Mi hijo se porta mal, ¿cuándo debo preocuparme?
Diferenciar los comportamientos 'normales' de los patológicos en las etapas críticas de su desarrollo.
Los niños atraviesan varias etapas críticas durante su desarrollo. Son periodos en los que sufren regresiones aparentes y, una vez superados, el avance evolutivo es muy grande. No obstante, se muestran gruñones, llorosos, con mucho apego a la mamá en numerosas ocasiones buscando seguridad y consuelo.
La pregunta que nos haces ¿cómo podemos saber si es normal que nuestros hijos se estén portando mal o debemos preocuparnos? Cuando hablamos de "normal" y/o de "patológico" nos encontramos con formas de actuar distintas y separadas por una débil frontera especialmente en esas etapas críticas. En este artículo veremos desde la pedagogía terapéutica lo que realmente ocurre en el aspecto mental, emocional o en el modo de comportarse de los niños, hablaremos, por tanto, de los cambios que se van produciendo al conformar su personalidad.
Índice
1. ¿Conductas normales o patológicas?2. Comportamientos típicos y señales de alerta en la primera infancia.
3. ¿Puede contribuir la estimulación temprana a mejorar el desarrollo emocional?
4. ¿Cómo estimular a los niños?
5. Un consejo:
¿Conductas normales o patológicas?
Los niños, a medida que van progresando en su desarrollo, van cumpliendo etapas y realizando progresos que están dentro de su evolución madurativa. Al principio el niño repta o gatea, luego camina... son hitos progresivos de maduración, lo mismo podemos decir con los avances en lenguaje, desarrollo cognitivo y socialización. Por tanto, vamos deduciendo que la diferencia entre lo normal y lo patológico es cualitativa. Si centramos un comportamiento normalizado en una etapa determinada (por ejemplo, en el primer año de vida) después, en otro nivel evolutivo superior, ese mismo comportamiento podría ser patológico (por ejemplo, cuando el niño ha cumplido tres años). De repente escuchamos: "Mi hijo ahora ha vuelto a gatear constantemente y... ¡ya tiene tres años y medio!" Aquí hablamos de "situaciones regresivas", de retroceso, de retraso, tanto en la parte psicológica como en la motriz. Otro ejemplo, si mi hija ha aprendido a hablar y a pedir las cosas... ¿cómo es que ahora se "no dice ni una palabra" y señala todo con el dedo?
Los comportamientos normales y los patológicos son un modo de actuar del niño producto de funciones alteradas como consecuencia de propias contradicciones o de comportamientos aislados.
Para identificar señales de alerta en el propio niño, y saber cuándo necesita nuestra ayuda, tendremos que estar atentos sobre cómo manifiesta su dolory la posibilidad de encontrarse enfermo, "algo le pasa". A los niños más pequeños les costará más poder verbalizar sus sensaciones, sentimientos, pues se encuentran en pleno aprendizaje del habla por lo que estaremos atentos a sus expresiones emocionales..., pero ya en niños mayores de diez años esta comunicación será completa y autónoma. Una conducta normal o patológica se definirá respecto a varios criterios: Aspecto evolutivo (edad cronológica y mental), situación actual del niño (respuesta positiva o negativa hacia sí mismo y con su entorno) y las motivaciones relacionadas con esta desorganización, es decir, la elección del síntoma bien sea tartamudez, insomnio... Para cada niño su síntoma es personal y diferente del resto.
Comportamientos típicos y señales de alerta en la primera infancia.
Niños 1-2 años: inconsciencia del peligro, tozudez, escaso apetito.
Comportamientos típicos de la edad:
En esta etapa el pequeño empieza a andar y poco a poco se va convirtiendo en un gran explorador. Se vuelve muy curioso, todo le interesa y desconoce los riesgos, se muestra inconsciente ante los peligros.
A partir del año y medio aproximadamente, comienza a entender el significado del "NO". Hasta esa edad cuando ponemos límites por su seguridad, puede responder dando patadas, gritando, llorando sin parar, tirando cosas... esta una de las primeras crisis evolutivas.
Por otra parte, necesita comer menos y utiliza en ocasiones la comida para rebelarse.
Señales de alerta:
Cuando no mejora la motricidad gruesa y permanece quieto en una posición estática sin interés por explorar o conocer el entorno, o bien no expresa sus emociones más primarias es importante que observemos su evolución y consultemos a un especialista.
Niños 2-3 años:Curiosidad, edad de los porqués, miedos, descubrimiento del "NO"
Comportamientos típicos de la edad:
Pasados los 2 años el niño conoce su nombre y los de las personas de alrededor y sigue con mucha curiosidad, se va reconociendo más autónomo. En esta etapa aparecen miedos evolutivos: Miedo a la oscuridad, a los monstruos... Todavía no distingue entre realidad y fantasía.
Aparecen las famosas "rabietas" y el negativismo ante las normas más sencillas de cumplir.
Señales de alerta:
Los miedos pueden bloquear al niño. No conviene razonar con él, los miedos que padece son irracionales y es mejor ayudarle a afrontarlos transmitiéndole seguridad con nuestra actitud. Leer un libro sobre sus temores o bien pedirle que los dibuje es una buena idea. Si llega a sentirse demasiado atemorizado podemos consultar a un especialista.
Niños de 3-5 años: Regresiones, peleas con otros niños
Comportamientos típicos de la edad:
El niño ya ha alcanzado un importante grado de autonomía, no obstante, ante cualquier adversidad o contratiempo puede volver hacia atrás.
