¿Por qué es tan importante que les guste leer?

Los niños aprenden a leer, pero eso no basta para convertirlos en lectores. Para ser lector, por supuesto, hay que saber leer, comprender lo que se lee, pero también es necesario disfrutar leyendo. Suele decirse que, cuando se aprende a montar en bici, ya no se olvida nunca. Lo de la lectura no es tan sencillo. Desde hace mucho tiempo, gracias a algunos estudios específicos, se sabe que podemos 'desaprender a leer' por diferentes causas: porque perdamos el contacto con lo escrito, porque no experimentemos ni la necesidad ni el placer de leer, porque la vida nos lleve por otros derroteros... De manera que aprender no es suficiente.

Solo hay dos cosas que garantizan que no perderemos nuestro 'saber leer': tener en todo momento la necesidad de leer y sentir ganas; tener que leer y querer leer realmente. Que nuestros hijos se aficionen a leer representa para los padres la seguridad de que no quedarán excluidos de la capacitaciñon social que supone la lectura y que abarca tanto el éxito escolar y profesional como la aptitud para moverse con soltura en una sociedad en la que la cultura es (todavía) fundamental.

Pero la lectura no se reduce solo a sus funciones sociales. Tras nuestro deseo imperioso, o nuestra inquietud profunda, está también el sentimiento de que la lectura nos ayuda a vivir mejor.Al igual que el lenguaje, la escritura, la música o el dibujo, la lectura nos sitúa en la historia del mundo: nos ayuda a comprender y a encontrar nuestro lugar. Nos ayuda a averiguar de qu. estamos hechos y de dónde venimos. Cuando leemos, podemos poner palabras a nuestras emociones, encontrar respuestas a nuestras preguntas. A veces, un libro cambia nuestra vida, un poema nos proporciona las palabras que tanto necesitábamos, un autor nos empuja a ir un paso más allá en nuestras reflexiones...

Casi todos, a nuestra manera, hemos podido vivir esta experiencia en la infancia. Convertirnos en padres conlleva también el deseo de transmitir esta riqueza a nuestros hijos.

¿Y a ellos? ¿Les apetece leer?

El deseo de que nuestros hijos 'amen' la lectura no es suficiente. El verbo amar no puede conjugarse en imperativo, y el deseo de uno no puede, de ninguna manera, sustituir el deseo de otro. Los niños llegarán a amar la lectura si quieren, y solo en ese caso.


Por otro lado, es posible vivir sin leer. Pero, si la lectura les recuerda placeres perdidos en la memoria de su primera infancia, si ven que es un placer para los que les rodean, si encuentran libros que despiertan en ellos una sensación nueva, si la imagen de una persona inclinada sobre un libro es una imagen positiva, si el tiempo que pasan leyendo no les parece perdido... entonces, sin duda, se embarcarán en esta extraña y maravillosa aventura que a nosotros ya nos intimidó mucho antes que a ellos.

Leer no es fácil. A nosotros nos corresponde ayudar a nuestros hijos a descubrir que realmente vale la pena y, quizás, incluso a redescubrirlo con ellos...

Marie Lallouet
Texto extraído del libro 'A mi hijo no le gusta leer, ¿qué puedo hacer?'
© Bayard Éditions, 2007.

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