Cómo ayudar a los niños a superar la muerte de su mascota

Una mascota, algo más que un animal de compañía.

Cuando un niño crece con una mascota a su lado lo hace con una gran ventaja con respecto a aquellos que no tienen esa oportunidad. Siempre está acompañado, aprende a respetar a otros seres vivos y a la naturaleza en general, va asumiendo mayores responsabilidades según pasa el tiempo y encuentra un tema de conversación y socialización que le interesa profundamente. Qué mascota y cuándo traerla a casa deben ser aspectos que todos los miembros de la familia deberían tener previamente acordados, pues no todos los animales son igualmente educables, ni requieren los mismos cuidados, ni comparten idénticos vínculos emocionales en el seno familiar. 

¿Qué mascota elegimos?

A la hora de elegir mascota debemos tener en cuenta, además de las ventajas y beneficios, determinadas características del animal.

El perro es un compañero de juegos siempre fiel que colabora en el desarrollo del sentido de  la responsabilidad de los niños. Sin embargo, requiere lugares adecuados para vacaciones, varios paseos diarios, higiene, vacunas y alimento apropiado.

El gato es muy independiente, no necesita muchas atenciones tampoco baños ni paseos y se adapta muy bien a espacios reducidos. No obstante, precisa mucha higiene en los lugares donde hace sus necesidades y seguir un calendario de vacunación y desparasitación.

El pájaro requiere poco tiempo para su alimentación y cuidado, alegra el entorno con sus trinos pero, la jaula debe permanecer bien limpia para evitar olores y enfermedades transmitidas por parásitos. Además la relación con las personas es menos intensa que con perros o gatos.

El pez no exige mucho tiempo para su alimentación y cuidado, precisa poco espacio, embellece el entorno, aporta un toque estético a los lugares en los que se ubica y es relajante. No obstante, los peces no juegan con los niños, requieren cierta inversión económica en pecera y accesorios con cierto coste y necesitan vigilancia cercana de la calidad del agua, temperatura, compuestos especiales...

El hámster es bastante resistente, necesita escasos cuidados y coste para su mantenimiento, es de fácil traslado pero, la relación con las personas menos intensa que con perros o gatos y pueden transmitir algunas enfermedades.

La tortuga es resistente, embellece el entorno y aporta cierto aire exótico. Sin embargo, la relación con las personas menos intensa que con perros o gatos, requiere un espacio específico y puede transmitir ciertas enfermedades.

Una mascota, algo más que un animal de compañía

¿No es fantástico compartir el tiempo con alguien que nos acepta como somos, que no nos juzga y que siempre quiere estar con nosotros a pesar de nuestros defectos? Nos ayudan a socializarnos, nos facilitan el camino para encontrar ese estado de ánimo alegre que ayuda en toda recuperación y son piezas clave para que adultos y sobre todo niños exterioricen sus sentimientos.  Los animales perciben mucho mejor que nosotros los cambios bioquímicos que tienen lugar en los humanos; los olores, las miradas, los tonos de voz, los gestos...tienen para ellos un significado que traza una admirable vía de comunicación con su dueño. Ocurre, por otra parte, que los niños cuentan a sus mascotas cosas que no se atreven a contar a los mayores, sensaciones que por alguna razón no consiguen trasladar de una forma natural a sus padres u otros adultos del entorno; es entonces cuando el animal (o incluso una representación suya, como un peluche) se convierte en casos terapéuticos en una especie de mediador entre el niño y el especialista, ayudando mucho en determinados procesos. Hoy en día los animales de compañía están integrados de tal manera en el núcleo familiar que se hace necesario trazar ciertos límites en beneficio tanto de las personas como del propio animal. Las mascotas ocupan un espacio emocional y físico muy significativo en el seno familiar, pero por cuestiones de educación del animal y también de higiene, conviene que tenga un lugar habitual para dormir, comer o aislarse de manera similar a como lo haría en otro entorno menos "humanizado". Los niños irán asimilando que los animales domésticos no son realmente un juguete, sino un ser vivo sobre el que deben asumir ciertas responsabilidades y con el que también se puede jugar y conectar en diversos niveles. Aprenderán que para que el animal se desarrolle adecuadamente no puede ser tratado como una persona, porque no lo es, lo que implica trabajar sobre los roles de cada uno en un entorno de cariño y cuidado permanente; no es conveniente, por tanto, que duerman en la misma cama ni que los animales se acostumbren a lamer o morder a los niños como si fueran otros cachorros de su propia especie. Al llegar al periodo de los tres o cuatro años ya se puede asignar al niño pequeñas tareas en relación con la mascota, tales como jugar con ella a una determinada hora, siempre bajo la supervisión de un adulto, puesto que el niño aún no controla sus impulsos. A partir de los diez años nos encontramos en el momento ideal para aumentar la responsabilidad con tareas comodarle de comer, llenarle el cuenco del agua o llevarlo a pasear en alguna de sus salidas diarias. A la hora de repartir responsabilidades, un factor clave es el tipo de mascota que hayamos adquirido, puesto que no es lo mismo cuidar un perro que cuidar un pez. 