En esta etapa el niño comparte juegos y atención con sus hermanos o con sus compañeros, pero le resulta difícil a acuerdos y saber ceder o bien imponerse en las relaciones sociales.
Señales de alerta:
El hecho de retroceder en conductas que ya tenía superadas, como hacerse pipí por las noches, empezar a chuparse el dedo o tener rabietas puede desestabilizar su evolución. Si persisten es necesario consultar a un especialista para profundizar en las causas que las provocan.
La socialización empieza a desarrollarse, si se muestra muy tímido o se angustia, podemos ayudarle a canalizar sus emociones en situaciones determinadas por medio de habilidades sociales.
¿Puede contribuir la estimulación temprana a mejorar el desarrollo emocional?
La estimulación temprana comprende una serie de intervenciones dirigidas a niños de 0-6 años teniendo en cuenta la familia y el entorno en los que están inmersos. Supone un conjunto sistematizado de acciones secuenciadas y técnicas enfocadas al desarrollo de las capacidades de los niños, en los campos físico, cognitivo, yemocional, sin olvidar el avance en los procesos de socialización.
Se trabaja día a día en un programa previamente establecido y secuenciado que da respuesta a las necesidades que presentan los niños con ciertas carencias. La estimulación puede ser preventiva pero también sencillamente realizarse para desarrollar las capacidades en sus primeros años de vida (aprendizaje precoz). Cuando el entorno de los pequeños es estimulante y enriquecedor, las potencialidades genéticas se desarrollan al máximo ofreciendo experiencias muy variadas y su evolución resulta óptima; el aprendizaje precoz extrae el máximo provecho de las capacidades potenciales y manifiestas de cada niño.
Estimulación y juego, un buen equipo. Ya desde el principio el juego se configura como un elemento fundamental para el desarrollo de los sentidos y como mecanismo de comunicación con el entorno más cercano. Así, la correcta estimulación de los cinco sentidos que el bebé recibe a través del contacto con los padres contribuye a asentar rasgos significativos que se desarrollarán en el futuro, siendo fundamental ese contacto físico en un contexto donde abunden las caricias, las canciones suaves, las caritas sonrientes... que poco a poco posibilitarán la estimulación del lenguaje y de la motricidad del niño.
¿Cómo estimular a los niños?
Los padres manifiestan una tendencia natural para estimular a sus hijos comunicándose con ellos de todas las maneras posibles, con cambios de voz, cercanía visual, juegos repetitivos y contacto físico. A partir de los seis meses, el bebé va conociendo su entorno a través de la información que le van proporcionando sus propios sentidos, se va dando cuenta de que las cosas y también él mismo se mueven.
Los bebés "se llevan todo a la boca" para reconocer e identificar los distintos objetos, utilizando así el sentido del tacto, comenzando en primer lugar por sus manitas. Jugar a las palmitas y acercar las manitas a su cara para acariciarse le ayudarán a tomar conciencia de alguna manera de su propio cuerpo; también es muy aconsejable acercarle distintos objetos con texturas y formas diferentes para que los toque y agarre de diversas maneras.
Después de los seis meses, el niño estará cada vez más en condiciones para acercarse él mismo a los objetos; desde una postura de boca abajo moverá alternativamente sus piernas y brazos en busca de aquello que le llama la atención, y poco a poco habrá que ayudarle a ponerse en posición de gateo para fortalecer sus músculos y preparar la fase posterior en la que comenzará a andar; así el niño se verá estimulado con objetos de distintos colores y formas para moverse en un ambiente acondicionado para evitar accidentes, sobre todo cuando empiece a darse la vuelta sin ayuda.
Además del sentido del tacto, durante los primeros doce meses cobran mucha importancia los sentidos del oído y de la vista, cuya estimulación es fácil de realizar a través de juegos como el divertido "cucú trás" o instrumentos musicales y juguetes sonoros. El espejo hace que disfrute mucho mirándose e imitando nuestros gestos y tonos, contribuyendo de forma muy importante a su demanda de atención y a su desarrollo social. En este sentido, es posible que a partir de los seis meses el bebé se asuste de personas menos conocidas y cercanas, por lo que de forma secuenciada conviene que tome contacto con terceros y sobre todo con otros niños un poco más mayores para que les observe y se familiarice con sus comportamientos y actuaciones.
En cuanto al lenguaje, lo más recomendable es que los padres tengan una constante comunicación verbal con sus hijos, empezando por las palabras más sencillas y habituales, aquellas que se refieran a los objetos que esté mirando, continuando con canciones infantiles cantadas directamente al niño de tal manera que pueda ver la boca y la expresión.
Algunos indicadores de desarrollo precoz:
- Si es capaz de levantar la cabeza antes de las dos semanas de vida.
- Si sonríe con facilidad antes de las seis semanas primeras de vida.
- Si camina solo a los 10 meses.
- Si identifica bien todos los colores antes de los dos años.
- Si forma frases de dos o tres palabras con un año.
Un consejo:
Si bien es cierto que hemos de ofrecer a los niños nuestra atención, cariño, empezando a comunicarnos con ellos y a estimularlos desde el principio, no es adecuado excedernos. Una excesiva estimulación puede conducir a bloqueos y a una actitud de aburrimiento; es importante ir proporcionando juguetes adecuados a su desarrollo y no a la edad que tenga, cada niño tiene una evolución diferente.
Ana Roa, pedagoga y psicopedagoga
www.roaeducacion.com
roaeducacion.wordpress.com
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