Dibujar o el placer de crecer

Dibujar es algo mágico. Entre los 3 y los 6 años, a los niños y las niñas les encanta emborronar o dibujar, ¡y lo necesitan! Es lo que nos explica Philippe Greig, psiquiatra, psicoanalista y autor de L’Enfant et son dessin (El niño y su dibujo).

¿Cuándo y cómo empieza el niño a dibujar?
Para los más pequeños, el dibujo es un impulso, como cuando apilan cubos o saltan en un charco. Al principio, cuando sostienen un lápiz, los niños pintan trazos sin ser conscientes de ello, del mismo modo que dejan la marca de un palo al arrastrarlo tras de sí por un camino. Hacia los 2 años, el ojo empieza a seguir el trazo del lápiz. Un año más tarde, hacia los 3 años, el ojo precede al trazo y dirige el lápiz en lugar de seguirlo. Entonces el niño descubre el placer de la repetición, especialmente cuando dibuja rayas paralelas o un círculo que se cierra. Y un niño que disfruta dibujando es un niño que crece bien.

¿Cómo influye el dibujo en el aprendizaje de la lectura?
El dibujo y la escritura evolucionan totalmente en paralelo. Así, cuando el niño dibuja el famoso muñeco-renacuajo, ya es capaz de escribir sus iniciales. Cuando dibuja un muñeco con cabeza y cuerpo, ya puede escribir su nombre. Y, por último, al final de la Educación Infantil, cuando dibuja un muñeco diferenciado, el niño escribe ya algunas palabras (“mamá”, papá”...) y decora los dibujos con un montón de letras que integra en su esquema gráfico. Pero podemos decir que el propio dibujo funciona como un ideograma, con un nivel de complejidad semejante al de una carta. No es más fácil dibujar un círculo que una “R” o una “Y”. La idea asociada a la representación de un grafo está presente incluso en un simple garabato todavía irreconocible.

¿El niño que dibuja es un artista?
El dibujo infantil que asociamos al arte aparece en torno a los 6 años. Esos dibujos nos provocan un placer estético asociado a nuestra experiencia artística. Pero sería ingenuo comparar un garabato infantil con el cuadro de un maestro. Para entrar en la abstracción de forma artística, antes hay que pasar por la figuración, como lo han hecho todos los artistas abstractos. A veces, el niño puede llegar a un enfoque análogo a los 7 u 8 años al dibujar, por ejemplo, un enorme garabato que representa una tormenta. Aunque todavía no es un artista, el niño posee ya todo su potencial. Y puede que, cuando llegue a la edad adulta, sea capaz de conservar la frescura y el placer asociados a esta actividad y elevarla al rango de arte. Entrevista de Delphine Soury a Philippe Greig, psiquiatra y psicoanalista.

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