6 maneras de elogiar a nuestros hijos de forma constructiva

Elogiar en exceso a los niños, ¿puede afectar a su autoestima?

Puede ser interesante pararse a pensar y hacer una lista de las cualidades positivas de nuestros hijos. A veces estamos demasiado pendientes de lo que hacen con más dificultad y perdemos de vista las cosas interesantes, bonitas, inteligentes y amables. Una sonrisa o decirles que te gusta cómo han hecho este trabajo son algunos de los mensajes positivos que podemos enviarles, en definitiva, es muy importante darse cuenta de lo positivo y expresarlo. Pero ¡cuidado! No se trata de elogiar por elogiar sin moderación ni motivo. Los elogios más eficaces son los que se refieren a actuaciones concretas, aquellos que ayudan al niño a desarrollar una mayor conciencia de lo que sí está bien y de lo que no está correcto.

Reconocer lo positivo de los niños les ayuda a sentirse bien con ellos mismos y les motiva a aceptar el esfuerzo que supone un aprendizaje, ya que están seguro de sus capacidades, no obstante, el elogio excesivo y sin propósito en ocasiones suele provocar que el móvil de las acciones del niño deje de ser interno para pasar a perseguir la recompensa externa, con lo que la satisfacción de sentirse capaz de hacer algo bien y de haberlo hecho pasaría a un segundo término. De hecho, cuando reciben elogios en exceso empiezan a ser dependientes de la opinión de los demás y actúan correctamente cuando saben que existe una recompensa. Como adultos tenemos la creencia de que el elogio aumenta la autoestima, sin embargo el efecto puede ser contrario y en lugar de desarrollar la confianza y la seguridad en ellos mismos puede desembocar en una dependencia de las alabanzas.

El elogio es una gran herramienta educativa que podemos emplear con nuestros hijos para favorecer su autoestima y confianza. No obstante, debemos hablar de elogios realistas, sinceros, aplicados en los momentos justos y dosificados... Los niños excesivamente elogiados pueden volverse niños vanidosos y con poca capacidad de automotivación... entonces, su principal objetivo no será realizar un trabajo por su propia satisfacción, sino para recibir un elogio después.

Niños demasiado acostumbrados a los elogios

Los niños "demasiado acostumbrados a los elogios" sufren una mínima tolerancia a la frustración, dependen de la aprobación de los demás y no quieren "correr riesgos", su deseo es moverse en terreno seguro, así seguirán recibiendo alabanzas y continuarán forjándose una imagen positiva de sí mismos un tanto ficticia. Como padres, es importante reconocer en nuestros hijos el esfuerzo, el interés y la dedicación a determinados asuntos (actualmente la "cultura del esfuerzo" parece haber caído en el desuso), en lugar de decir: "¡eres un genio tocando el violín! sería interesante decir: "¡qué bien suena!, ¡se nota que has practicado!...

Un estudio con resultados interesantes sobre este tema fue el realizado por Joan Grusec (Universidad de Toronto) con niños de ocho a nueve años a quienes se les consideraba muy generosos y eran continuamente elogiados por ello. Estos niños desarrollaron tolerancia a la alabanza y necesitaban cada vez mayores dosis, se convirtieron en "adictos a los elogios"; cada vez que los niños escuchaban "palabras bonitas de su persona" manifestaban menos conductas de generosidad hacia sus compañeros.

En el caso de la autoestima, en el término medio está la virtud, ya que no se debe pecar ni por exceso ni por defecto. El hecho de elogiar a los niños para aumentar su confianza y autoestima puede parecer positivo a priori, pero el elogio esconde un peligro en el que es muy fácil caer si no somos conscientes de su importancia. Y es que, si elogiamos de forma incorrecta a nuestros hijos, podemos provocar el efecto contrario al que queremos conseguir: una necesidad de aprobación constante de la que va a depender toda su vida, además de convertirle en un niño vanidoso, acostumbrado al elogio fácil, lo que le frustrará en su vida adulta cuando no logre ese elogio al que está tan acostumbrado y que tanto necesita.

Una de las grandes alegrías de la infancia es descubrir algo nuevo y saberse capaz de hacer algo por sí mismo. Los elogios en exceso pueden hacer que el niño pierda el placer y el orgullo de disfrutar de sus propios logros. Resulta imprescindible animarles a tener iniciativas y a hacer cosas por su cuenta comentándoles cuáles son sus fortalezas y debilidades y cómo convertir estas últimas en fortalezas, ellos lo agradecerán en el futuro.

Cómo elogiar a nuestros hijos de manera constructiva

  1. Describir el trabajo que va realizando nuestro hijo y reconocer sus méritos. En lugar de decir: "¡Qué dibujo más bonito! ¡eres un genio!, ¡qué bien has cantado la canción! ¡tu voz es preciosa cuando cantas!... podemos decir: "¡Qué árboles tan grandes has pintado!", "veo que te has dado cuenta de muchos detalles que había en el paisaje", "he notado que te has esforzado mucho en cantar la canción para que saliera muy bien". De esta forma describimos lo que ha hecho y estamos reconociendo su trabajo y en lugar de hacer la alabanza solamente al niño, aprendemos a alabar su trabajo, por ejemplo: "¡Cuánto te has esforzado!" "¿estás orgulloso?"
  2. Decir la verdad con realismo. No es necesario que le digamos que ha hecho un buen trabajo si en realidad no es así. Los niños detectan muy rápido cuando les estás mintiendo.
  3. Concretar nuestro elogio y hacerlo con rapidez. En lugar de decir continuamente: "¡Buen trabajo!", podemos decir frases como: "Veo que lees cada vez mejor y te interesa mucho el libro que estás leyendo". Además, los elogios son más eficaces cuando se producen pronto. No debe pasar demasiado tiempo entre el comportamiento del niño y la nuestra respuesta.
  4. Utilizar palabras para alentarlo y reconocer su evolución. "¡Seguro que puedes hacerlo!", "¡ánimo campeón!", "¡cada vez lo estás haciendo mejor!", "¡tu esfuerzo merece la pena!"
  5. Agradecer lo que hace por nosotros. Cuando nos haga algún regalo, darle las gracias: "¡Muchas gracias! ¡Estamos muy contentos de que hayas hecho esto por nosotros!"
  6. Reconocer que se siente feliz. "¡Qué contento estás!", "¿te sientes orgulloso de tu trabajo?"

Ana Roa, pedagoga y  psicopedagoga
www.roaeducacion.com
roaeducacion.wordpress.com

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