Entrevista a César Bona
Hablamos con uno de los cincuenta mejores maestros del mundo...
"Basta con mirar de otra manera para encontrar tesoros"
Oriundo de Ainzón, una pequeña localidad al norte de Zaragoza, César Bona no solo cuenta con una quincena de años de experiencia como maestro en centros públicos, privados y concertados de Aragón, sino también con numerosos premios, varios libros publicados y el respaldo a su labor de personalidades tan prestigiosas como el de la naturalista Jane Goodall, por "estar abriendo nuevos horizontes a los niños".
Desde hace unos años lleva una agitada vida mediática. De hecho, después de la entrevista celebrada en Madrid, cogía el AVE rumbo a Málaga para asistir al VII Congreso Mundial por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia. Y lo decía con entusiasmo, a pesar del trajín que es ahora su vida.
Eres uno de los maestros más reconocidos en España y, seguramente, en otros países del mundo, a tenor de los premios que has recibido por tu labor educativa. El más sonado de ellos, como uno de los cincuenta mejores maestros del mundo según el Global Teacher Prize (2014), el llamado Premio Nobel de los profesores. ¿Cómo lo llevas?
Sintiéndome afortunado por todas las cosas que me están sucediendo. Me siento un privilegiado de tener la suerte de poder viajar mucho, conocer a muchas personas, con sus historias y aprender de ellas. Y, también, de poder compartirlo.
"Yo creo que hay pocas cosas, educativamente hablando, que hagan más feliz a un niño o a una niña, que ver que su padre, su madre, sus maestros trabajan juntos"
Se dice que la clave de tu éxito como maestro es la empatía, tu capacidad para conectar con los alumnos y detectar lo que les falta y lo que puede motivarles. ¿Cuándo te diste cuenta de que lo tuyo era ser maestro?
Te voy a ser honesto: yo llegué a la profesión de maestro por azar. Hice Filología Inglesa y, como muchos, me preguntaba: ¿Qué haré? Traductor, intérprete, profesor... Y fue el día en el que yo me encontré rodeado de niños y niñas, el día que vi cuán importante es lo que haces, cada palabra y cada gesto. Y que era no solo un trabajo de los más importantes, sino que es el más importante. Y no solo porque sobresalga de todos los demás, sino porque ayudamos a las familias y a sus hijos y a sus hijas.
Desde que tuviste que renunciar a ser maestro a tiempo completo, para dedicarte a viajar, entrevistarte con docentes, familias y alumnos de distintos lugares, escribir, dar charlas, exponerte a los medios de comunicación... ¿Cómo te sientes?
Lo primero que sentí, en el momento de darme de baja como maestro, es que uno sigue siendo maestro, sigue siendo persona en cualquier ámbito de la vida. Para mí ser maestro, la palabra maestro significa alguien que inspira para la vida. Hay muchas personas que, incluso sin haber estudiado esta profesión, inspiran a otros. Yo me tomo las cosas con mucha calma, soy muy casero, muy casero. Es una paradoja. A mí lo que más me gusta es estar con la familia, con mi gata y con mis amigos. Y ahora estoy haciendo esto, con lo cual, ya digo, lo veo como un regalo. ¿Qué puedo hacer? Seguir aprendiendo y compartiendo. Ahora estoy en excedencia, pero en un tiempo volveré al aula. De eso tengo certeza absoluta.
"Mis padres siempre me han dicho: humildad, por encima de todo. Y, ser agradecido"
Así que te has convertido tú mismo en alumno...
Totalmente, pero todos nosotros. En cuanto escuchemos un poco a las personas que tenemos a nuestro alrededor veremos cuánto podemos aprender de ellas: da igual su edad, da igual su cargo y da igual de dónde vengan.
Entre los libros que has escrito destacan por la sorprendente difusión que han alcanzado los que has publicado con Plaza&Janés: La nueva educación. Los retos y desafíos de un maestro de hoy, un bestseller que va por su 17ª edición y del que se han vendido más de 50.000 ejemplares, Las escuelas que cambian el mundo, sobre centros en España que están cambiando la educación, y ahora La emoción de aprender. Historias inspiradoras de escuela, familia y vida, sobre la educación en el respeto a las diferencias.
Bueno, además tengo dos libros para niños, que me hacen especial ilusión. Uno es una adaptación del Quijote, Las increíbles aventuras de Don Quijote y Sancho Panza como jamás te las contaron, y el otro es El asombroso mundo de Bernardo, ambos de Beascoa (Penguin Random House). Y me hace sobre todo ilusión el segundo, porque Bernardo es cualquier niño o niña que nos encontremos, que vive en su mundo de niño/a obviamente, y muchas veces, eso no lo entendemos. Por eso es importante.
"Para mí ser maestro, la palabra maestro significa alguien que inspira para la vida"
¿Te esperabas esta acogida? Por parte del mundo educativo, de los padres...
Tú compartes. Ahora mismo tengo la posibilidad de tener un micro delante de mi y de dar mi opinión. A veces, coincide con lo que las personas piensan. Otras no. Pero habla un poco por mi boca, también, por el niño que fui... ¿Sorprendido? No tenía expectativas a ese respecto. Estoy contento, porque llegas a muchas personas, a muchas familias, también, especialmente con La nueva educación. Y con La emoción de aprender me están escribiendo muchos padres y madres diciendo que se sienten reflejados en estas historias, precisamente porque todos somos diferentes. Para empezar a comprender, sobre todo hay que escuchar, y a veces nos falta hacerlo.
