Entrevista a Ester de Frutos González
Conservadora del Área de Educación del Museo Nacional del Prado
"¿De quién es el Museo del Prado?"
La respuesta correcta a esta pregunta es uno de los fundamentos de la política educativa del museo más emblemático de nuestro país y con más prestigio internacional. ¿Quieres conocerla? No te pierdas esta entrevista.
© Museo del Prado
¿Cuál ha sido hasta ahora la trayectoria del Museo del Prado en materia educativa?
Ha habido dos ramas: la de los grupos de escolares, de siempre, y ahora los talleres para los niños o para la familia. Por una parte está la educación formal de los escolares, pero el Museo siempre ha sido consciente de que no dábamos educación formal, sino educación no formal. Es verdad que los profesores nos utilizan, y eso es lo que nos gusta, para completar la educación formal que imparten, pero cuando nosotros ofrecemos visitas, ofrecemos un programa nuestro dentro del ámbito no formal.
¿Qué actividades ofrece el Prado para los niños?
Nuestros itinerarios para escolares son itinerarios transversales, no son de materia. Trabajamos el cuerpo humano, los objetos, el espacio, la religiosidad... Pero desde muchos puntos de vista: no solo desde la historia del arte o de las matemáticas. En ese sentido sí que intentamos, por ejemplo, con los más pequeños, trabajar conceptos como el coleccionismo, lo que es un museo... Entran muchas ideas y no solamente una materia, porque nos parece que, por desgracia, en el currículum educativo no se incluye la historia del arte hasta el bachillerato, y que no tenemos cabida académica por decirlo de alguna manera. Que el profesor de lengua extranjera hable en inglésde los cuadros del Prado nos parece fenomenal, que hable de los colores y muestre un cuadro del Prado, por ejemplo. Esto es un poco lo que se busca.
Y por otro lado está el público de ocio, de los que trabajan o van al colegio... Nosotros siempre hemos tenido muy claro que en las actividades para la familia trabajamos para familias como núcleo, no para niños. Tenemos programas, por ejemplo, "El Prado en verano", un programa para niños que vienen de lunes a viernes a hacer un taller desde las 10 de la mañana a la una y media de la tarde. Vienen los niños solos y están en un ambiente de ocio, de conocimiento, pero fundamentalmente de juego: no es una educación formal como la escolar.
¿Y qué actividades hay para la familia?
Nosotros ya llevamos desde el año 2000 trabajando con familias. Y no se trata de que el padre o la madre venga y se lea el periódico mientras los niños están haciendo un taller. No, primero, porque cada vez los padres demandan más un momento de ocio común entre padres e hijos y, luego también, porque, aunque parezca una tontería no lo es, en los museos de ciencias, arqueología... los conservadores son muy conscientes de que la gente no sabe qué es, por ejemplo, un bifaz o la ley de Ohm, pero en los museos de arte parece que todo el mundo sabe quien era Velázquez o Felipe IV, y no es así.
Intentamos que los padres pierdan el miedo al arte y a reconocer que desconocen muchas cosas. Los padres también tienen que aprender a ver un cuadro, a enfrentarse a él.
Lo que se pretende es que vengan a tus talleres, pero que luego también vayan a ver el Museo u otros museos con sus hijos y sean capaces de enfrentarse a un cuadro y preguntarse: ¿Qué vemos? Pues vemos una mujer desnuda, contenta, triste... Y luego ya leen la cartela y no pasa nada porque no sepan quién era Rubens o Las tres Gracias. Ahí tienes la información, o luego vas a casa y lo miras en un libro, en internet... Se trata de poder disfrutar juntos de qué es lo que estamos viendo: nos gusta, no nos gusta... Esa es un poco la idea.
¿Cómo os va con las familias?
La familia funciona muy bien, es un público muy fiel. Nosotros cada tres meses cambiamos, más o menos, el temario de las visitas que se hacen en fin de semana y es casi el mismo público el que va al Reina, al Thyssen, al Museo de Ciencias Naturales... Son de clase media-media y lo que estamos viendo ahora es que están accediendo a los museos y a las actividades muchos emigrantes sudamericanos, pues han cubierto sus necesidades reales, los niños van a colegio y estos les están abriendo a sus padres una serie de ventanas que les están animando a venir a hacer talleres, y estamos encantados. Tienen muchas necesidades de conocimiento pero también nos pasa a nosotros.
