¡A la guardería!

En septiembre Jorge irá a la guardería. Será su primera vez... y también la nuestra

A Jorge le cuidan mis suegros mientras mi marido y yo estamos trabajando. Tengo una estupenda relación con ellos y, en su día, fue un desahogo saber que el niño iba a tener una atención exquisita mientras yo no estuviera. Todo ha ido fenomenal durante estos meses, pero... ha llegado el momento de ir a la guarde.

Una de las razones por las que hemos decidido dar el paso es porque el niño necesita relacionarse con otros niños: jugar, aprender cosas nuevas, compartir… Por otro lado, mis suegros se merecen también un descanso y tiempo para ellos. Así que llevamos varios meses buscando guardería, todos los padres que conocemos nos dijeron que este tema no se puede dejar para última hora... ¡menudo está el patio!

De las públicas me olvidé en un principio, en la zona donde busco es más complicado que te den una plaza, que ganar el Gordo de la lotería dos años consecutivos. Nos pusimos, pues, con las privadas: listado de posibles guarderías, llamadas para conseguir cita, entrevistas…

A algunas llegamos tarde y ya no había plazas (¡aunque comenzamos a buscar con un año de antelación!), incluso con la cita concertada nos llegaron a avisar de que la plaza se había cubierto ya. Esto de las guarderías es un mundo. Debo de estar muy fuera de órbita, pero ahora resulta que lo que se lleva no es la guardería sino la escuela infantil, porque tienen método pedagógico, que es algo que nos encanta oír a los padres.

También yo he aprendido en estas visitas: que existen unos inodoros realmente pequeños, como de casita de juguete, para enseñar a los niños a controlar esfínteres; que es mejor que se queden a comer ya que forma parte de la enseñanza de la escuela; que los niños adoptan nombres como “el grupo de las ardillas”, “el grupo de los dinos”; o que para dormir basta con una hamaca casi a ras de suelo.

En este momento, estamos decidiéndonos entre dos, ambas están muy bien, pero lo que tiene la una no lo tiene la otra y viceversa. ¡Vaya dilema! Sobre todo cuando es tu bebé quien va a estar al cuidado de otras personas. Sólo espero que vaya donde vaya, la experiencia sea positiva para el niño y... cruzo los dedos para que no llore cuando le dejemos, porque el berrinche que me puedo pegar será mayor que el de mi amiga Marian el día que acabó «Cristal».

Ah… Y estaré encantada de que me contéis vuestras experiencias y las de vuestros hijos cuando fueron a la escuela infantil.

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