4 comportamientos para evitar meter prisa a nuestros hijos

La prisa, un mal hábito que no deberíamos transmitir a los niños.

Desde que comenzamos la jornada encontramos prisas: en la calle, mensajes en nuestro móvil, en el ordenador, en la televisión, en el periódico, con nuestros compañeros de trabajo... Es cierto que fuera del hogar podemos vivir con prisa y cierta ansiedad pero nuestra casa debe convertirse en nuestro refugio. Este territorio es el único que nos permite conectar con nosotros mismos y no cabe "estar acelerados" 

El día a día, con las tensiones cotidianas, desemboca en situaciones y momentos no deseados. El estrés y la ansiedad laboral pueden ser desencadenantes de malos ratos en el hogar y vencer el mal humor se convierte en una tarea complicada. 

Llegamos a casa cansados y nuestro hijo no ha hecho los deberes, no quiere merendar y además está enfadado... entonces explotamos y perdemos el control. Es conveniente tener claro qué esperamos de los niños y saber tratar estas situaciones cuando suceden, ya que nos sentimos agotados de un día tenso en el trabajo. 

La prisa, un mal hábito del mundo adulto

Es importante que los niños no adquieran hábitos poco saludables heredados de los adultos. Nuestra labor es aportar los recursos necesarios para que vayan incorporándose e con éxito en un mundo exigente con estrés a todas horas. No deberían existir las prisas?para ir al colegio, para tomar la merienda o ir un rato al parque. Tampoco para volver del parque o para ducharse, cenar, leer un cuento y dormir. Si realmente vamos con prisa sería conveniente revisar las normas, puede que estén poco definidas o no se asuman bien, quizá sobren actividades, fallen las prioridades o la organización no sea la adecuada...

La improvisación, la falta de flexibilidad o actuar por impulso no favorecen la calma. Nuestros?hijos?están capacitados para actuar ante los imprevistos sin necesidad de aprender?"corriendo". Podemos ayudarles a planificar y prever consecuencia, hay que darles tiempo para pensar y responder a su ritmo, quizá más lento que el nuestro.

El estrés en sí mismo no es un concepto negativo dado que lo que importa es tener un nivel óptimo de estrés que nos dinamiza sin hacernos daño, y que está muy relacionado con el umbral de tolerancia que tiene cada individuo; sin embargo, para llegar a un estado de equilibrio muchas madres, y cada vez también más padres, tienen que sufrir un arduo periodo de aprendizaje para poder atender al trabajo, pareja, hijos, amigos... y sin que esto llegue a afectar a la solidez de la familia. Por norma general, los padres implicados en la educación de sus hijos tienen la sensación de que el día no tiene horas suficientes, que siempre se está corriendo para llegar siempre tarde y que en la práctica es muy difícil llegar a conciliar, saludablemente, familia y trabajo. Desde luego , se hace necesario llevar a cabo un análisis lo más objetivo posible de cómo utilizamos nuestro tiempo y de cómo está organizado nuestro hogar para poder eliminar aquellos elementos innecesarios que hacen imposible poder estar presente en todos los lugares en los que somos, de alguna manera, necesarios.

Acercarnos a nuestros hijos sin prisas

Los niños tienen sus propios ritmos para aprender y desarrollar lo aprendido, y una fuerte presión para alterar ese ritmo solamente llevará a que el desarrollo de ciertas habilidades e incluso su aprendizaje se vean mermados considerablemente; los niños estarán más nerviosos y absorberán como esponjas los estados de ánimo y los agobios de sus padres, que en definitiva constituyen para ellos el primer ejemplo a seguir. Si por querer correr más los padres les atan los cordones de los zapatos, les lavan las manos, les dan la comida en la boca... los niños serán cada vez menos autónomos y más dependientes, en contra por tanto de la evolución natural del proceso de aprendizaje. Nuestros?hijos?no pueden llevar el ritmo de un adulto. Se encuentran en etapas de preparación, de formación y aprendizaje.?No debemos olvidar esto para minimizar el efecto negativo de las?prisas?que, si bien es difícil eliminarlas, sí es posible controlarlas para que sean estimulantes y no bloqueadoras.

Algunas sugerencias para evitar meter prisa a los niños:

  • Organizar una reunión familiar para definir un lema alternativo a las palabras "date prisa" y hacer las cosas a su tiempo y con calidad.
  • Levantarse antes.
  • Ordenar el horario escolar y extraescolar con espacios de esparcimiento.
  • Equilibrar la carga de trabajo.
  • Repartir y delegar tareas.

Las palabras "date prisa" utilizadas en todo momento, no permiten a nuestros hijos disfrutar en el día a día... parece que necesitamos que lleguen a una meta sin saber realmente cuál es...

Soluciones para cuando tengamos prisa

Cuando tengamos prisa involucraremos a nuestros hijos en la búsqueda de soluciones: 

  • "Mírame a los ojos y escucha con atención, por favor. Hoy solo hay tiempo de ir al parque, no podremos jugar en casa. ¿O prefieres hacerlo al revés?"
  • "Hoy tenemos poco tiempo. Si quieres que te cuente el cuento es necesario que no tardes mucho al bañarte ¿Lo has entendido?"

Los niños tienen una enorme capacidad para captar el estado anímico de sus padres; por lo tanto es aconsejable para los adultos tener presentes unas pautas de comportamiento que hagan más fácil la relación con sus hijos y contribuyan a la estabilidad emocional dentro de la familia, entre ellas podemos destacar:

  1. La necesidad de que los padres se adapten a los horarios y ritmos propios del niño, planificando las actividades en función de su edad y de su desarrollo madurativo, con hábitos saludables en alimentación, higiene, cuidado... y pautas que se cumplan cada día. 
  2. La conveniencia de gestionar óptimamente el tiempo que pasan juntos, haciendo que sea un tiempo de calidad, de crecimiento, de estar verdaderamente presentes (sin pensar en otros múltiples asuntos que ya ocupan suficiente tiempo, pero en otro momento) y donde el niño perciba que es querido y deseado. 
  3. Es muy recomendable que los padres reconozcan los momentos duros por los que pueden estar pasando los niños e interiorizar que son parte de su propio desarrollo y que la interpretación que realicen de sus vivencias cotidianas depende en gran parte de ellos mismos, pues siempre hay gente que situación similar que sobrelleva sus obligaciones con alegría y dinamismo. 
  4. El hecho de buscar ciertas comodidades (médico y colegio cercanos al domicilio o al menos al trabajo, eliminar ciertas actividades sociales superfluas, utilizar internet para hacer compras...) dejarán más tiempo disponible para estar con los hijos y disfrutar de su proceso de crecimiento físico, intelectual y social.

Ana Roa, pedagoga y  psicopedagoga

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