La hora de la comida
Entiendo perfectamente a las madres y padres que se desesperan porque sus hijos no comen.
Jorge pasó de ser un pésimo bebedor de biberones a un entusiasta devorador de purés
El llanto desesperado al olor de la tetina o el rápido giro para esconder la boca y evitar el temido biberón afortunadamente han quedado atrás. Ahora tengo a un pequeño torbellino que sale disparado cuando ve que alguien se lleva comida a la boca
por si le cae algo.
Entiendo perfectamente a las madres y padres que se desesperan porque sus hijos no comen. Yo viví así la época del biberón, cada toma se convertía en un auténtico suplicio. Tuvimos que hacer verdaderas locuras para entretenerle y conseguir que tomara una cantidad decente de leche. Desde bailar con un cojín sobre la cabeza hasta teatro de marionetas, pasando por el juego del escondite... en fin, hemos hecho un montón de tonterías inconfesables para que al bebé se le olvidase que se estaba tomando la leche.
Todo cambió cuando comenzamos a introducir en su alimentación los purés de verduras, las papillas de cereales o los yogures. Resulta que el niño no era mal comedor, sólo sibarita, ¡vamos, que porque sean bebés no dejan de tener sus gustos y preferencias!
Ahora corre que se las pela al olor del jamón serrano, un trozo de queso o un buen currusco de pan. Incluso le atraen alimentos imposibles para un paladar tan pequeño como las aceitunas, las berenjenas y los pepinillos.
Ni que decir tiene que no le damos todo aquello que se le antoja y todavía evitamos la sal, las legumbres y el pescado azul, pero es una gozada ver cómo viene corriendo cuando nosotros comemos a pedirnos un poquito de lo que tenemos en el plato y se va con su pequeño tesoro a comérselo a un rincón para volver unos segundos después a por más. ¡No vaya a ser que alguien se lo quite!
Y, para que tome lácteos, hemos tenido que inventarnos varios trucos: preparar bechameles de pavo ligeritas para la noche, añadir al puré y a las papillas cacitos de leche en polvo, darle yogures a tutiplén...
Ahora está empezando a querer comer él solo, coge la cuchara de plástico al estilo medieval e intenta cargarla con comida. Poca le llega a la boca y mucha al suelo de mi casa, pero hay que animarle en su pequeño gran intento.
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