Guardería, ¿sí o no?

Dejar al niño en casa al cuidado de un extraño o llevarle a un centro de educación preescolar es una disyuntiva a la que, cada vez con más frecuencia, se enfrentan las familias en las que ambos padres trabajan. La decisión no es fácil, así que conviene tomarla despacio, con precaución y en el momento más oportuno para el desarrollo del niño.

Cuando llega el momento de llevar a un niño a un centro de educación preescolar (de 0 a 3 años en el actual sistema educativo), es importante que tanto los padres como el pequeño estén listos para aceptar la separación. Hay padres que muestran signos de ansiedad porque ven en esta decisión el principio del fin de su intimidad con el niño. Para ellos, es un signo de que el niño crece, de que se hace mayor, autónomo, de que gana independencia, y tienen la sensación de que pierden control sobre él. Temen compartir al niño y les preocupa la opinión que de él tenga el profesor, si le querrán, si le entenderán...

Esos padres temerosos deben saber que una asistencia diurna de buena calidad no quebranta los vínculos emocionales de un niño con sus padres, ya que el pequeño seguirá prefiriendo a sus papás frente a las personas que cuidan de él. Además, si el trabajo de los padres es satisfactorio y no regresan a casa agotados, podrán disponer de tiempo ininterrumpido para jugar y hablar con sus hijos.

Cuidados en casa o en la escuela

Hay padres que dudan entre una escuela o un cuidador en casa. La segunda opción tiene la ventaja de que el niño permanecerá en un ambiente conocido y familiar para él, además de evitar a los padres la adaptación a otros horarios. Por su parte, la escuela ofrece la seguridad de que el pequeño estará atendido por personal cualificado en un ambiente que facilitará su socialización.

Lo importante en ambos casos es asegurarse de que el cuidador no se sienta abrumado, bien porque tenga que compaginar la atención al niño con tareas domésticas bien porque tenga a su cuidado demasiados niños.

Cuándo llega el momento

Otra preocupación común entre los padres es saber cuál es el momento ideal para llevar al niño a la guardería. En la medida de lo posible, hay que evitar llevarlo antes de los tres meses de vida, ya que ese primer periodo es crítico en la organización del vínculo materno.

También se debe evitar el periodo entre los seis meses y los dos años, ya que el sexto mes coincide con la ansiedad de separación del niño: se trata de la etapa en que el pequeño se agita cuando la madre se va y se queda con un extraño. Más adelante aparece el período de extrañamiento, una época, entre los cuatro y los diez meses, que alcanza su mayor intensidad en torno a los 8 meses. Es cuando el niño toma conciencia de sí mismo como alguien diferente, cada persona le recuerda la ausencia de su madre y siente miedo del extraño. Llorará al estar en lugares nuevos o frente a algún desconocido, incluso en brazos de su mamá. Después de esta etapa, que dura alrededor de un mes, será sensible a las experiencias novedosas pero habrá aprendido a manejarlas. Dada la importancia de esta etapa para el desarrollo afectivo posterior, es preferible evitar una separación en esta época. Si no hay más remedio, conviene dedicar al niño más mimos y prepararle antes de dejarle con desconocidos. Está demostrado que los niños menores de tres años protestan más por la separación de sus padres que los que superan esta edad. A partir de los tres años, el niño ya ha adquirido la representación interna estable de su madre como ser diferente de él, lo que le permite tolerar su ausencia.

