Conductas adecuadas
¿Son adecuados los premios y castigos?
Los niños nos imitan, hay que predicar con el ejemplo.
En una sociedad dominada por las prisas, los padres esperan que sus hijos obedezcan de inmediato, y si no es así recurren a castigos, amenazas, chantajes o recompensas. Pero no se trata de que los niños hagan lo que se les ordena por miedo o por el interés de un premio, se trata de fomentar en ellos colaboración y responsabilidad.
Requisitos previos
En primer lugar es imprescindible establecer con claridad los criterios, las normas y los limites. Los niños necesitan un entorno coherente y previsible para saber lo que se espera de ellos, lo que es o no correcto y lo que ocurrirá si sobrepasa dichos limites. En segundo lugar hace falta tiempo y paciencia. Los niños deben ser física e intelectualmente capaces de hacer lo que se les pide. No pueden cumplir todas las pautas desde que son muy pequeños. Enseñarles destrezas, inculcarles el trabajo en equipo, prepararles para posponer las gratificaciones, tolerar las frustraciones, ponerse en la piel de los demás o a tomar decisiones responsables lleva su tiempo.
Premios y castigos
Generalmente, la conducta infantil es el resultado de un aprendizaje. La interacción de su comportamiento con el ambiente familiar, escolar y social va a modelar su forma de actuar. El niño repetirá una conducta si tras realizarla obtiene ventajas o beneficios o dejará de realizarla, si las consecuencias no son agradables para él. Premios por hacer lo que se les pide o sanciones para corregir las conductas no deseables no son lo más eficaz. El niño puede hacer lo que se le pide por interés, por miedo o para no sentirse avergonzado, pero no aprenderá las habilidades suficientes para ser responsable, autónomo y considerado. Y lo que es peor, aprenderá a intimidar a los demás para conseguir que cumplan sus deseos.
Consecuencias lógicas
Si el niño conoce con antelación las normas y lo que ocurrirá si las transgrede será más fácil que las interiorice y las cumpla. Si se siente respetado aprenderá a respetar. Y si aun así presenta comportamientos inadecuados, tiene que ver que los padres se mantienen firmes y que la consecuencia esta relacionada con la mala conducta, en otro caso no seria eficaz. Por ejemplo si rompe un juguete se le retira sin darle otro a cambio, o si no se lava las manos no se puede sentar a comer. Y si lo hace bien, no olvidemos reconocer sinceramente sus logros. Si valoramos su esfuerzo intentara mejorar, pero si no lo hacemos sus conductas positivas terminaran desapareciendo.
Y lo más importante ¡predicar con el ejemplo! El pequeño hará lo que ve hacer, no lo que le digan que haga.
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