¿Talleres familiares con niños de qué edades?
En principio nosotros trabajamos con niños entre 6 y 12-13 años, pero también estamos empezando a innovar. Es decir, como son familias que vienen con los niños desde que estos eran pequeños pues ya saben un poco la mecánica y no puede ser siempre "entras, te damos una introducción, vemos 4 cuadros y luego hacemos un taller", sino que estamos intentando hacer cuentacuentos, incluir actores, hacer que parezca que ellos hacen su propio recorrido de la visita buscando los cuadros.
¿Utilizáis también las nuevas tecnologías?
Sí. Estamos introduciendo las tablets, para que los niños pinten o trabajen con ciertos programas. Por ejemplo, con los adolescentes tenemos un programa entre 13 y 17 años con el que han creado su propio cómic sobre Velázquez y ahora están trabajando el tema de los monstruos con unas animaciones de películas. Intentamos que no vean en nuestros talleres un uso aislado de su realidad, que son las nuevas tecnologías. Tienes que ser consciente del tipo de público al que puedes llegar e intentar darle también lo que demanda, siempre y cuando, también es verdad, se respeten unos principios muy básicos, pero fundamentales que tenemos en el Prado.
Dar una experiencia y educación patrimonial
¿En qué principios se inspira vuestra política educativa?
Uno de ellos es que tienes que estar realmente dando una experiencia y si esa experiencia la mediatizas con una appo con una tablet, pues se pierde. Lo que no queremos es que te detengas delante de Las meninas, queremos que tengas toda la información que quieras, pero que vivas ese minuto con Las meninas. Lo fomentamos mucho con las familias, colegios... La relación tuya con la obra de arte, que te puede gustar o no. Cuando les decimos: "Y ahora vamos a estar 2 minutos viendo la obra". ¡Qué minutos más largos! La gente no para más de 10-20 segundos delante de una obra y se pierden un montón de cosas. Eso es fundamental.
Otra cosa importante en la que trabajamos es el tema de la educación patrimonial, es decir, que todos los niños que entran en el Museo del Prado supieran ?ya me gustaría a mí? que el Museo del Prado es suyo. Una de las preguntas que nosotros les hacemos a los niños es: "¿De quién es el Museo del Prado?". Tendrías que escuchar las respuestas. Citan a políticos, cargos públicos, entidades bancarias... Pero a ninguno se le ocurre decir: "¡El Museo del Prado es mío!".
Nuestro objetivo estará cumplido cuando ellos sepan que los museos son de ellos, que es patrimonio que tienen que cuidar, que tienen que conservar para que sus hijos puedan venir a verlo... Durante estos 500 años ha habido mucha gente que los ha conservado y tienen que cuidar este patrimonio como cuidan sus libros, su consola..., que son cosas de ellos y que pueden venir a disfrutar de ello cuando quieran. Hay gente que viene desde Japón a ver algo que ellos tienen nada más cruzar la calle, que hasta los 18 años pueden entrar gratis y los estudiantes hasta los 25.
Además, el Prado no se puede ver, claro, en una sola visita. ¡Vamos a ver perros, vamos a ver pájaros..., a Velázquez...! No es verlo una vez y ya está. Sobre todo los adolescentes se quejan de que ya han venido, con el colegio o con los padres, y ya se lo saben. Las meninas ya las han visto y no tienen ningún interés más. Es difícil cambiarles esa idea. Pero el Prado puede ofrecer muchas cosas más.
"El educador es fundamental"
¿Qué actividades o recursos han funcionado mejor? ¿Cuáles motivan más?
En este aspecto el educador es fundamental. El educador es la vía de transmisión que se puede cargar un itinerario o te lo puede elevar a la enésima potencia. Es muy importante. Nosotros intentamos mimarles mucho, porque son los que realmente van a dar la cara. También tenemos otra cosa muy importante que es la colección, pero, claro, tienes que enseñar a ver y sobre todo no quedarte en la superficie del cuadro, sino que realmente vean que ese cuadro tiene algo que ver con ellos.
Partimos del conocimiento que trae cada visitante y de ese conocimiento es desde donde se le va a ir llevando hacia el cuadro. Partimos de la realidad de los niños, de lo que para ellos es más fácil, pues las familias, los animales, conceptos que tienen perfectamente controlados y que conocen muy bien y se va sacando información. Porque, al final, lo que se ve en el cuadro es una familia; que es la familia del pintor, pues vale, que es la familia del rey de España..., pero no deja de ser un retrato de familia como las fotos que tú tienes.
