Mi bebé babea sin parar, ¿es normal?

Entre las babas y las burbujitas que le asoman por la comisura de los labios, te pasas el día con un trapito suave en la mano, secándole la boca permanentemente húmeda. No te preocupes, esas molestias de los primeros meses son pasajeras.

Babear: un aprendizaje necesario

Las glándulas salivares no empiezan a funcionar hasta 8 ó 10 semanas después del nacimiento. Esa cantidad de líquido que tu pequeño descubre de pronto en su boca (¡y que no tiene nada que ver con la leche!) le sorprende, pero no tiene el reflejo de tragarla. Por eso deja simplemente que salga al exterior. Todavía deberá pasar un mes antes de que adquiera el automatismo de la deglución.

A partir de los 3 meses, el bebé ya es perfectamente capaz de "controlar" la saliva. De hecho, solo la produce en grandes cantidades cuando come, para facilitar el proceso digestivo. Fuera de esos momentos, el volumen de saliva es escaso y tu bebé la traga sin darse cuenta.

Una producción excesiva involuntaria

Pasados los 3 meses, el bebé vuelve a babear. Esta hipersecreción de saliva se produce cuando padece una erupción dentaria o a consecuencia de una inflamación bucal (rinofaringitis, afta...). Entonces, la irritación provoca una excitación del nervio neumogástrico que controla las glándulas salivares. Puedes aliviarle el dolor con paracetamol. Pero, mientras la irritación no desaparezca, eso no influirá en la producción de saliva.

Qué medidas tomar

1. Ponle un babero para que no moje el pijama.
2. Sécale a menudo la boca y el mentón con un trapito suave, ya que a la piel no le gusta la humedad, porque le quita las defensas contra los microbios.
3. Si le aparecen granitos rojos en el mentón, desinféctaselo con un antiséptico suave.

¿También le desborda la leche por la comisura los labios?

En algunos casos, el bebé también escupe leche. Esas pequeñas regurgitaciones se deben a la inmadurez del sistema digestivo del recién nacido: el músculo que cierra la parte superior del estómago no funciona bien y los alimentos tienden a refluir del estómago al esófago. Para evitar estas molestias que a la larga irritan el esófago, hay varias soluciones:

1. Levanta la cabeza de tu bebé cuando esté acostado.
2. Espesa el biberón con un espesante "antiregurgitación".
3. Dale un medicamento antireflujo que deberá tomar quince minutos antes de mamar y un protector esofágico después de las comidas. La aplicación de cualquiera de estas tres soluciones dependerá de las recomendaciones del pediatra.
4. En general, el reflujo desaparece por sí solo hacia los 12 meses, cuando el sistema digestivo alcanza su madurez.

¿Un síntoma persistente?

A partir de los 12 meses, el síndrome del bebé que babea demasiado debe ser pues solo un mal recuerdo, salvo en épocas de erupción dentaria. Pero, a veces, se prolonga todavía durante un tiempo, hasta los 2 ó 3 años o incluso más. En ese caso hay que buscar una explicación psicológica. Puede que tu hijo haya encajado mal alguna cosa o que le cueste aceptar algún acontecimiento de su vida. En ese caso hay que acudir a un especialista.

Isabelle Gravillon con la colaboración de Nicole Castaign, pediatra
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