Como enseñar a tu hijo las normas de cortesía
Bien educado desde bebé
Decir hola, adiós o gracias es el abecé de la cortesía. ¿Cómo podemos enseñar a los más pequeños estas fórmulas de urbanidad? Sigue los consejos de nuestros especialistas de la infancia y de los buenos modales: Christine Brunet, psicóloga clínica, Dominique Picard, catedrática de psicología social y Geneviève d?Angenstein, fundadora de la Escuela Francesa de Cortesía.
Índice
1. "Buenos días" y "buenas noches"2. ¿Qué hacer si se niega a decir "hola"?
3. "Gracias" y "por favor"
4. Decir "perdón"
5. No interrumpir
6. Las palabrotas están prohibidas
7. Y también...
8. Un último consejo
"Buenos días" y "buenas noches"
Desde que tu hijo nació, lo has criado con esas fórmulas de cortesía. A diario le das los buenos días cuando se despierta y las buenas noches cuando lo acuestas. Al hacer de ello una costumbre, le ayudas a dominar esas convenciones.
Hacia los 8 meses, puedes enseñarle a decir adiós con la mano cuando sale de una habitación. Anímalo felicitándole, ¡se sentirá orgulloso!
¿Qué hacer si se niega a decir "hola"?
No te pongas de uñas por sistema, ya que puedes provocar que el niño se oponga rotundamente a entrar en el juego de las normas. Puede que tu pequeño sea tímido o emotivo. Explícale que vas a saludar por él porque es muy importante hacer gestos de reconocimiento a las personas a las que nos dirigimos. ¿No saluda a su abuela, pero insiste en enseñarle su juguete nuevo cuando llega? Aún no ha comprendido el código, pero es un buen comienzo. Los niños pequeños también dicen hola con la mirada o con una sonrisa.
"Gracias" y "por favor"
Haz que se familiarice con estas palabras "mágicas" desde los primeros meses. Si consigue coger un cubo y te lo ofrece, dale las gracias y transmítele tu reconocimiento. Y cuando ya sepa hablar, invierte los papeles: ofrécele un juguete para que comprenda que ahora le toca a él darte las gracias.
Al principio, tu hijo hace suyas esas fórmulas de cortesía a través de la imitación y del juego. Jugar a las tiendas, por ejemplo, es una ocasión estupenda para revisar estas convenciones.
Decir "perdón"
Excusarse es importante, pero tu hijo necesita tiempo para comprender el sentido de esta palabra. Lo logrará socializando, al entrar en contacto con el grupo. Si, por ejemplo, empuja a un niño en el parque, pedir perdón tendrá más sentido para él.
No interrumpir
No solo hay que comportarse en la mesa, también hay que hacerlo en una conversación. Tu pequeño parlanchín tiene que aprender a no interrumpir a los demás y a no gritar a sus hermanos impidiéndoles intervenir.
La cortesía forma parte de la educación y permite fijar los límites. Explícale que puede participar en la conversación, pero que debe esperar su turno, porque todos en la familia tienen derecho a compartir sus ideas con tranquilidad y cortesía.
Las normas de cortesía obligan a no elevar el tono de voz para tomar la palabra y a no interrumpir al otro hasta que no haya terminado lo que tiene que decir. No es algo fácil para tu charlatán. Por suerte, en el colegio, todos los días se ponen en práctica esas reglas sobre cuándo y cómo se puede intervenir.
Las palabrotas están prohibidas
"¡Mier...!" ¿De dónde salen esas palabrotas? ¿Del colegio? A lo mejor, pero ¿seguro que vigilas bien el lenguaje que se utiliza en casa? En este caso, de nuevo, tu papel como modelo es fundamental. Si estás segura de que tu hijo no ha oído palabras malsonantes en casa, no te lo tomes como una catástrofe.
A los 3 años, tu hijo descubre el poder de las palabras y, a juzgar por la cara que pones, esa en concreto parece tener un poder enorme. Para que no la repita, recuérdale por qué están prohibidas las palabrotas. También puedes optar por bromear: "Creí que habías dicho una palabrota, pero me parece que te he oído mal, porque los niños educados no dicen esas cosas". Si es más mayor, también puede que esté poniendo a prueba tu autoridad. En ese caso, tienes que darle una respuesta sobre lo que estás dispuesta a aceptar y lo que no.
Y también...
¿Tose? Enséñale a taparse la boca con la mano para no compartir los microbios. Y lo mismo cuando estornuda.
La puntualidad. Luis XVIII decía que "la puntualidad es la cortesía de los reyes". Pero si metes prisa a tu hijo para que no llegue tarde al colegio, predica con el ejemplo no llevándolo a clase de danza con diez minutos de retraso.
Un último consejo
No pidas demasiado a tu hijo ahogándolo en reglas, sobre todo si es pequeño. Ve poco a poco y siempre con buen humor.
Stéphanie Letellier
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