Partir de la realidad de lo conocido para ir elevando el conocimiento y, sobre todo, funciona el paralelismo. Intentamos utilizar las películas, ya sean buenas o malas, como Alatriste, Goya, las series que hay ahora en televisión sobre Isabel I, Carlos V... porque en el Prado tenemos el retrato de esos señores, están ahí.
Educar en valores
Es como la otra mirada que se esconde en cada obra del Museo...
Hay conceptos como el poder, los desnudos, el género, los oficios... Hay muchas cosas que se siguen trabajando igual. Cuando tú les dicen a los niños, por ejemplo, que Tiziano fue el primero que hizo Photoshop, lo entienden perfectamente. Carlos V seguramente no era como lo pintó, sino que lo idealizó. Pasa lo mismo ahora con las fotos de las modelos. Simplemente con que el párpado esté más arriba o más abajo, pues ya les estás mediatizando sobre si la persona era más triste, más melancólica, más agradable...
Hay que intentar que vean que los cuadros, en cierto modo, servían de propaganda política. El que se tuviera el retrato de un hijo en el palacio, pues es que ahora tienes fotografías que llevas en la cartera o en el móvil y antes tenían los retratos. Son cosas que los niños comprenden muy bien y que les hace ver que la colección no está tan separada de su realidad. ¿Cómo hay pintores que han pintado a gente que tenía algún tipo de deformidad o algún rasgo especial como la mujer barbuda, los bufones...? ¡Qué raro que se pintara eso en su época! ¿Por qué les interesaba? Pues porque era una anomalía que no se conocía desde el punto de vista científico...
Temas como la indumentaria, la joyería, el peinado... Hasta ahora se trabajaban temas más de historia del arte como la mitología, la religión... y ahora se tratan temas mucho más transversales, temas que tocan más de cerca, como de género, de cómo se representa a la mujer, el de la violencia de género, temas que se están trabajando en las escuelas. En el fondo estás educando todo el tiempo en valores, más que en datos académicos.
Familia, niños... Han cambiado y también su concepto. ¿Cómo lo abordáis?
La familia tradicional de padres e hijos de un solo matrimonio cada vez es más complicado. Para nosotros el núcleo familiar es de dos adultos y dos niños, pero en las relaciones entre ellos no nos metemos. Lo normal es que sean padres e hijos, pueden ser tíos y sobrinos, abuelos y nietos, puede ser el hijo de mi pareja, mi hijo y yo. Con tal de que haya un adulto responsable por cada dos niños es suficiente. Si vienen con un niño menor de 2 años, pues un adulto se tiene que quedar aparte con el bebé.
Intentamos dar una oferta completa para todas las edades, así proyectamos teatro infantil para familias con niños de 0 a 2 años, o de 0 a 5. En verano, por ejemplo, tenemos actividades para niños, una semana de 6 a 9 años y otra de 10 a 13. ¿Por qué? Porque los hemos mezclado y no funciona. Lo intentamos, pero ya se sabe que no vale: el niño de 10 no se puede adaptar al de 6 y viceversa. Les das los mismos contenidos, pero la metodología tiene que ser distinta. Los padres les dan de comer a los dos lo mismo, pero luego les llevan a niveles educativos diferentes. Y las actividades para familias, para niños de 4 a 12 años.
Lo ideal es adecuarse a las necesidades de los niños y de sus padres.
¿Qué papel desempeña el educador?
El educador también tiene que estar muy bien formado para hacer guiños a los adultos, guiños a los del medio y a los pequeños. Intentar que el grupo funcione todo el rato, que sean participativos, saber de qué base partimos para poder ir evolucionando. Por ejemplo, que no saben nada del tema religioso o que ponen una cara rara... Bueno pues por ahí no voy a ir, tiene que irse adaptando. Y eso es muy difícil, personal formado no solamente intelectual o académicamente, sino que tengan también ese sexto sentido para saber con quién están hablando.
¿Formáis vosotros a los educadores?
Sí, nosotros tenemos cursos y formamos a nuestros educadores en el itinerario que queramos que hagan y en las metodologías que utilicen. Pero luego, si el educador tiene experiencia también aporta lo suyo, porque un educador no es un loro que hace lo que tú quieres, ellos lo adaptan, pero tú sí que tienes que establecer qué es lo que quieres contar y cómo lo quieres contar.
