Cómo evitar discutir con tu hijo o hija adolescente
Claves para mantener la armonía familiar y evitar el conflicto constante con tu adolescente
Muchos padres y madres viven la adolescencia de sus hijos con auténtica angustia y estrés. Es una etapa en la que algunos jóvenes dejan de ser esos dulces y dóciles niños, para mostrar más rebeldía y más carácter y chocan con las opiniones de sus padres. En muchas familias es un período de enfrentamiento y conflicto constante.
Cristina, psicóloga y creadora de la cuenta de Instagram @miadolescenteyyo, nos da unas interesantes claves que podemos poner en práctica para evitar discutir con nuestros hijos o hijas adolescentes.
Claves para no discutir tanto con nuestros adolescentes
Cuando nuestros hijos llegan a la etapa de la adolescencia siguen necesitando límites, e incluso más que nunca. Además, algunos los piden a gritos porque todavía no son capaces de tener el control sobre sí mismos.
Algunas de las discusiones son provocadas por la necesidad que tienen determinados padres de demostrar que tienen el poder, que son los que mandan y que se hace lo que ellos digan.
Pero no nos olvidemos de que ya no son unos niños y no funciona eso de imponer, necesitamos otras fórmulas para evitar discusiones a la hora de poner límites o se liará la mundial.
Negociar es una herramienta muy útil; el ni para ti, ni para mí de toda la vida. Hace que las dos partes salgan ganando, que el adolescente crezca con criterio y, sobre todo, una mejor relación con nuestros descendientes.
A parte de la negociación, hay otros ingredientes que evitarán las temidas discusiones y los gritos, además de ayudar a mantener nuestra paz existencial:
- Cuando quieras que haga algo, no utilices el tono de queja o exigencia, utiliza la simpatía. Tendemos a victimizarnos para que hagan las cosas y llega un momento que nuestros adolescentes desconectan de nuestra voz. Lo siguiente son los gritos y la discusión. Por otro lado, la exigencia genera en muchas ocasiones rebeldía y enfrentamiento innecesario. Utilicemos mensajes claros, pero con simpatía. "Venga, tienes quince minutos para recoger la habitación mientras te preparo tus tortitas, hoy estoy de buen humor. Cuando acabes, te las llevo".
- Si tienes que hacer una crítica, primero haz un elogio. La crítica quedará dicha, pero el efecto será menos agresivo. Además, reforzaremos una virtud y evitaremos otra discusión. "Tú eres una persona muy generosa, no entiendo muy bien el comportamiento egoísta de hoy".
- Cambia el "ser" por el "estar". No es lo mismo decir "eres un egoísta" que "estás siendo egoísta". Hay que evitar poner etiquetas, además de la discusión, provocarás daños a largo plazo.
- Hazle reflexionar sobre su comportamiento en vez de desencajarte. Por ejemplo, puedes decirle: "¿Cómo te sentirías tú si yo te ignoro cada vez que me pides algo?". Probablemente no te conteste, pero le hará reflexionar. A lo mejor no consigues en el momento que haga lo que le has pedido, pero probablemente lo haga al rato. Pruébalo.
- Dale opciones para que tenga la responsabilidad de elegir. Plantéalo para que tu propuesta sea clara y tenga una motivación mayor que la de hacerte caso a algo que probablemente le de mucha pereza. "Tienes dos opciones: recoger tu habitación y poder jugar a la play esta tarde, o dejarla así, pero no habrá internet".
- Nada de insultar o ridiculizar para reprochar una conducta. El insulto es un misil que desencadenará una guerra, la rabia y la ira le hará perder el control y en consecuencia, a nosotros también. Recuerda, cuando nuestros adolescentes están descontrolados, nosotros tenemos que estar más controlados que nunca, somos el adulto.
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- No hagas lo que no quieras que te hagan. Nuestros hijos son nuestro reflejo; si les gritamos, nos gritarán, si les perdemos el respeto, nos lo perderán. Y ya no es como cuando eran pequeños, una consecuencia y ya. Nos dirán que nos gritan porque nosotros lo hacemos, que nos insultan porque lo hemos hecho nosotros antes y en menos de lo que nos demos cuenta, habremos perdido los papeles y estaremos llorando por las esquinas o corriendo una maratón para quitarnos el nerviosismo antes de que nos dé un ictus.
- Y para finalizar, lo más importante, elige las batallas.
Cristina C., psicóloga y creadora de la cuenta de IG @miadolescenteyyo
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