Vacaciones familiares

Hemos disfrutado de unos días de descanso en el norte de España

Antes de que las compañías aéreas no me dejaran volar -recordemos mi avanzado estado de gestación- nos escapamos los tres: mi marido, Jorge y yo, unos días a Asturias.

Lo mejor fue aterrizar y notar el agradable fresquito mañanero asturiano, y es que, viniendo de los madriles, una llegaba harta de tanto pasear el abanico, de no dormir por las noches y de necesitar una ducha tras otra constantemente.

Hemos estado una semana de vacaciones y, como Jorge ya tiene casi tres años, cada vez es más consciente de lo que le rodea y disfruta más de las cosas. Todo es una aventura para él: coger un taxi al aeropuerto, volar en avión, llegar a un sitio nuevo, la playa, el hotel…

Una de las cosas con las que más ha disfrutado Jorge ha sido con el momento del desayuno. ¿Qué tontería habiendo playa, parques y otras diversiones, no? Pues sí, cada vez que bajábamos a desayunar, se volvía loco organizando el buffet:

- “Mamá, ¿qué necesitamos?”
- Un plato para las tostadas
Y Jorge salía corriendo con su plato en la mano para llevarlo a la mesa.
- ¿Qué más necesitamos, mamá?
- Mantequilla y mermelada

Jorge volvía a echar carreras entre la mesa y el servicio buffet. Y así, hasta que en la mesa teníamos todo lo necesario, y aun así, siempre encontraba una excusa para levantarse a ver qué más podía traer a la mesa. Todo esto a voz en grito claro, porque la voz de mi hijo suena unos cuantos decibelios más alta que la del resto del mundo. Así que éramos los más conocidos del comedor.

El resto ha sido también muy divertido para él: jugar con las olas, hacer castillos de arena, brincar en el parque, hacerse amigos nuevos, ir al acuario… Todas las noches caía roto en su cama y… ¡gran novedad! amanecía a eso de las 9 de la mañana, algo extrañísimo en él, que es muy madrugador. Quién volviera a ser niño por un ratito, ¿no?

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