Pautas para el primer día

Sin embargo, la edad del niño no es el único factor a tener en cuenta. Su adaptación a la escuela o a la guardería también dependerá de si es hijo único o el primogénito o el menor de varios hermanos, de su temperamento, de las experiencias previas de separación y las relaciones con sus propios padres. Por ello, en el momento de llevar a la guardería al niño hay que cuidar de cómo hacerlo:

· Hay que evitar una integración brusca. No se debe pasar de una dedicación exclusiva al hijo a la total incorporación a la vida laboral o a la jornada completa. La integración brusca aumenta la preocupación maternal y puede conducir al niño a rechazar la alimentación y a una pérdida de peso. A veces, las guarderías no permiten una integración progresiva debido a razones de organización interna, pero eso es contraproducente para los niños. Al elegir el centro, conviene tener esta posibilidad en cuenta. Lo más prudente es llevar al niño unos días antes de que la madre se incorpore a su trabajo, de manera que sea ella quien le lleve y recoja los primeros días.

· Procurar que no coincida el comienzo de la etapa escolar con otros cambios, como el destete o el traslado del niño de la habitación de los padres a la suya propia, con el nacimiento de un hermano, con un viaje de los padres?

· Es aconsejable llevar al niño a conocer la escuela infantil antes de dejarle la primera vez. Algunas escuelas tienen esto en cuenta y piden a los padres que los lleven solo un rato los primeros días y que ellos permanezcan con el niño.

· Cuando se deje ya al niño en la escuela, hay que informarle de que sus padres se van, pero sin prolongar la despedida ni volverse para mirarle. Además, los padres deben evitar gestos de preocupación o pena.

· Hay que informar al niño de cuándo se volverá a recogerle y cumplir con la cita puntualmente para que no tenga la sensación de que ha sido abandonado. También es importante que el niño sepa quién le va a ir a buscar.

Regresión tras un buen inicio

Conviene saber también que hay muchos niños que se adaptan bien al principio y luego dan señales de regresión. En algunos casos, pueden aparecer problemas de sueño, alimentación o rabietas que habían sido superadas. Existe una tendencia a recaer en los problemas de desarrollo recientemente superados: es como si reunieran energía para su adaptación. Los padres no tienen que temer nada a menos que estos periodos duren demasiado.

Lo importante es que los primeros días los padres dediquen más mimos y atención al niño para que así pueda desahogarse del estrés a que conduce todo cambio. Si el niño lo pasa mal, los padres deben decirle que le comprenden y que van a hacer todo lo posible por ayudarle. Hay niños que temen que les pase algo a sus padres si ellos se van, o que sus padres se queden jugando con su hermano pequeño y se olviden de ellos. Es importante tranquilizar al niño diciéndole que no van a permitir que le pase nada, que no le olvidarán y que están muy orgullosos de él, de que crezca y luego ayude a su hermano a hacer lo mismo.

Pistas para elegir bien

· La distribución física y el grado de adaptación de los ritmos de actividad, enseñanza y descanso de cada individuo reflejan el enfoque pedagógico de la escuela.

· Es importante evaluar la capacidad de los profesionales para mostrarse afectuosos y pacientes, y la importancia que el centro da a la individualidad de cada niño. En estas etapas son más decisivas las habilidades que tengan los profesionales para relacionarse que su habilidad para enseñar, ya que en este periodo es más importante el desarrollo emocional del niño que el cognitivo. Además, es importante que el cuidador sepa reforzar en el niño una sana imagen de sí mismo, lo que le ayudará a aprender y a sentir que controla su aprendizaje.

· Es más adecuado buscar una escuela donde se deja a los niños experimentar, jugar, sentir y expresarse que una escuela donde los preparen para competir, porque, si un niño se aburre o siente frustración en la guardería o en la escuela infantil, es probable que no tenga ganas de aprender después, cuando alcance la edad apropiada para ello. Hay niños precoces que se agotan más adelante, porque se les ha exigido demasiado y no se ha tenido en cuenta su disposición.

· La escuela ideal es la que tiene personal sensible, ambiente alegre, divertido, limpio, y en la que haya posibilidad de hablar con el cuidador para que nos informe a diario de cómo pasa el niño el día. En definitiva, la escuela ideal es aquella en la que a uno le gustaría quedarse cuando la va a ver.

Mar García Orgaz. Psicóloga clínica.

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