guarda y al rescate, dieron con este magnífico animal. Desde entonces, la imagen del San Bernardo llevando un barrilito de licor para socorrer a los viajeros perdidos es universalmente conocida. Como anunciábamos en el título, las apariencias engañan. Estos perros, buenos guardianes y que pueden llegar a alcanzar los 100 kilogramos de peso, son muy agradables y extrovertidos. Sin duda, se encuentran en el top ten de las mejores mascotas para los niños, muy nobles y protectores con su familia humana y su propiedad. Son cariñosos, y algunos dueños aseguran que son eternos cachorros. En su contra juega que pueden ser algo tercos. En ocasiones cuesta entrenarlos, y puede llegar a desesperar, pero con un poco de paciencia y constancia, lograremos nuestros objetivos. ¡Ah!, y luego está lo de las babas…

Cuidados

Sin duda, este gigante no es adecuado para vivir en un apartamento de reducidas dimensiones. Necesitará espacio para estirar su enorme cuerpo y sus patazas. Además, es una raza absolutamente voraz, pudiendo llegar a necesitar consumir varios kilos de alimento al día.

San Bernardo: las apariencias engañan

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