La mayoría de tus libros se basan en experiencias personales, en vivencias más que en reflexiones o textos eruditos a partir de la realidad. ¿Cómo le sacas tanto partido a tu día a día, a tus relaciones o comunicaciones con la gente? ¿Qué has aprendido escribiéndolos?
Yo soy tímido. Supongo que las personas tímidas hablan poco y observan mucho lo que ocurre a su alrededor. Todos estamos cargados de historias. Mira, este señor que está abriendo la maleta... ¿Qué lleva? No lo sé, pero en esas historias están sus sueños, sus ilusiones, sus preocupaciones. Aunque, también, están sus creencias, sus prejuicios, sus expectativas. ¿Qué quiero decir con esto? Cada una de las personas que ves tiene su historia y basta con mirar de otra manera para encontrar tesoros.
De hecho, La emoción de aprender tiene que ver con eso. Está basado en viajes que he hecho, en las personas que he conocido. Por lo general no contamos cómo éramos de niños, qué nos sucedía y hay historias maravillosas en nosotros.
Dices en tu último libro, "El deber de todas las familias es entender que la educación es la llave que da la posibilidad a sus hijos e hijas de tener un presente y un futuro mejores, y que es un derecho de todos. ¿Cuál ha sido tu relación con los padres de tus alumnos?
Seguramente en algún momento me habré equivocado. Me gustaría poder volver atrás y analizar cada conversación que tuve con el padre, la madre de alguno de mis alumnos, a pesar de que uno intenta que la relación sea lo más humana posible. Puedes decirles que la nota de Matemáticas, la de Inglés es importante... Pero lo que está por encima de todo es la relación humana y las emociones. Dicen que eso de las emociones es una moda. ¿Una moda? ¿Tú nunca te has emocionado cuando has escuchado un verso, una canción o has visto una película? ¿Cómo gestionas tu miedo, tu frustración...? Somos emoción y, también, seres sociales. De modo que la interrelación que se crea entre tú y yo es importantísima.
¿Qué piensas en general de los padres y madres actuales?
Es imposible hacer un retrato global. Sería injusto para unos y para otros. Espero, y deseo, que los padres y las madres sepan disfrutar de algo tan básico como es el presente y que todos nos pongamos a reflexionar sobre cómo hacerlo mejor para los niños y las niñas, en equipo, porque es fundamental que los padres y los docentes trabajemos juntos.
Creo que hay pocas cosas, educativamente hablando, que hagan más feliz a un niño o a una niña, que ver que su padre, su madre, sus maestros trabajan juntos. Invito al diálogo, que es tan importante, a la tolerancia. No dudo que eso ya se está cultivando en las familias, pero también que pensemos que cualquier prejuicio que tengamos lo vamos a pasar a nuestros hijos, y que esta actitud es una manera de cerrarles la puerta a la felicidad.
Ahora que está tan de moda educar a los niños en la excelencia, gracias a tu experiencia en barrios desfavorecidos, dejas una idea muy clara en tu libro: "Tu hijo, tu hija no serán mejores por superar a otros niños. Serán mejores cuando sepan interpretar el mundo donde viven y descubran que van a tener que interactuar con muchas personas diferentes, como ellos, y que cada palabra o cada acto van a influir en esas personas". ¿Crees que la sociedad actual avanza en esta línea?
Me alegra mucho que hayas escogido esa parte. Con esta pregunta tan completa que has hecho, te voy a responder solo con otra pregunta, para invitarte a la reflexión: ¿Qué es la excelencia para ti, que me estás leyendo? Frases como: "Es que va a retrasar el aprendizaje de mi hijo" o "Esta clase va más lenta porque hay chicos con discapacidad" evidencian una falta de tolerancia y de valores sociales muy preocupante... Es fundamental que lo comprendamos.
Sí, hay que respetar a todos.
Y aprender de todos. Y valorar a todos.
Aportas también en este libro tu propia fórmula mágica: "Sed maestros, sed padres, pero no olvidéis lo más importante: disfrutad de ello y contagiad". ¿Quién te ha contagiado a ti?
Mis padres. Siempre me han dicho: humildad, por encima de todo. Y ser agradecido. Eso lo llevo allá dónde voy. Y luego me han contagiado las personas con las que me he relacionado: los amigos, algún maestro, alguna maestra, compañeros y compañeras, muchísima gente con la que he tenido la suerte de trabajar o encontrarme en el camino. A veces para bien. A veces para mal, pero vas aprendiendo un poco.
"Por lo general no contamos cómo éramos de niños, qué nos sucedía y hay historias maravillosas en nosotros"
¿Está en tu proyecto vital ser padre algún día?
¡Soy tremendamente joven! (nos reímos a carcajadas). Sí que me gustaría para experimentar. De momento me ocupo de mi gata, que se llama Shakespeare...
Veo que los estudios en Filogía Inglesa han dejado su huella... ¿Es el escritor que más te ha marcado?
Obviamente teníamos que leer muchísimo de Shakespeare, pero confieso que admiro profundamente a Juan José Millás, porque veo que mantiene ese niño que era y que sigue siendo. Por eso ve las cosas con tanta claridad.
Texto: Eva Frutos Lucas, periodista y redactora jefa de Bayard Revistas.
Foto: © Asis G. Ayerbe
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