¿Cuándo debe hablar un niño?

Un niño que empieza a hablar muy pronto resulta simpático, aunque ello no signifique que en el futuro vaya a ser un excelente orador. En cambio, uno que alrededor de los 18 meses no entiende el sentido de nuestras frases sí debe llamar nuestra atención.

A partir de los 2 meses

El bebé reconoce su lengua materna Sin duda, el bebé reconoce la voz materna desde los primeros momentos, pero las investigaciones se han realizado a partir del segundo mes de vida. Sin saberlo, los iniciamos en la gramática desde la cuna, aunque de momento, de forma somera. El origen del lenguaje Muchas veces los padres se ponen frente a los bebés y hacen tonterías o adoptan un tono de voz muy particular: es el comienzo de una comunicación espontánea. Cuando le canturrean o le dicen expresiones como “mi chiquitín”, “cariño”, instintivamente, el niño sabe que se dirigen a él y aunque no comprende lo que se le dice palabra por palabra, sí capta los matices de las emociones. A partir de aquí, nuestra disposición para comunicarnos con él y nuestra ternura al hacerlo influirán en su desarrollo lingüístico.

Alrededor de los 3 meses

El bebé quiere hacerse entender Cuando le hablan de una forma delicada y entusiasta, y con una gran sonrisa, reflejo de una gran felicidad, el niño sonríe también. Para él, la boca que le habla y le sonríe, y los ojos que le miran forman un todo que le invita a conversar con el adulto.

Hacia los 6 meses

El bebé prueba sus registros vocales Todo lo que el bebé es capaz de emitir es una alegría para él, y también para el adulto. Pronuncia gran variedad de fonemas con gran espontaneidad, combinando vocales y consonantes. Con sus balbuceos, trinos y ronroneos, el niño trata de imitar los sonidos de su alrededor.

A los 7 meses

El bebé no conoce las palabras, pero sí su música “Ma, mu, ba, da, di...” El bebé disfruta con las sílabas preferentemente labiales, las más fáciles de pronunciar. Estudios realizados muestran que todos los bebés del mundo hacen su debut en el lenguaje con ellas. Este parloteo cada vez se parece más al habla de los adultos. Emite sílabas más o menos de la misma duración y entonación, intercalando sílabas largas y cortas, intensas con otras apenas audibles.

Hacia los 9 meses

El bebé se apoya en el contexto Escucha nuestras conversaciones y se fija en los indicios que le ayudarán más tarde a localizar el complemento en una frase. ¿Cómo? Por ejemplo, al decirle “mamá prepara el biberón”, él es capaz de distinguir los grupos de palabras porque le damos algunas pistas. También nos entusiasmamos cuando canta en letanía “mamamama”: “¡Sí, cariño, es ‘mamá’ la que te va a dar un beso!”. El “dododododo” lo interpretamos más libremente: “Tú quieres dormir, tienes sueño” o “tienes razón, papá ha cerrado los ojos y duerme”... Poco a poco, el bebé hace que le demos un significado a sus gorjeos al incluirlos en nuestro discurso. Además utilizamos habitualmente una serie de palabras tales como: baño, biberón, cuna, pelota..., siempre en las mismas situaciones. Una vez que entiende la palabra “baño”, por ejemplo, intentará quitarse sus patucos... Estos vocablos, por ser especialmente significativos para él, son más interesantes que otros y los va a aprender más rápidamente. Después, enriquecerá muy deprisa su vocabulario Una vez puestas las tres primeras palabras en su lugar y encuadradas “dentro” y “fuera” de su contexto, le siguen otras 5 ó 6. Las que él considera más útiles: “no”, “sí”..., pronunciadas, al principio, de forma aproximativa. Pero hay que hacer de padres, no de profesores. El niño suele comenzar diciendo “aco”, en lugar de “barco”. Se pueden tener dos actitudes. Corregirle: “No digas ‘aco’, di ‘barco’; repite conmigo ‘baaarco”... La lección podría terminar mal, ya que si el niño no consigue repetir correctamente la palabra tendrá sensación de fracaso. La segunda actitud consiste en aplaudir: “¡Has dicho ‘barco’, cariño. Muy bien!”. Seguramente, el niño habrá notado la pequeña diferencia que hemos aportado a su esbozo y, probablemente, intentará rectificar la siguiente vez que lo pronuncie. La adquisición del lenguaje no debe hacerse con esfuerzo, sino con disfrute.

Alrededor de los 18 meses

El bebé se lanza a hablar A veces muy pronto y otras más tarde. Cada niño tiene su propio ritmo. No podemos ni debemos establecer un calendario único y común para todos. Hay cuatro tipos de niños: los que hablan antes que sus vecinos y vecinas; los que hablan tarde, pero enseguida con un lenguaje muy estructurado; los que hablan dentro de un periodo normal, siguiendo más o menos las etapas estándar, y los que verdaderamente están “fuera de plazo”. Para estos últimos son recomendables pruebas de audición y comprensión. Alrededor de los 18 meses, el comportamiento estándar consiste en adquirir de 4 a 10 palabras por día y ponerlas en frases, que al principio son breves. Alrededor de los dos años, el niño comprende alrededor de 300 palabras, de las cuales puede utilizar 60 y construir frases que contengan hasta 4. Utiliza cada vez más verbos y formula las interrogaciones utilizando la entonación adecuada. Cuando habla de él, se llama por su nombre. Aunque con cierto aire telegráfico, podemos decir que habla, y, por supuesto, entiende mucho más de lo que puede decir.

Entre los 2 y 3 años

Perfecciona Comprende alrededor de 900 palabras y utiliza cerca de la mitad. Le gusta dar a conocer lo que él sabe: identifica los colores y adora nombrarlos, conoce el orden de las cifras y las “canta” hasta diez (aunque no tiene el concepto de cantidad). Habla de sí mismo en primera persona, utiliza el plural, habla en pasado y se felicita por sus hazañas (“he cogido una cuchara”) y utiliza el futuro (“me vas a comprar un juguete”). Sus errores (en las formas irregulares, en la sintaxis...) demuestran que ha captado la lógica de nuestra gramática... No sabe todavía que está llena de excepciones, pero va por buen camino.

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