El parto en agua

Si no te han diagnosticado riesgos de ningún tipo para tu embarazo, tal vez quieras plantearte otras formas de dar a luz alternativas al parto en el hospital. El parto en agua es una de ellas.

¿Qué es y en qué consiste?
Se trata de una forma de parto natural, consistente en introducir a la embarazada en una tina o bañera con agua a 37 grados, sola o con un acompañante, favoreciendo así la reducción del dolor de las contracciones y que la embarazada adopte instintivamente la postura más cómoda para ella. La esencia de los partos naturales consiste en dar todo el protagonismo a la parturienta, dejándola decidir sobre el ambiente que crear a su alrededor (sola o acompañada, con música, iluminación normal o baja…) y la postura que adoptar para dar a luz, reduciendo al mínimo los medicamentos que se le administren, decisión ésta que también será respetada por el personal que la asista.

¿Quién puede dar a luz en el agua? En general cualquier embarazada a quien no se le haya diagnosticado un embarazo de riesgo y que vaya a necesitar de forma ineludible asistencia médica y fármacos durante el parto. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) los expertos sanitarios deben otorgar toda la información disponible para que cada embarazada pueda decidir la manera en que quiere dar a luz, lo que significa que tu médico u obstetra te puede informar de si en tu caso no hay motivos médicos para rechazar valorar otras opciones de parto.

¿Quién asiste en los partos en el agua? Pueden estar guiados por un médico o no, aunque siempre deben estar asistidos por personal cualificado, como una matrona. En los partos naturales también se pretende una asistencia mucho más activa por parte del padre del bebé o acompañante que la parturienta elija.

¿Qué beneficios tiene?
En la embarazada el calor del agua reduce la producción de adrenalina, sustancia responsable de la rigidez de la cervix, favoreciendo una dilatación más rápida. Además la ingravidez que proporciona el estar sumergido en agua, y en general la sensación de intimidad y aislamiento de los estímulos sensoriales que produce un baño caliente, propician la secreción de endorfinas (hormonas inhibidoras del dolor) hace que los músculos de la madre se relajen, la respiración se calme y disminuya la intensidad de las contracciones.

En el bebé padece menos el “impacto” que tiene en él el cambio del medio acuoso y cálido del útero materno al primer contacto con el aire, la luz y otros estímulos; en el parto en el agua el cambio de medio y temperatura en que se encuentra son progresivos, forma ésta en que también comenzarán a llegarle los estímulos que se originen a su alrededor.

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