¡Cumpleaños feliz!

Hoy es el cumpleaños de Jorge, cumple dos años.

Regalos de cumpleaños

Esta mañana me levanté antes de que sonara el despertador, le puse su regalo en el salón, y su padre preparó una velita para que el niño la soplara. No había quien le sacara de la cama, pero por fin, después de rezongar un rato, apareció en el salón y se volvió loco de contento al ver su tractor amarillo (es un apasionado de los camiones, los trenes y los tractores). «Gasias mamá, gasias, tactó gande».

Las prisas mañaneras han hecho que después de esta mini-fiesta saliéramos pitando a llevar al niño a casa de mis suegros, tractor incluido. Un rato más tarde, conduciendo de camino a mi trabajo, pensaba en lo que hacía yo tal día como hoy hace dos años (ahora, como en las películas, sale un efecto olas sobre la pantalla mientras suena una música de campanitas).

Tal día como hoy hace dos años...

Pasé toda una noche ingresada en dilatación. Cada dos horas, una enfermera diferente venía a explorarme, y cada dos horas, me decían: «llevas 1 centímetro, claro como eres primeriza». A la cuarta visita, se me dibujó un puchero en la boca que me impidió gritarle algo así como «dejad de decirme todas lo mismo, ya sé que soy la más lenta de las parturientas, pero ponedme de una condenada vez algo para los dolores».

Un millón de horas después aquello comenzó a avanzar, y por fin, una enfermera me confesó que como yo era la más lenta, me habían dejado para el final. ¡Y dale con que soy lenta! Llevaba ya 36 horas de contracciones, cuando por fin me llevaron a quirófano. La última contracción antes de la epidural fue tan intensa que no pude ni respirar. Pensé «¿cómo pudo hacerlo mi madre sin drogas, vaya tía dura, es mi heroína». Diez horas después de la epidural nació Jorge, me costó lo mío, pero soy muy cabezota y pensé que de cesárea nada de nada, que yo empujaba hasta que se me salieran los ojos de las órbitas.

En la sala de espera

Mientras mi marido y yo estábamos en el quirófano, en la sala esperaban padres, hermanos y cuñados organizaban su pequeña juerga, y es que, tantas horas dan hasta para fantasear con otras familias sobre un posible matrimonio entre los respectivos bebitos. Cuando Jorge asomó al niño por la ventana, ¡por Dios no como Michael Jackson!, escuché un griterío. Mi familia junto con las de otras mamás, me hacía la ola y aplaudía, como si yo fuera una estrella del rock. Ventajas de ser la parturienta mas lenta del día.

Este sábado haremos una fiesta para mi pequeño… ¿bebé? o ¿hay que llamarle ya niño?… bueno, para mi pequeño Jorge. Hoy, de momento, me lo comeré a besos.

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