"En el fondo estas educando todo el tiempo en valores, más que en datos académicos"
¿Desde cuándo colabora el Prado con otros eventos culturales?
La primera vez que hicimos este tipo de actividades fue en 2012, en la XII Semana de la Ciencia. Lo que hicimos entonces fue mostrar el Museo del Prado no solo como un lugar de arte, sino también como un lugar en el que se utiliza la ciencia, a través del gabinete de documentación técnica, donde se hacen radiografías. A a partir del laboratorio, donde se trabaja con materiales como los de un laboratorio de física o de química... Queríamos mostrar esa parte "científica" de la historia del arte.
Luego nos hemos ido adaptando a los lemas de cada Semana de la Ciencia. El año pasado nos anticipamos a la celebración del centenario de la primera Ley de Parques Nacionales en España, que es este año, con un itinerario didáctico mostrando el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, que cumplía 100 años, a través de las obras de grandes pintores como Velázquez, Goya, Beruete o Muñoz Degraín. Y estamos encantados porque ha funcionado muy bien, porque la idea era que vinieran al Prado a ver el itinerario, pero que luego fueran a la Sierra a ver los paisajes originales que se ven reflejados realmente en las obras.
Y este año, dado que uno de los lemas de la Semana de la Ciencia es el Año Internacional de las Legumbres, vamos a tratar el tema de los jardines y los huertos. Y luego tenemos seleccionado el Isaac y Jacob de Ribera, pues según la Biblia Esaú vendió su primogenitura a su hermano Jacob por un plato de lentejas y vamos a intentar organizar una conferencia sobre esa obra, no tanto basándonos en las lentejas sino también en el cuadro.
Lo bueno de la colección del Prado es que da juego para todo.
Hemos estado trabajando con la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y se ha incluido la visión de los científicos de la colección, con la participación de los conservadores, con conferencias, no tanto para niños como para adultos, porque este tema es más profundo, ya que también se trabajaban temas de sobre la evolución o el genoma, que son para otros niveles.
Pero sobre todo se trataba de ver la colección desde otro punto de vista, lo que se puede ver también en nuestra web, porque cuando viene aquí un biólogo o un botánico ve los tipos de árboles que tú por ejemplo no les das importancia, pero ellos sí que se fijan en estos motivos. En este sentido tenemos un trabajo muy bueno sobre aves y ahora ya, cuando buscas en la web de la colección, pones "palomas" y te salen todas las que hay en los cuadros del Prado.
Se está intentando ver la colección no solo desde la historia del arte, que es fundamental, sino también desde el punto de vista del físico, el matemático, el biólogo, el botánico...
¿Y también se tratarán las técnicas pictóricas empleadas para realizar las obras?
Una de las cosas que tienen que aprender los alumnos de colegios cuando vienen es que en el siglo XV y XVI no ibas a la tienda y comprabas un bote de pintura acrílica, sino que se trataba de unos polvitos hechos a base de minerales que tenías que mezclar con un aceite o con un aglutinante, que tenías que preparar el lienzo, que la tela era importante, el pelo de los pinceles, que era de un animal... Estamos muy relacionados con la ciencia aunque no nos lo parezca. Parece que todo es muy etéreo, muy intelectual y artístico, pero en el fondo tienes que adquirir el mineral, el pelo de marta o de lo que sea para pintar, así que en el fondo es una elaboración muy científica.
"Lo bueno de la colección del Prado es que da juego para todo"
¿Participáis en otros eventos no relacionados con la ciencia?
Cuando se celebra el Gastrofestival, en Madrid, también participamos, intentando hablar de los banquetes en los siglos XVI, XVII y XVIII, de los dulces, de la vendimia, de cosas que tengan que ver con la comida; sí que intentamos participar en todas estas actividades, pero es con la ciencia con la estamos intentando hacer más cosas. Tenemos muy buena relación con el Thyssen, con el Reina Sofía, con el Museo de Ciencias Naturales. Hace dos años hubo una exposición que organizamos con este Museo y trajeron piezas, ?animales disecados, minerales, etc.? que estuvieron aquí y que fue un proyecto precioso, e hicimos talleres allí y aquí. Siempre se aprende. Tenemos diferentes materiales con los que trabajamos, pero en el fondo nuestro objetivo es el mismo; se aprende de todos los museos.
