Sentirse a salvo sin tener miedo al peligro

Los accidentes infantiles son muy frecuentes. Pero no todo lo que les rodea es peligroso.

Los accidentes infantiles son muy frecuentes. ¡Es que los niños no paran! Se caen, se golpean, cruzan la calle sin mirar, ingieren sustancias peligrosas… Siempre debe haber un adulto velando por su seguridad. Pero no todo lo que les rodea es peligroso.

Evitar accidentes innecesarios

El niño lo explora todo, ya que para él cualquier cosa reviste interés y no es consciente de los peligros. Los accidentes no ocurren por casualidad, son previsibles y por lo tanto evitables. El adulto debe anticiparse y preparar el entorno para que sea un lugar más seguro y no debe perder de vista al niño en ningún momento, ya que la mayoría de los accidentes ocurren cuando no está vigilado o si lo está, no realiza actividades seguras y adecuadas para su edad. Ahora bien, la mejor prevención se logra a través del aprendizaje. Si quiere que aprenda a estar seguro, hay que indicarle exactamente qué hacer en situaciones peligrosas, en lugar de decirle continuamente lo que no debe hacer (“¡estate quieto! ¡no toques!”).

Evitar miedos innecesarios


El adulto muchas veces proyecta sus propios miedos sobre el niño y consigue que éste sienta temor sobre muchas cosas, incluso sin haber tenido ninguna experiencia negativa. Son angustias que se contagian. Se ha de permitir que el niño explore su entorno y animarle a que afronte situaciones nuevas. Si se le impide y se le hace creer continuamente que no será capaz de superar por sí solo las dificultades, el niño no podrá medir sus propias capacidades y se convertirá finalmente en una persona temerosa y con poca seguridad en sí misma. Una de las cosas más paralizantes es el temor al fracaso.

Fortalecer el carácter

Sentir miedo es algo natural e incluso beneficioso en muchos casos, ya que alerta sobre los peligros del entorno. El problema está en la forma de reaccionar ante él. No debemos permitir que el temor paralice hasta el punto que las decisiones y actitudes queden supeditadas a él. La sobrepreocupación y sobreprotección de los padres hacia su hijo no le beneficia. No hay cosa que más desee el niño que contar con el reconocimiento del adulto para creerse valioso y tener una actitud constructiva. Si queremos potenciar el desarrollo de su personalidad hay que fomentar su autonomía e independencia, reforzar sus comportamientos valerosos e inculcarles la certeza de que son protagonistas de sus vidas.

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