La inteligencia en los bebés

El desarrollo del aprendizaje de los bebés

El término inteligencia se ha venido utilizando como expresión de la capacidad de abstracción, aprendizaje y adaptación a nuevas situaciones, que permite la adquisición de la habilidad para juzgar, comprender y razonar.

La maduración cerebral es la que permite al niño alcanzar el máximo grado de perfección funcional a través del aprendizaje, permitiendo su organización general y, de manera particular, la cognición y la autoconciencia.

Los padres y la inteligencia de los bebés

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En los primeros meses de vida la conducta genética es la predominante, y el niño establece una relación con el entorno a través de sus padres que instintivamente le proporcionan los estímulos iniciales esenciales para los aprendizajes especializados de los distintos circuitos funcionales.

Las primeras experiencias cognitivas se limitan a sensaciones de placer o displacer, gratificación o frustración, pero ya desde el primer mes de vida, es capaz de organizar de manera elemental su espacio al percibir visualmente aferencias del exterior a través de la información que le proporcionan los órganos de los sentidos, visión, tacto y audición principalmente, pero también el olor y el gusto.

Los padres son los responsables de que estos estímulos lleguen adecuadamente en esta etapa precoz de la percepción del mundo externo en diversas situaciones, como por ejemplo, en las distintas posturas que al manipularle le permiten adoptar en el espacio.

Estas experiencias precoces permiten estimular el fenómeno de la atención, al paso que, a través de los mecanismos primitivos de la memoria, proceder a crear engramas cerebrales, registros o impresiones estructurales que dejan las experiencias en las neuronas, para su nueva utilización y perfeccionamiento. En esta etapa precoz, en el segundo trimestre de vida, el niño ya es capaz de abstraer.

La conciencia propia en los bebés

En el primer año de vida se posee una capacidad cognitiva general, y obtiene unos instrumentos que le permiten:

  • Pensar.
  • Relacionarse socialmente.
  • Adquirir un lenguaje.
  • Utilizar la inteligencia para adquirir una conciencia propia.

Diferencia entre el cerebro intelegente y social en el bebé

El cerebro del niño adquiere una capacidad para entender y manejar con habilidad los diversos acontecimientos sociales que se producen en su entorno, a través de la maduración de unas funciones especiales, que permiten categorizar, entender y recordar el mundo social.

Las habilidades sociales permiten al niño:

  • El compartir experiencias con sus semejantes.
  • La capacidad de imitar y representar.
  • El desarrollo de la afectividad y la empatía.
  • La capacidad de atribuir creencias a sí mismos o a otros.

Los padres deben estar concienciados de la importancia de su función educativa, y ello desde las primeras etapas de la vida del niño para que alcance un nivel de maduración óptimo, siendo responsables del mismo. De manera implícita serían los centinelas que descubrieran de manera precoz alteraciones en la misma, y por ende la aplicación de normas autocorrectoras que podrían determinar su normalización o en su defecto su minimización.

Dr. Jaime Campos. Jefe de Neurología Pediátrica del Hospital Clínico de San Carlos de Madrid.

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