Una boca… para sonreír (5/7)

Hasta los 6 meses, tu bebé sonríe a todas las personas de su entorno, sin distinción: “Lo hace de forma inconsciente, gracias a la secreción de un neuropéptido en su cerebro. Y no lo hace en vano: las palabras que recibe a cambio le permiten construir su futura sonrisa. El pequeño comprende que esa mueca que aún no controla bien provoca satisfacción a su alrededor. Descubre la seducción”, analiza Myriam Szejer.

Al igual que con sus primeros balbuceos, es muy importante responder a sus sonrisas para que se cree una interacción afectiva entre tú y él: “Estos intercambios permitirán impulsar el vínculo afectivo. Si no respondieras, tu hijo podría desarrollar una inseguridad afectiva”, apunta Anne Gatecel. ¿Pero quién podría resistirse a sus sonrisas?

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  • Una boca… para mamar
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  • Una boca… para sonreír
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