Soy de las que pienso que ya está casi todo inventado, pero lo que tienes que hacer es adaptarlo a tus necesidades: no todos los museos tienen la misma colección, el mismo público, los mismos objetivos, presupuesto, personal... Todos son elementos que tienes que valorar a la hora de poner en práctica un nuevo proyecto, porque no tienen la misma capacidad el Museo del Romanticismo de Madrid que el Museo de Bellas Artes de Albacete y, aunque se quieran hacer muchas o pocas cosas, tu colección y público es el que es y sobre todo tu presupuesto y personal es el que es. Entonces lo tienes que adaptar.
"El Museo del Prado ha hecho una revolución porque ha pasado del siglo XIX al XXI sin pasar por el XX"
Recientemente se publicó el Observatorio de la Cultura para 2015, que realiza la Fundación Contemporánea (La Fábrica) y el Museo del Prado encabezaba la lista de las instituciones más destacadas. Un honor, me imagino, pero también una responsabilidad al convertiros en el primer referente cultural del país.
A mí me encanta que me digas que somos un referente cultural y lo somos porque el Museo del Prado ha hecho una revolución, porque ha pasado del siglo XIX al XXI sin pasar por el XX. Así que hemos pasado de la ficha escrita con pluma a, de repente, tener 7000 fichas en internet. Ese es un trabajo que la gente no es capaz de valorar el esfuerzo tan terrible que se está haciendo y ahora nos pasa con las nuevas tecnologías. Hace poco estuvimos en unas reuniones y quizá la asignatura pendiente de todos los museos españoles, en comparación con los museos estadounidenses o de Gran Bretaña, sea esta actualización.
A nosotros ya nos han puesto el chip de que tenemos que pensar en que todo lo que hacemos hay que trasladarlo a una plataforma web. Si tú haces un itinerario no te va a quitar público ni te va a quitar visitantes el que tú lo hagas en la web. Es otro tipo de público y otra cosa completamente distinta.
¿Cómo se consigue el equilibrio entre el público que acude al Museo y el de internet?
Los departamentos de educación en principio a lo que tendemos es que a que el visitante sea independiente, intelectual y activamente, es decir que sea capaz desde su casa de preparar su visita, venir al museo de forma independiente, saber quién era Felipe IV... Es verdad que como museo tienes que dar esa información, pero a lo mejor no la tienes que dar en el momento de la visita, sino que ya previamente puedan traérselo "trabajado".
Creo que cada vez más cuando la gente va de viaje o hace turismo cultural ya va con las cosas preparadas, a veces hasta con las entradas compradas, o van a un sitio determinado porque hay una exposición o porque les interesa hacer una actividad. La gente está más preparada, más informada. No es "voy y a ver qué me encuentro".
Y los museos tienen que dar información y hacer lo posible para que esa visita se pueda producir y luego también dentro del museo tener las herramientas para que puedan acceder a un concierto, a una conferencia, a unos talleres, que tengan una audioguía, un plano con el que no se pierdan. Es decir, que tanto antes como durante la visita esta sea agradable y responda a las necesidades que se tienen.
¿Qué huella debería dejar el Prado en sus visitantes más jóvenes?
Los valores nos parecen que son realmente lo que el Museo puede aportar el día de mañana y ahora, porque los profesores van a dar a los chavales la información académica, y con las nuevas tecnologías saber dónde nació Velázquez es facilísimo. Eso ya lo aprenderán, pero lo fundamental es que ellos sepan que el patrimonio (sea científico, arqueológico, el que sea) es de ellos y que tienen que cuidarlo. Así que si los niños que salen del Prado aprenden que los museos son suyos, el museo que sea, nosotros nos damos por satisfechos.
No ver el Museo de forma aislada, sino formando parte de los otros museos. Hay que ver todos los museos, todo el patrimonio: un yacimiento, una fábrica, muchísimas cosas. En eso intentamos que tengan una visión lo más completa posible, pero también lo unimos con la literatura, el teatro, el cine...
El arte no se puede ver de forma aislada, sino en un contexto e igual que llevas a tus hijos al cine, al circo, a jugar al parque o al parque de atracciones, pues los llevas también al museo. Estamos un poco en ese mundo de ocio en el que en el fondo se trata de disfrutar. Así que lo que estás haciendo es disfrutar de la cultura.
Eva Frutos Lucas. Periodista y Redactora Jefa de Bayard Revistas
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