Cómo enseñar a tus hijos a aprender de sus errores
¿Por qué debemos dejar que nuestros hijos se equivoquen?
Una de las maneras más interesantes de ayudar a nuestros hijos e hijas en su crecimiento y maduración consiste en permitir a los niños que comentan errores. Cuando les dejamos libertad para equivocarse, les damos también la posibilidad de aprender "lecciones de la vida" y guiarlos si es necesario en ese instante.
Las frases: "Errar es humano", "Un error lo comete cualquiera" o "De los errores se aprende" nos corroboran que nadie está libre de equivocarse y que debemos ver el error como una oportunidad de aprendizaje. Todos comentemos errores, lo importante es la forma en la que se aprende de ellos. No obstante, en nuestra sociedad las presiones cada vez son más grandes y prima que los niños sean perfectos e inteligentes, por lo que en ocasiones tendemos a reforzar la presión elogiando demasiado a nuestros hijos y preservándolos del fracaso y de la frustración.
Para que exista un aprendizaje real es necesario que el error esté presente en el día a día como oportunidad de aprendizaje.
Índice
1. Elogiar en exceso a nuestros hijos2. Los errores como oportunidad de aprendizaje
3. El lado positivo del error. ¿Qué aprenden?
Elogiar en exceso a nuestros hijos
Puede ser interesante pararse a pensar y hacer una lista de las cualidades positivas de nuestros hijos. A veces estamos demasiado pendientes de lo que hacen con más dificultad y perdemos de vista las cosas interesantes, bonitas, inteligentes y amables.
Una sonrisa o decirles que te gusta cómo han hecho este trabajo son algunos de los mensajes positivos que podemos enviarles, en definitiva, es muy importante darse cuenta de lo positivo y expresarlo. Pero ¡cuidado! No se trata de elogiar por elogiar sin moderación ni motivo. Los elogios más eficaces son los que se refieren a actuaciones concretas, aquellos que ayudan al niño a desarrollar una mayor conciencia de lo que sí está bien y de lo que no está correcto.
Reconocer lo positivo de los niños les ayuda a sentirse bien con ellos mismos y les motiva a aceptar el esfuerzo que supone un aprendizaje, ya que están seguro de sus capacidades, no obstante, el elogio excesivo y sin propósito en ocasiones suele provocar que el móvil de las acciones del niño deje de ser interno para pasar a perseguir la recompensa externa, con lo que la satisfacción de sentirse capaz de hacer algo bien y de haberlo hecho pasaría a un segundo término. De hecho, cuando reciben elogios en exceso empiezan a ser dependientes de la opinión de los demás y actúan correctamente cuando saben que existe una recompensa. Como adultos tenemos la creencia de que el elogio aumenta la autoestima, sin embargo el efecto puede ser contrario y en lugar de desarrollar la confianza y la seguridad en ellos mismos puede desembocar en una dependencia de las alabanzas.
Los niños "adictos a los elogios" sufren una mínima tolerancia a la frustración, dependen de la aprobación de los demás y no quieren "correr riesgos", su deseo es moverse en terreno seguro, así seguirán recibiendo alabanzas y continuarán forjándose una imagen positiva de sí mismos un tanto ficticia. Como padres, es importante reconocer en nuestros hijos el esfuerzo, el interés y la dedicación a determinados asuntos (actualmente la "cultura del esfuerzo" parece haber caído en el desuso), en lugar de decir: "¡eres un genio tocando el violín! sería interesante decir: "¡qué bien suena!, ¡se nota que has practicado!...
Un estudio con resultados interesantes sobre este tema fue el realizado por Joan Grusec (Universidad de Toronto) con niños de ocho a nueve años a quienes se les consideraba muy generosos y eran continuamente elogiados por ello. Estos niños desarrollaron tolerancia a la alabanza y necesitaban cada vez mayores dosis, se convirtieron en "adictos a los elogios"; cada vez que los niños escuchaban "palabras bonitas de su persona" manifestaban menos conductas de generosidad hacia sus compañeros.
Una de las grandes alegrías de la infancia es descubrir algo nuevo y saberse capaz de hacer algo por sí mismo. Los elogios en exceso pueden hacer que el niño pierda el placer y el orgullo de disfrutar de sus propios logros. Resulta imprescindible animarles a tener iniciativas y a hacer cosas por su cuenta comentándoles cuáles son sus fortalezas y debilidades y cómo convertir estas últimas en fortalezas, ellos lo agradecerán en el futuro.
Los errores como oportunidad de aprendizaje
Aprender de los errores es parte de cómo los niños se enfrentan al reto de aprender a hacer las cosas de manera diferente. Se les motiva a probar nuevos enfoques y a cambiar la perspectiva de lo sucedido.
Como padres y madres, es importante dar el apoyo emocional que los niños necesitan en cada momento, hacerles ver cómo pueden aprender de los errores y buscar soluciones. Es importante que:
- Aceptemos a nuestros hijos tal y como son.
- Nos aseguremos de que ellos perciban nuestro amor incondicional.
- Cambiemos nuestra manera de ver los errores, no como algo negativo sino como una prueba más en la vida.
- Reconozcamos errores frente a los hijos como señales de experiencia, humildad y amor.
- Les ayudemos a encontrar la mejor solución cuando comentan errores.
- Les pongamos ejemplos de errores, las consecuencias que traen y cómo podemos aprender de ellos.
- Alabemos su capacidad de resolución para buscar soluciones positivas.
- Les enseñemos que el error es parte de la vida y no tiene que convertirse en fracaso si no en nueva oportunidad.
- Les enseñemos a aprender, buscar respuestas y cultivar la curiosidad.
- Les permitamos experimentar por sus propios medios.
- Les ayudemos a aumentar su capacidad de resiliencia para confiar más en ellos mismos.
- Les guiemos una vez que hayan cometido el error pero sin hacer nosotros las cosas que a ellos les corresponden, evitando la sobreprotección y la permisividad excesiva.
- No les permitamos que la rabia sea sinónimo de frustración (o viceversa), no cedas ante sus escenas y rabietas.
- Les ayudemos a fijar metas razonables para que se sientan orgullosos y satisfechos al cumplirlas.
- Les inculquemos la capacidad para reconocer su error y la habilidad para disculparse cuando sea necesario.
- Les expliquemos que si se comete un error grave no se debe huir de la responsabilidad ni ponerse a la defensiva.
¿Cómo podemos ayudar a los niños a ser resilientes?
- Fomentando una buena autoestima y el autoconcepto positivo.
- Ayudándoles a conocer sus defectos y virtudes, sus fortalezas y debilidades.
- Desarrollando sus potencialidades.
- Estimulando la expresión de los propios sentimientos y relaciones emocionales positivas.
- Enseñándoles a aprender de los errores.
- Enseñándoles a saber pedir consejo y ayuda cuando sea necesario.
- Promoviendo un buen autocontrol y criterio reflexivo antes de actuar.
- Transmitiéndoles sentido del humor y optimismo.
Todos tenemos derecho a equivocarnos y estar dispuestos a aprender de ello.
El lado positivo del error. ¿Qué aprenden?
- La oportunidad de aprender a hacerlo bien y por ellos mismos. Colocar la ropa ordenada en su armario o atarse los zapatos pueden ser buenos ejemplos, nosotros podemos servirles de guía.
- La tolerancia a la frustración. La decepción y el fracaso casi siempre van a estar presentes tras sus errores, lo importante es volver a empezar y continuar el camino, nosotros podemos ayudar con nuestro ejemplo.
Ana Roa, pedagoga y psicopedagoga
www.roaeducacion.com
roaeducacion.wordpress.com
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