5 casos por los que tu bebé se niega a comer
Analizamos de forma detallada los 5 casos más habituales por los que tu hijo se niega a comer.
No admite la cuchara, solo quiere comer potitos o alimentos salados, rechaza la comida en trozos o la verdura... Puede que tu hijo se encuentre en uno de estos casos o en varios a la vez. ¿Qué hacer? Sigue estos consejos.
Se niega a comer con cuchara
Esperabas con impaciencia esta nueva etapa. Por fin tu bebé iba a comer purés con cuchara, como un niño mayor, o casi.
Lo que ocurre cuando tiene el plato delante: se niega a abrir la boca cuando le ofreces la cuchara y, si insistes, vuelve la cabeza. Estás decepcionada y no sabes qué hacer ante ese rechazo que no te esperabas.
¿Qué debes hacer? Tranquilízate. Aunque tarde en aceptar la cuchara, tu hijo no va a sufrir ninguna carencia: la mayor parte de los nutrimentos que necesita en esta etapa de la diversificación se los aportan las leches infantiles (o la leche materna si le das el pecho). Ofrécele la cuchara en diferentes ocasiones, sin forzarlo. Si crees que todavía no está preparado, inténtalo dentro de una semana, los dos tenéis tiempo de sobra. Mientras, puedes meter los purés o las compotas en el biberón.
¿Trozos? ¡No gracias!
Tu hijo ya tiene dientessuficientes para introducir los trozos en su alimentación. Es una etapa importante de la diversificación y de la iniciación a los sabores y las texturas.
Lo que ocurre cuando tiene el plato delante: a tu bebé le encantaban las patatas en puré, pero ahora se niega a comerlas en trozos. ¡Qué raro!
¿Qué debes hacer? Aunque tu hijo mayor no reaccionara de este modo, no es nada excepcional. Puede que tu pequeño rechace los trozos porque se los das en un puré y teme la nueva textura. El rechazo también puede ser consecuencia de un mal paso que ha quedado grabado en su memoria o de una ingestión difícil de un trozo anterior, demasiado grande para él. Por temor a pasar por el mismo trance, prefiere rechazarlo todo. Como ocurre a menudo con la alimentación de los niños, tu mejor aliado es el tiempo. Ofrécele la comida en trozos cada cierto tiempo, sin forzarlo. Colócalos aparte en el plato y deja que los coja él mismo con los dedos. Cuando vea que es capaz de controlar la masticación y la deglución, aceptará los trozos.
Con la verdura, no hay manera
Para que tu hijo esté sano, le preparas verdura todos los días.
Lo que ocurre cuando tiene el plato delante: brócoli, judías verdes, zanahorias... en cuanto lo ve, aparta el plato. No les encuentra la gracia.
¿Qué debes hacer? Para garantizar el aporte de fibra, vitaminas y oligoelementos, basta con que tu bebé tome una o dos verduras o frutas al día. Si se niega, no te empeñes. Sé inventiva, pero nunca lo fuerces para que la comida no se coinvierta en motivo de rechazo sistemático.
Dásela de forma distinta. Si no le gusta la zanahoria cocida, a lo mejor la toma rallada. ¿No aguanta las judías verdes? Cómpralas extrafinas, sin hilos y, si es posible, ecológicas. Podrías añadir una nuez de mantequilla.
Pero no engañes nunca a tu hijo "camuflando" la verdura que no le gusta en el puré. ¡No se trata de eso!
Para que las acepte mejor, dásela en pequeñas cantidades, sin montar un número antes incluso de que haya empezado a comer. Un estudio llevado a cabo en Estados Unidos va en esta dirección: un niño se siente más inclinado a probar una verdura cuando sus padres no le hablan de los beneficios que tiene para su salud. De modo que olvídate de la sopa que hace crecer o de las zanahorias que te hacen ver mejor.
Por último, recuerda que tu hijo tiene derecho a que no le guste una verdura. Tiene sus propios gustos, como tú. A lo mejor, dentro de unos años le gustan esos nabos que ahora tanto detesta.
Solo quiere comer dulce
Para que tu pequeño gourmet disfrute de una alimentación equilibrada y variada, le preparas verdura, carne y pescado según la comida del día.
Lo que ocurre cuando tiene el plato delante: ¿salado?, no gracias. Tu hijo dice que no tiene hambre. Pero, al llegar el postre, te pide otro petit suisse. Es evidente que es un goloso y sabe que cederás.
¿Qué debes hacer? Por miedo a que no coma lo suficiente, dejas que tome dos yogures para "compensar". Si quieres salir de ese círculo vicioso, tienes que poner fin a esa selección en su plato y a la doble ración de postre. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero tienes que convencerte de que tienes razón y pedir la colaboración de su padre. No se trata de obligarle a terminar el plato de verdura, sino simplemente de que coma la cantidad que consideres razonable. Varía los menús y, si se niega en rotundo, no le des postre. Tu hijo no se dejará morir de hambre. Enseguida comprenderá que no comer alimentos salados no es una opción.
No le gustan los platos caseros
Durante la semana, los potitos son prácticos. Pero, cuando llega el fin de semana, quieres preparar productos frescos para tu bebé.
Lo que ocurre cuando tiene el plato delante: seguro que tu puré de zanahorias es delicioso, pero, al parecer, no tanto como el de los potitos. Es una reacción que tiene fácil explicación: con los potitos, tu hijo está acostumbrado a un alimento "insípido" y a consistencias uniformes, sin sorpresas. Si crees que tu puré de zanahorias es mejor que el de los potitos, es porque el sabor es distinto... Por eso precisamente tu bebé necesita tiempo para acostumbrarse. No desesperes: acabará sucumbiendo a tus platos caseros, como el resto de la familia.
Stéphanie Letellier
© Enfant.com
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