Los adolescentes y la lectura

Recomendaciones de lectura para niños de 10 a 12 años

En la preadolescencia, la música, el deporte y la televisión ejercen su poder de atracción sobre los chavales, al mismo tiempo que las lecturas obligatorias del colegio apartan a algunos del placer de leer. Razones suficientes para dejar que sus gustos se reafirmen, facilitándoles el acceso a una gran oferta de géneros y opciones variadas, en una edad en la que los libros los pueden ayudar a descubrir la riqueza de sus emociones y la diversidad del mundo.

La importancia de la lectura

La lectura y la adolescencia

La televisión, en primer lugar, seguida de la música, el cine y el deporte, es la gran competidora de la lectura entre los chavales de 10 a 12 años. El libro queda relegado a un puesto secundario en el ocio de los chicos y chicas de estas edades. Dicen las estadísticas que a tres de cada cuatro preadolescentes les gusta leer, pero no le dedican tiempo. Casi la mitad de ellos destina menos de una hora semanal a disfrutar de un libro que no sea de texto y nunca saca volúmenes prestados de la biblioteca del colegio. Sin embargo, parece comprobado que, cuanto más se dedican a la lectura, mejor es el rendimiento escolar.

La relación con los personajes del libro

Los niños y los adolescentes tienen la maravillosa facultad de dejarse llevar por una historia, de ponerse en la piel de los personajes de la misma. Se identifican tanto con la obra que leen que llegan a pensar que se ha escrito para ellos. Leer es sentir emociones: reír, llorar, estremecerse... La adolescencia es la edad en que la vida está en ebullición. Y las novelas para esta etapa deben tener las mismas cualidades de la juventud: para ser eficaces deben ser de acción rápida y ricas en emociones y sentimientos.


Leyendo, el adolescente desarrolla su imaginación y adopta la personalidad de héroes múltiples: la de niños y ancianos, la de personajes de hoy, de ayer o de mañana. Leer es, así, una forma de multiplicar las vidas de uno mismo: afrontar el peligro sin estar realmente amenazado, vivir situaciones diferentes, sufrir y curarse... Es disfrutar de una libertad formidable, frente a los estereotipos que presenta la televisión. Y la oferta es enorme: novelas históricas con las que se viaja al pasado; de ciencia ficción, para adentrarse en el futuro; de aventuras, que trasladan a los rincones más recónditos del planeta. Leyéndolas, se conocen otros modos de vivir, de pensar, de sentir, lo que permite ver de modo distinto la propia forma de vida.

La realidad reflejada en los libros

La adolescencia es, además, la edad en la que la persona se abre al mundo, en la que se descubre toda su belleza, su crueldad y complejidad. Se acaba la inocencia de la infancia: padres y profesores caen de su pedestal y dejan de ser el referente. La novela es el medio ideal para comprender el mundo, porque en ella se mezclan sentimiento, razón e imaginación. Los adolescentes necesitan, también, una intriga para implicarse, pero ésta debe basarse en la realidad. La ficción aporta a los adolescentes libertad para imaginar, pensar, enfrentarse y escapar de las imposiciones. Les da la posibilidad de convertirse en adultos autónomos.

Cómo ayudan las novelas al adolescente

Vivir la vida de otros personajes es algo aún más importante en una edad en la que uno se enfrenta al mundo adulto al que, sin embargo, teme. Esta circunstancia es la que explica el éxito de las novelas espejo, esas en las que los protagonistas son adolescentes de hoy con los problemas propios de la edad: dificultades de comunicación, malestar, inquietud frente al futuro, pero también amor y amistad. Leer este tipo de novelas ayuda a los adolescentes a conocerse mejor y a reafirmar su personalidad: con ellas se dan cuenta de que no son los únicos que detestan (momentáneamente) a sus padres, ni tampoco los únicos que tienen problemas con sus mejores amigos... En sus páginas, encuentran lo que ellos sienten y no son capaces de expresar. La lectura ficción los abre al mundo y a los demás, pero es mucho más que eso. Los ayuda, sencillamente, a ser ellos mismos. Es una aventura hacia lo esencial.

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