Dale buen uso a la rutina de pareja
Consejos de especialistas sobre la rutina en pareja.
La rutina diaria no hace soñar a nadie. ¿Y si resulta que es necesaria para la armonía de la pareja? Dos especialistas nos ofrecen sus consejos: la psicóloga Corinne Antoine, y el sexólogo y terapeuta de pareja Yvon Dallaire.
Quisiéramos que nuestro tierno cariñito nos diera muchas sorpresas agradables, no llevara a menudo a cenar mano a mano o improvisara salidas de fin de semana. Pero eso no es tan fácil de organizar, sobre todo cuando somos padres y queremos dar a nuestros hijos puntos de referencia estables. En familia, la rutina siempre nos atrapa y poco a poco se instala también en la pareja. ¡Es inevitable! Pero, en realidad, ¿es algo malo? Puede que no. Siempre que se sustente en buenas costumbres amorosas y, sobre todo, no termine por estancarse.
Serenarse juntos
Tras los inicios febriles de nuestra love story y algunos años de vida en común, la relación se vuelve menos trepidante. Es el momento perfecto para respirar y saborear una cierta serenidad afectiva.
Juntos hemos construido una especie de base de retaguardia, un nido de amor que se revitaliza al reunirnos por la tarde después del trabajo, durmiendo bajo el edredón, desayunando juntos por la mañana, durante las vacaciones... ¡Es tan agradable! Todo parece transcurrir como estaba previsto: amamos a una persona y tenemos un nido, un bebé. Ya no necesitamos tanto asegurarnos de los sentimientos del otro. Entonces nos queda suficiente energía para dedicarnos a nuestra profesión o para construir espacios personales en nuestro plannig de working mother.
"Todos necesitamos esa seguridad", recuerda Yvon Dallaire, "y las mujeres de un modo particular". Por ellas mismas, por la salud de la pareja y por el equilibrio de la familia. Y el secreto de la ecuación conyugal es un poco de regularidad. Los días buenos, vemos el lado positivo y las ventajas de una organización sólida. Pero los días malos, hablamos de rutina para referirnos a nuestro aburrimiento. ¿Es simplemente un problema de percepción de una misma realidad? "Podemos conferir un poco de encanto a la escena, porque la seguridad y la serenidad no bastan para mantener la llama a lo largo del tiempo", advierte Corinne Antoine.
Costumbres amorosas selectas
Puestos a vivir al ritmo de una determinada rutina, mejor cuidarla y escoger las modalidades. Agenda en mano, es prudente reservar con antelación algunas veladas cada mes y un fin de semana de vez en cuando. El método es un poco formalista para ser verdaderamente romántico, pero tiene la ventaja de asegurar unos momentos para disfrutar como pareja. ¡Y eso no tiene precio!
Es verdad: nos damos cuenta de que siempre vamos al mismo restaurante o al mismo cine porque no se pueden programar continuamente ocasiones nuevas. ¿Resulta monótono? Puede que al cabo de un tiempo sí, pero antes de llegar a ese punto, hay que reconocer que se siente un placer especial al volver juntos a un lugar o realizar una actividad que nos gusta.
"Nos sentimos bien porque nos da seguridad todo lo que nos recuerda la historia de la pareja y los buenos momentos pasados", reconoce Corinne Antoine. La repetición refuerza la costumbre amorosa que celebra la vida en pareja y renueva así el compromiso recíproco. No salimos a un sitio cualquiera, sino a "nuestro" restaurante, a "nuestro" café o a "nuestro" hotel de fin de semana. ¡Y eso ya no es tan corriente!
Para no dormirse...
De tanto ronronear de satisfacción, acabamos por dormirnos poco a poco. ¿Cómo despertar la relación? Es la gran pregunta que se hacen todas las parejas tras un tiempo de vida en común. Hay que avanzar al ritmo de una vida cotidiana más o menos ordenada para salir ganando, pero aportando una chispa de imprevisión, un poquito de locura. No es fácil encontrar el término medio.
Para empezar, hay que evitar considerar a la pareja solo como base de retaguardia en la que revitalizarse para ser más eficaces en el exterior. A ese ritmo, acabamos por no inventar nada juntos.
La pareja se nutre de todas las riquezas que los dos miembros reciben por su lado de su vida social, cultural y profesional y que luego tienen que redistribuirse. Lo que descubrimos cuando estamos con los colegas o los amigos, lo hablamos luego con el otro para compartirlo. Si no, corremos el riesgo de tomar rápidamente caminos distintos y alejarnos el uno del otro.
También es vital evitar ir a trabajar al límite de nuestras fuerzas físicas o psíquicas y volver a casa como un zombi. En ese caso, hay que intentar compensarlo enseguida pidiendo un día libre al mismo tiempo que el otro para reunirnos de verdad. ¿Para hacer qué? Algo nuevo, ir a una exposición, ver un DVD, echarse una siesta atrevida...
En esos momentos podemos aumentar la creatividad, porque las costumbres también tienen que evolucionar. El secreto puede que esté en no esperar a cansarse y a que el otro tome la iniciativa del cambio. "Los hombres no deben dejarse llevar (y no organizar nada). Y las mujeres deben tragarse su complejo de princesa que las lleva a esperar pasivamente a que las deslumbren", aconseja Yvon Dallaire.
Y, de vez en cuando, hay que reservar una novedad para hacer juntos. Pero, atención, ¡por turnos! Y si nos gusta lo que hemos descubierto, podemos apuntarlo en la lista de las nuevas costumbres amorosas. Las parejas felices tienen una bonita historia, eso es indudable.
Sexo: nos conocemos de memoria y eso está bien
Igual de fuerte, pero de otra manera. Los encuentros en la alcoba puede que ya no sean tan febriles como "la primera vez" en términos de emoción. Pero eso no significa que carezcan de intensidad. ¡Todo lo contrario! Nos abandonamos con menos reseras y a menudo experimentamos más placer que al principio del idilio.
¿Siempre es igual y el deseo se apaga? Sin necesidad de transformar el arte y el modo de amarse, hay que atreverse a variar los placeres de vez en cuando, aunque solo sea un poco. A veces basta una caricia nueva o un mimo a una hora intempestiva para cambiarlo todo. Lo esencial es seguir siendo inventivos en el amor para que el deseo siga vivo.
Hay que seguir siendo un misterio el uno para el otro a pesar de todo. No, no nos pertenecemos de una vez por todas y puede que no conozcamos nunca nuestros fantasmas respectivos. ¡Mejor! Que cada cual conserve una parte de sombra y de libertad para alimentar de forma duradera el deseo de descubrirse.
Sophie Viguier-Vinson con la colaboración de Corinne Antoine, psicóloga, e Yvon Dallaire, terapeuta de pareja.
© Enfant Magazine
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