Los ritmos circadianos del bebé

Los ritmos circadianos o ritmos biológicos son cambios que se produce en nuestro organismo a intervalos regulares de tiempo, estando motivados por los cambios que se producen en nuestro entorno, fundamentalmente el día y la noche. Así, son ciclos circadianos la temperatura del cuerpo, los ciclos metabólicos y el sueño.

Los ritmos circadianos de los bebés son diferentes de los de los adultos: son mucho más cortos y frecuentes. Es decir, los bebés tienen las mismas fases de sueño que los adultos, pero éstas son mucho más cortas y se van repitiendo a lo largo de las 24 horas del día. A medida que pase el tiempo estos ciclos se irán definiendo y asentando en una pauta de siestas durante el día y sueño por la noche.

Por qué los bebés duermen en periodos cortos

Los bebés necesitan de estos ciclos tan cortos por dos motivos. El primero es evolutivo: esta pauta de sueño facilita el crecimiento del cerebro y el desarrollo físico. Los bebés crecen a un ritmo vertiginoso durante los primeros años de su vida, y sus ciclos de sueño responden a sus necesidades biológicas.

El segundo factor tiene que ver con la supervivencia: los bebés pasan la mayor parte del tiempo sumergidos en un sueño ligero, lo que probablemente se deba a que necesitan "que les sea fácil despertar" en caso de necesidad, como la de comer, el estar húmedos o sentir malestar de algún tipo.

Cuando empiezan los bebés a cambiar su ciclo de sueño

El ciclo de sueño de los bebés comienza a madurar a partir de las 6 o 9 semanas de edad y no se hace regular hasta los 4 o 5 meses. Aproximadamente a esta edad llega un momento en que los bebés comienzan a estar despiertos la mayor parte del día y a dormir la mayor parte de la noche

Entre los 9 y los 10 meses los periodos de sueño se consolidan: éstos se alargan y el bebé comienza a dormir y despertarse aproximadamente a la misma hora cada día.

En definitiva, comprender los ritmos circadianos en los bebés y cómo afectan a su sueño es fundamental para ayudarles a desarrollar patrones saludables desde los primeros meses de vida. Aunque cada bebé es único y puede necesitar ajustes personalizados, respetar sus necesidades naturales de descanso y adaptarse a sus señales contribuye a que el sueño sea más reparador, tanto para ellos como para sus cuidadores.

Establecer rutinas consistentes, favorecer la exposición a la luz natural durante el día, crear un ambiente tranquilo y adecuado para el descanso nocturno y ser pacientes ante las inevitables interrupciones del sueño son claves esenciales en este proceso. Si bien las noches sin dormir pueden parecer interminables, recordar que estos desafíos son parte de un desarrollo natural y pasajero puede aportar consuelo. Con tiempo, dedicación y una comprensión amorosa de los ritmos de su pequeño, las familias pueden encontrar un equilibrio que fomente no solo el sueño saludable del bebé, sino también el bienestar general del hogar.