Las peleas entre hermanos
Cómo reaccionar cuando nuestros hijos se pelean
"¡Pero si yo no he hecho nada...! ¡Ha empezado él/ella!" Seguramente estas frases nos resultan familiares. Siempre van seguidas de una disputa entre hermanos... Gritos, insultos, lloros e incluso algún golpe. Situaciones que causan ansiedad dentro del núcleo familiar y que, en muchas ocasiones, son difíciles de gestionar. Sin embargo, hay que dejar claro que la rivalidad entre hermanos es algo natural, en especial durante la niñez.
¿Es normal que se peleen mis hijos?
Las peleas entre hermanos son algo normal y saludable, que ayuda en su crecimiento como personas. A través de estos enfrentamientos, aprenden a expresar sus sentimientos y a entender los de los demás, a solucionar los conflictos, a compartir, a competir, a autocontrolarse, a gestionar relaciones humanas... También asimilan la existencia de normas y reglas, y comprenden que éstas son diferentes en función del grupo social en el que se encuentren. En definitiva, las peleas entre hermanos llevan asociadas unas vivencias que van a influir directamente en el desarrollo emocional y social del niño.
Aunque después de lo anterior pueda dar la sensación de que un ambiente de peleas entre hermanos es "bueno", tenemos que dejar claro que no lo es. Son situaciones que crean tensión en el hogar y que, en función del grado, pueden ser muy perjudiciales. Lo importante no es evitar la existencia de estos conflictos, sino enseñarles a solucionarlos con nuestra guía y apoyo.
¿Cuáles son los motivos de las peleas?
Al margen de su frecuencia y su intensidad, por lo general estos conflictos surgen por varias razones, aunque con variaciones de una familia a otra y de un hermano a otro.
Entre las causas más habituales, pueden citarse:
1) Los celos, uno de los sentimientos que se dan con más frecuencia entre hermanos, propiciados por la lucha de posición en la familia.
2) La demanda de la atención de los padres: el deseo de pasar más tiempo con ellos a solas o de convertirse en el hijo favorito.
3) El sentimiento de posesión provoca peleas por su pertenencias, por sus amigos... Si el otro hermano les coge algo sin permiso, se sienten invadidos y lo resuelven mediante la disputa.
Según algunos estudios, estas situaciones conflictivas aumentan cuando los hermanos son del mismo sexo, ya que compiten más entre ellos, cuando tienen edades cercanas y cuando llega un miembro nuevo a la familia, ya que tienen la necesidad de marcar su territorio.
¿Cómo reaccionar?
Aunque pueda resultar complicado, lo mejor es mantenerse al margen y dejar que lo arreglen ellos mismo, siempre y cuando no lleguen a las manos. En ese caso, cuando uno de los niños golpee al otro o se hayan hecho daño, habrá que detener de inmediato la pelea y dejar muy claro que hay límites físicos y verbales que está prohibido traspasar. Si se ha llegado a esta situación, hay que separarlos y llevarlos a habitaciones distintas, dándoles así espacio y tiempo para que se calmen. Una vez que ambos estén tranquilos, habrá que buscar una solución al problema a través del diálogo: Hablar con los niños para investigar las causas de su pelea, permitiéndoles así que cuenten el motivo y que expresen cómo se sienten. Para ello, necesitarán un mediador objetivo, por lo que, si esta situación ha alterado al padre o a la madre, será preciso que se tranquilice antes de intetentar mediar.
Por último, hay algunas cosas que, como padres, se pueden hacer para minimizar las peleas entre hermanos. Se debe crear un ambiente familiar positivo, evitando que los niños vean peleas entre sus progenitores y solucionándolas mediante el diálogo. También se deben fomentar las actividades en familia y, en especial, entre hermanos, ya que ayudan a mejorar la comunicación. Y, sobre todo, se debe evitar hacer comparaciones o poner etiquetas.
Cristina Saiz González, psicóloga especialista en niños y adolescentes Centro Mente Salud
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