Cinco ideas para jugar con tu bebé
Estimula a tu bebé con el juego
Rodar, balancearse, hacerle cosquillas... A partir de los 6 u 8 meses, tu bebé se deleita ya con sus primeros juegos. Violeta, de 7 meses, disfruta al máximo con su padre Esteban.
1. El ascensor de los besos
Con la espalda plana sobre una alfombra mullida y las piernas un poco flexionadas, Esteban sujeta a Violeta en alto, por encima de su cara. Con los brazos extendidos, levanta a su pequeña. Luego dobla los brazos, la acerca hacia sí y le da un beso.
Plus seguridad: en esa posición se evitan los accidentes. Si Esteban se desequilibra, la pequeña se desliza en los brazos de su padre. No hay peligro de que se golpee con un mueble, porque la zona de juego está despejada, ni tampoco de caída importante, porque Violeta no sube muy alto.
2. Rodar por el suelo
Esteban se echa de lado. Su hija está delante de él, tumbada sobre el vientre. Ayudándose de su mano libre, colocada sobre la cadera de Violeta, vuelve a la niña de espaldas.
Plus seguridad: atención, todo el cuerpo del bebé debe seguir el movimiento de rotación y hay que vigilar que el brazo que reposa en el suelo esté bien colocado a lo largo del cuerpo. Así se protege el hombro, lo que no ocurriría si el brazo estuviera en posición perpendicular.
3. Un buen balanceo
Esteban está sentado en una silla y Violeta montada a caballito sobre una pierna, que su padre mantiene extendida y que levanta para convertirla en un columpio. Para no tirar de los brazos de su hija, coloca las manos bajo las axilas y le sujeta bien la espalda. Esteban hará un buen ejercicio de gimnasia y Violeta se columpiará.
Plus seguridad: a esta edad, Violeta es verdaderamente "de goma". Pero conviene proteger sus articulaciones y ligamentos a la altura de los hombros y de los codos. Por eso hay que cogerla por debajo de los brazos, envolviendo la espalda, para evitar cualquier peligro.
4. ¡Hop! ¡Boca abajo!
Sin moverse de la silla, Esteban abraza a Violeta contra su cuerpo, rodeando la espalda de la niña con sus antebrazos mientras le sujeta la cabeza con las manos. Primero hunde a su hija suavemente entre las piernas sujetándola todo el tiempo con firmeza. Luego la incorpora y deja que se hunda de nuevo...
Plus seguridad: aunque Violeta sostenga bien la cabeza, su padre puede contribuir sujetándosela a su vez en esa posición invertida, para proteger mejor las cervicales. Además, así los brazos y los codos de la niña también están a salvo.
5. Sesión de cosquillas
El padre se coloca de rodillas delante de su hija que está tumbada de espaldas, a su lado. La mano de Esteban se desplaza por los costados de Violeta, que se retuerce al sentir esa pequeña presión. ¡Una verdadera sesión de cosquillas!
Plus seguridad: hacer cosquillas no es lo mismo que pellizcar ni presionar de forma excesiva, especialmente en el vientre. Recuerda que la piel de los bebés es muy fina. Lo que para un adulto es inocuo, puede provocar un cardenal en el bebé.
Algunas precauciones
Los bebés son frágiles, sí, pero no tanto como para que no podamos jugar con ellos, porque necesitan esos momentos de complicidad y de contacto para desarrollarse. Sin embargo, tomar ciertas precauciones, como las que Esteban ha adoptado al jugar con Violeta, y el respeto de algunas normas simples permiten proteger mejor a los bebés.
¡Cuidado con las caídas y los golpes! No juegues cerca del vacío (al lado de una escalera o en un balcón) o en un espacio pequeño lleno de muebles, porque el bebé se podría golpear contra ellos.
Es aconsejable que te coloques en el suelo, sobre una alfombra o encima de unos cojines que amortiguarán el golpe si el bebé se cae.
Si tumbas al pequeño directamente en la alfombra, ésta tiene que estar limpia y bien aspirada.
No juegues después de las comidas para que no devuelva lo ingerido. No es agradable tanto movimiento con la tripa llena. Y si el bebé arranca a llorar sin razón aparente y no consigues calmarlo, es que está cansado y tienes que parar.
Aunque el pequeño no tema la altura ?los bebés no tienen vértigo-, nunca lo lances al aire, es muy peligroso.
Sophie Viguier-Vinson, con la colaboración de Dominique Renier, neurocirujano y Jean-Luc Roure, cirujano ortopédico.
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