Trabajo y descanso en el embarazo

No hay una norma establecida sobre si es bueno trabajar o no durante el embarazo o hasta qué momento de éste mantener la actividad; cada caso debe ser tratado particularmente atendiendo a una serie de factores

Existen pocos estudios epidemiológicos sobre el desarrollo de la actividad laboral de la mujer durante el tiempo que dura el embarazo. Ante este tema es importante tener en cuenta una serie de puntos:

  • Tiempo de empleo.
  • Riesgos o peligros profesionales (enfermedades y accidentes laborales).
  • Edad.
  • Número de embarazos.
  • Acceso a los cuidados de salud.
  • Desarrollo del embarazo. Existen condiciones clínicas que aconsejan interrumpir la actividad laboral, las cuales han de ser valoradas por el ginecólogo responsable del control del embarazo.
  • Distintos autores han señalado que la frecuencia de prematuridad aumenta con el número de horas que trabaja la mujer y que existen ciertas profesiones (personal sanitario, tenderas, limpiadoras, trabajadoras no especializados) en las que existe un mayor riesgo de parto pretérmino. Por el contrario, otros estudios han señalado que no existen diferencias en lo que se refiere al final de la gestación y mujeres que han trabajado activamente durante el tercer trimestre y las que no lo han hecho, aunque sí señalaban diferencias de peso entre unos recién nacidos y otros de hasta 150-400 gramos.

    En definitiva, la decisión sobre si una mujer embarazada puede continuar realizando su actividad laboral o, por el contrario, suspenderla debe individualizarse en cada caso particular en función del tipo de trabajo, la edad de gestación y el estado físico y psíquico de la mujer. Esta valoración debe de iniciarse en la primera visita prenatal y continuar en las revisiones posteriores.

    La fatiga y somnolencia son síntomas frecuentes en la mujer embarazada. Es importante informar a la gestante de que no es debido a un estado de enfermedad, sino al desarrollo normal del embarazo. Durante las consultas prenatales el médico debe insistir en una alimentación adecuada y aconsejar la disminución de la actividad física recomendando el reposo después de las comidas.

    Las dificultades para dormir también son más frecuentes a medida que va aumentado el embarazo. La mayoría de los casos se atribuyen a la ansiedad materna, los movimientos fetales, calambres musculares y aumento en el número de micciones por la noche. Conviene insistir en que la mujer debe conocer los cambios que se están produciendo en su organismo, debe estar tranquila y relajada, y procurar que el ambiente en torno a ella también sea relajado, evitando cualquier factor de estrés. En caso de que fuera necesario podría darse medicación para tratar el insomnio siempre controlada por su ginecólogo habitual.

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