Significado del 'no' en los niños de 2 y 3 años
Guía rápida para descodificar sus 'no'
Entre los 2 y los 3 años, esta palabra de dos letras se convierte en la favorita de los niños, que la emplean a menudo a lo largo del día. Pero, dependiendo del contexto, no siempre con el mismo significado... Nicole Prieur, psicoterapeuta infantil, nos da algunas claves para entender los distintos sentidos de un «no».
¡No, no quiero bañarme?!
El «no» que un niño esgrime para evitar bañarse, comer o vestirse cuando se lo piden sus padres, le sirve para calcular su poder sobre ellos. ¿Logrará doblegarlos con esta palabra de tan sólo una sílaba?
Eso sí que sería una formidable victoria... Y si no ceden, ¿conseguirá, por lo menos, llevarlos al terreno de la negociación? «Ahora no, espera un poco más» o, tal vez, «Sí, pero me baño con mis juguetes».
¿Cómo reaccionar?
La dificultad radica en encontrar el justo equilibrio en la respuesta que le damos: no demasiado categórica (porque un niño necesita constatar que puede intervenir en el mundo y no resignarse a someterse sistemáticamente), pero, a la vez, tampoco podemos dejarle creer que tiene poder de decisión sobre todo. Por lo tanto, hay que «neutralizar» su «no» con suavidad y, si es posible, con humor. Por ejemplo, haciendo como que bañamos a su muñeco, pero sin por ello perder de vista nuestra autoridad: «En casa, decidimos papá y mamá, y ahora tienes que bañarte tú también».
¡No, no quiero ponerme el jersey rojo!
Sobrentendido, «quiero ponerme el verde». En este caso, el niño intenta reafirmar sus gustos personales y demostrar que son distintos a los de sus padres. Sus «no» en el terreno de la ropa pueden entenderse como: «Escuchadme, soy una persona hecha y derecha».
¿Cómo reaccionar?
Con este «no» se puede tener manga ancha. ¿Qué más da el rojo o el verde? Como mucho, corre el riesgo de que los colores del conjunto resulten algo estridentes... Ya tendrá tiempo de descubrir la armonía de los colores. Y, mientras tanto, habrá dado rienda suelta a sus gustos y habrá avanzado en la construcción de su personalidad.
¡No, no quiero irme a dormir!
«Porque debajo de mi cama hay monstruos malos...» Sobre los 2 años, la imaginación empieza a funcionar a buen ritmo y llega a imponerse y a distorsionar las fronteras de la realidad. Y así surgen los primeros miedos. Además, vemos la tele delante de él, va a casa de sus amiguitos: descubre cosas y va siendo consciente de la complejidad del mundo. Todo esto también puede inquietarle.
¿Cómo reaccionar?
Podemos ofrecerle referentes tranquilizadores y ayudarlo a mantener a distancia los miedos estando con él a la hora de acostarse y estableciendo un ritual que se repita cada noche. También conviene preguntarle qué le ayudaría a tener menos miedo: ¿poner los peluches en la cama?, ¿encender una luz? Cada cual tiene sus estrategias...
¡No, no... y no!
A menudo acompañados de una pataleta, estos «no» en cadena sirven para atraer la atención. El niño sabe que a sus padres no les gustan nada las rabietas, pero necesita saber que le quieren a pesar de sus «no».
¿Cómo reaccionar?
Cuando llega a este punto, es mejor no prestarle demasiada atención y no pasar horas intentando convencerle para que diga «sí» o negociando con él. En cambio, sí que es conveniente concederle tiempo y atención, jugar con él y hacerle mimos cuando renuncia a un «no». Todo ello le dará seguridad de nuestro amor por él y le hará entender que el enfrentamiento no es el mejor camino para conseguir que le hagan caso.
Isabelle Gravillon
© Bayard Presse-Popi
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