¿Qué es el sufrimiento fetal?

¿Qué es?
Se trata de un incorrecto aporte de oxígeno o nutrientes al bebé. El término “sufrimiento” no debe entenderse con el concepto que los adultos tenemos de él, sino como una mala situación que se da en las condiciones que rodean al feto.

Tipos de sufrimiento fetal

Agudo: Sucede durante el trabajo de parto. Se conoce como agudo porque se produce de manera súbita y supone una urgencia obstétrica, por lo que la expulsión del bebé debe producirse cuanto antes. El riesgo grave para el bebé se elimina al acelerar el parto.

Crónico: La falta de oxígeno y nutrientes se va dando progresivamente provocando que el bebé se adapte a ellas de forma paralela. En este caso lo mejor no será siempre adelantar el parto, pues puede que el bebé no haya alcanzado aún el crecimiento suficiente para ello. Se esperará entonces a que se el feto alcance el desarrollo adecuado, mientras se averigua qué causa el sufrimiento fetal y se prescribe un tratamiento para atenuarlo.

Causas del sufrimiento fetal
Las causas más comunes del sufrimiento fetal son:

Tensión arterial alta: El sufrimiento fetal crónico se asocia con ella, pero no debe considerarse la única causa posible.

Desprendimiento de la placenta: El desprendimiento parcial de la placenta ocasiona un sangrado del útero que significa pérdida de oxígeno y nutrientes para el bebé.

Problemas con el cordón umbilical: Al ser el conector entre la placenta y el bebé, alguna presión sobre este puede ocasionar igualmente disminución de oxígeno y nutrientes.

Anormalidades en el líquido amniótico.

Meconio (cuando el bebé elimina heces en el vientre materno). Un síntoma de la existencia de meconio es la ligera coloración verdosa del líquido amniótico.

¿Cómo evitarlo? En el caso del sufrimiento agudo, se puede dar repentinamente aun en las condiciones de embarazo más favorables, pero si el parto está correctamente monitoreado y se atiende rápidamente no tiene por qué implicar repercusiones negativas para el bebé.

En el caso del sufrimiento crónico se puede evitar que éste se prolongue hasta el final del embarazo, diagnosticándolo cuanto antes y prescribiéndose tratamiento para la gestante. Igualmente, no tiene por qué causar daños permanentes para el bebé.

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