Monstruos, brujas y compañía (de 4 años a 6 años)

¿Qué estará pasando por la cabeza de Elena, que adora los cuentos de ogros y brujas? La violencia de ciertos cuentos no es peligrosa para los niños. Por el contrario, les permite liberar su inconsciente.

Lo bueno y lo malo de los cuentos de miedo

A muchos adultos les preocupa, incluso les indigna, que los niños escuchen cuentos que consideran crueles y nocivos, cuando ellos mismos han disfrutado leyendo Caperucita Roja y otras «crueldades» parecidas durante su infancia. No parece que este tipo de cuentos haya representado un peligro. Éstas no son las historias que generan angustias. Los miedos están ahí, son una realidad para el niño, y no los entiende. Los cuentos hablan de los miedos, los sacan a escena y, en cierto modo, ayudan a superarlos. Los cuentos son liberadores, según afirma Bruno Bettelheim en su reconocido Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Los cuentos transforman en imágenes, en palabras, las presiones y los conflictos inconscientes, difíciles de soportar a causa de la ansiedad que generan. El niño se libera de sus miedos y de sus angustias proyectando sobre los personajes de papel sus propios sentimientos agresivos, sus terrores, sobre todo los que aparecen en las pesadillas: no es el niño-lector sino el ogro el que rompe la puerta del armario a patadas. No es al niño-lector sino al duende al que castigan por sus rabietas... ¡Qué alivio para el niño no estar involucrado directamente en el problema! No hay que tener miedo al «miedo» que el cuento suscita en el niño. ¿Por qué renunciar a la tranquilidad y la felicidad que lo aguarda al final? Además, afrontar los miedos es crecer.

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