Las pesadillas y terrores nocturnos de los niños

Problemas comunes de sueño infantil

Las pesadillas y terrores nocturnos son dos de los problemas de sueño infantil más comunes, pero provocan angustia e inseguridad tanto en el niño como en los padres, sobre todo cuando se manifiestan por primera vez.

Se trata de dos trastornos similares pero con algunas diferencias. Las pesadillas, que aparecen a partir de los dos o tres años, son sueños vívidos que reflejan los miedos del niño, suelen recordarlos al despertar y no se manifiestan más señales externas que un posible grito o llanto. Los terrores nocturnos se muestran a través de temblores, hablar en sueños etc.

Pesadillas de los niños

Cómo evitar las pesadillas y terrores nocturnos

En ambos casos, si bien no existen consecuencias físicas ni psicológicas graves para el niño, debemos saber cómo actuar. Cuando el niño despierta después de una pesadilla o terror nocturno es importante calmar su ansiedad y tranquilizarle con caricias y abrazos, hablando con voz suave y sin entrar en preguntas sobre el contenido del sueño.

Con los niños de más edad, a partir de los 7 u 8 años, podemos hablar al día siguiente de los detalles de la pesadilla, sobre todo si es recurrente sobre algún tema que le pueda preocupar en el colegio o en casa, sobre todo si se encuentra en alguna época de cambios en la rutina que puedan alterarle. Hay que hablar con tranquilidad de estos temores, ofreciéndole la seguridad y confianza que el niño necesita.


En caso necesario, podemos quedarnos un rato a su lado, explicándole que el origen de su sueño es irreal y no debe preocuparse, incluso podemos ayudarle a encontrar un final feliz o solución a la situación que plantea, para que le sirva de herramienta. Cuando se vaya quedando dormido de nuevo, debemos abandonar con cuidado la habitación.

Como medidas preventivas, destacan sobre todo la importancia de establecer unas rutinas y horarios de sueño firmes y continuos, y evitar la sobreexcitación. Conviene que el niño no abuse de estímulos como la televisión antes de ir a dormir, especialmente si se trata de contenidos violentos o terroríficos. En su lugar, podemos leerle un cuento en el que se traten los temas que le preocupan.

También conviene ayudarle a sentirse más cómodo dejando que duerma con su juguete o peluche favorito o dejando una pequeña luz encendida. Podemos ayudarle a reforzar las buenas conductas con un cuadro de incentivos, dándole ánimos para que cumpla algunos objetivos sencillos.

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