Pautas para una convivencia feliz con la mascota

Respecto a la higiene, es conveniente lavarse bien las manos después de haber jugado con el animal y alimentarlo siempre en los recipientes destinados para ello. Debemos tener especial cuidado con la arena que utilizan las mascotas para hacer sus necesidades, los niños no deben tocarla ni jugar con ella. En cuanto al tiempo, existen animales que requieren dedicación. Si no tenemos mucho tiempo y decidimos comprar una mascota podemos inclinarnos por las que menos exijan: un pez, un pájaro, un gato... animales de este estilo se adaptan a vivir en casa y no necesitan salir a la calle todos los días. En el presupuesto, es recomendable conocer qué gastos ocasionará el animal: vacunas, higiene de su hábitat, alimentación. Sobre el espacio dentro de casa, algunas mascotas necesitan un espacio más amplio para poder desarrollarse, otras más reducido. Debemos tener en cuenta las necesidades de cada animal y ver cómo acoplarlas a nuestro hogar; en la decisión que tomemos debe pesar el que pueda vivir mejor dentro de nuestros límites. Respecto a nuestras costumbres y forma de vida, a la hora de adquirir una mascota lo ideal es que el animal se integre en nuestro propio esquema de vida, en nuestras costumbres, pero respetando su propia naturaleza. Se hace necesario valorar nuestras aficiones, responsabilidades, rutinas, si nos gusta viajar con frecuencia o somos muy amantes del orden en el hogar. Y en la jerarquía familiar, es preciso que para una feliz convivencia, los primeros contactos entre el niño y el animal estén supervisados por un adulto (cómo cogerlo, evitar aplastarlo y no tirarle del pelo...) En el caso de que la mascota sea un perro, éste tendrá que tener clara su posición en la jerarquía familiar, siempre por debajo del niño. Para ello, saludaremos primero al niño cuando lleguemos a casa y le atenderemos antes, pero por supuesto, sin ignorar a la mascota. 

"Una mascota no es un juguete"

Una mascota es un ser vivo que crece a nuestro lado y merece nuestro aprecio y cuidado. El animal que elijamos será un excelente compañero de juegos, pero no un juguete en sí mismo, aunque los más pequeños tengan una gran tendencia a tratarlos como a un peluche. Nos toca a los que somos un poquito más mayores la responsabilidad de atender las necesidades  de nuestras mascotas y educarlas correctamente, y fomentar en los más pequeños esta actitud.

Una buena convivencia entre los niños y las mascotas aporta grandes beneficios a los más pequeños favoreciendo un crecimiento más relajado y un notable desarrollo de la estabilidad emocional. Es muy importante escoger la mascota adecuada teniendo en cuenta las necesidades de cada familia, los animales de compañía preferidos son los perros y los gatos aunque los peces y las tortugas también están muy solicitados; regalar una mascota es regalar un ser vivo que implica en los niños una actitud de respeto hacia los animales y hacia la naturaleza en el más amplio de los sentidos.

Cómo afrontar la muerte de una mascota

La edad del niño y el nivel de desarrollo evolutivo afectan en cómo entiende la muerte de su mascota. El dolor de un niño se muestra de maneras muy distintas al de un adulto, los niños no siempre lloran ni muestran emoción inmediatamente pero esto no significa que no estén profundamente afectados por la pérdida. Una forma en que ellos pueden expresar su pena es a través del juego. Después de la pérdida de una mascota, pueden fingir, por ejemplo, que un perro de peluche se puso malito y murió. Los padres podemos ayudar a nuestros hijos a través del proceso de duelo participando activamente en este tipo de juegos imaginarios.

Los niños a menudo tienen preguntas acerca de la muerte del animal provocando un diálogo que se produce a raíz de ellas, podemos abrir conversaciones más amplias sobre el amor, la pérdida y lo que sucede después de morir. También es importante tener un ritual de despedida. Los rituales en torno a la muerte son algunas de las formas más significativas que tenemos de reconocer la vida de alguien, pero estas ceremonias no están definidas socialmente para la muerte de mascotas; aquí las familias pueden crear sus propios rituales, como tener un pequeño funeral, dispersar las cenizas de la mascota, plantar un árbol para recordarlo o crear un álbum de fotos...

Ana Roa, pedagoga y psicopedagoga
www.roaeducacion.com
roaeducacion.wordpress.com

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