Adolescentes. La pasión por el móvil

¿Qué significa para un adolescente su teléfono móvil? ¿Una concesión al consumismo, la satisfacción de sus necesidades de comunicación y de pertenencia a un grupo, una maquinita más con la que jugar...? De todo ello hay, aunque sean muchas veces los padres quienes se lo facilitan a los hijos para sentirse más tranquilos. En cualquier caso, este pequeño dispositivo, cuya utilidad es innegable, no siempre es objeto del uso más adecuado.

Los adolescentes, inmersos en la sociedad de consumo, reclaman un teléfono móvil como otro juguete más, como si se tratase de una videoconsola portátil, el juguete preferido de los niños y chavales del siglo XXI. Más que para hablar, los adolescentes utilizan el móvil para divertirse: para mandar SMS, concursar en televisión, hacer fotos, bajarse tonos de internet... Pero también lo necesitan para sentirse parte del grupo. A través de los mensajes de móvil han creado un nuevo lenguaje, su propia gramática, la ?agramática• sin nexos ni ortografía. Se trata de un lenguaje propio de las nuevas ?tribus?, que utilizan una nueva forma de comunicarse: menos directa y más aséptica e impersonal, ya que con los mensajes se pierde mucha de la información no verbal que se tiene en la conversación (los silencios, el tono, la expresión de la cara...) y muchas de las respuestas vegetativas que no se pueden controlar (el rubor, el sudor,...). Con el móvil, además, la comunicación se limita a un mensaje unidireccional. El emisor escribe el mensaje y se suspende la comunicación. Al quedar la comunicación interrumpida, ya que no se obtiene ninguna señal del receptor durante la emisión, se tiene la necesidad de buscar o esperar la respuesta. Los chavales están pendientes de recibir su contestación mientras se sucede una serie de mensajes, unos explicativos de otros, concluyendo en un juego de ?yo te he dicho?, ?te quería decir?, etc. Con este sistema, los tímidos tienen la ventaja de atreverse a decir más cosas, y los ansiosos, la desventaja de la espera.

Nuevas familias: otras necesidades

Muchas veces, sin embargo, la necesidad de hacerse con el preciado juguete no es tanto de los hijos como de los padres. Para muchas familias, el móvil ha pasado a ser tan necesario como el coche. El artilugio forma parte de su estilo de vida, como el ordenador o internet. Son esas familias que viven a las afueras de las grandes ciudades, o en urbanizaciones, y en las que cada uno de los miembros se desplaza hacia una dirección. Para sobrellevar las distancias necesitan estar coordinados y en contacto permanente: nada mejor que el móvil para ganar en tranquilidad y comodidad, ya que con él se acortan psicológicamente las distancias, y el móvil evita el engorro de tener que buscar una cabina o un teléfono público. El móvil es de gran utilidad, nadie lo discute, para esas familias en las que todos trabajan y algunos viajan mucho. En épocas pasadas, en las casas siempre había alguien, se conocía a los vecinos o a los comerciantes del barrio. Si algún hijo necesitaba algo, siempre podía recurrir a alguna persona conocida; si pasaba algo, se podía localizar a alguien en casa... Ahora, las cosas son distintas: la mayoría ya no tiene una relación de confianza con sus vecinos y se hace la compra en una gran superficie, donde no se pasa de ser alguien anónimo... El móvil se ha convertido, para muchos, en algo indispensable.

Adolescentes solitarios

Y hay más: ahora todos somos más nómadas que antes. Los chicos son más independientes desde edades más tempranas; van de campamento en verano; viajan al extranjero a aprender idiomas, muchas veces solos y sin conocer a nadie porque es cada vez más difícil ponerse de acuerdo con los amigos para que vayan juntos... Por otra parte, los niños empezaban a salir con el hermano mayor o con la pandilla del primo; ahora, cada vez se tienen menos hermanos y menos relaciones familiares, así que cuando empiezan a salir los padres no suelen conocer a los amigos de su hijo ni saben adónde va... Hay más violencia, más droga, más inseguridad, empiezan a conducir antes... En conclusión, que cuando un padre le da un móvil a su hijo lo que le está entregando es un bote salvavidas. Es práctico y útil. Eso está claro. Pero el móvil también tiene su faceta negativa, que queda ilustrada con los casos de esos adolescentes solitarios que caen en la adicción para superar su aislamiento. Son chavales que pasan mucho tiempo solos, que vuelven a casa y se la encuentran vacía, que viven lejos de sus amigos... Para ellos, el móvil ?o la videoconsola o el ordenador• puede ser una trampa: pasan el día esperando el momento de jugar con él, pierden el control del tiempo, no ven la manera de acabar, se aíslan y alienan con él. El móvil acaba interfiriendo en su vida social: pueden estar en una reunión y abstraerse del grupo mientras leen o ponen mensajes o echan una partida. No tienen control sobre él: están pendientes de él continuamente. Lo tienen conectado en clase, en el autobús, en la consulta del médico• No pueden prescindir de él ni en el cine. El teléfono se impone a lo que estén haciendo: cuando reciben un mensaje tienen que leerlo y contestar en el acto, aunque estén en medio de una conversación interesante o con un extraño.

Ni iniciativa ni creatividad

Este mal uso de las maquinitas, los lleva a perderse otras muchas experiencias. Ahora los niños no tienen que imaginarse un escenario y crearlo, ya viene dibujado en la pantalla. No tienen que buscar palos y telas para construir una cabaña. No necesitan pinzas ni chapas para hacer un campo de fútbol. No precisan salir a la calle para encontrar compañeros de juego. Ya no necesitan combas ni gomas elásticas para adiestrarse psicomotrizmente: saltan con Mario, con Spiderman, de tejado en tejado. No necesitan muñecas a las que vestir, bañar o dar de comer; pueden construir su propia casa con el SIMS. Ahora ?lo menos es más?. Solo tienen que pulsar o cliquear para ver lo que otros han imaginado de una manera rápida. No vale pararse, esperar, pensar, planificar. Solo adiestrarse en hacer lo que otros han programado. No se necesita iniciativa, ni creatividad. Solo rapidez con los dedos y la vista. No se necesita trabajar en equipo; solo competir virtualmente. Para algunos chicos, el móvil ha venido a sustituir a la memoria, a la capacidad de planificar y de orientarse. Ya no se necesita recordar el lugar de una cita, pues llamando nos lo van a recordar; no hace falta planificar nuestro tiempo ni ajustarnos al de los demás, porque ahora se puede irrumpir en la vida del otro a cualquier hora y en cualquier situación; podemos llamar si nos perdemos para que alguien nos oriente... No necesitamos ejercitar nuestras capacidades humanas, alguien las puede desarrollar por nosotros. Solo tenemos que pagar por ello.

Lo instantáneo y lo privado

El móvil es un instrumento hecho a la medida de la mentalidad de nuestro tiempo: que rinde culto a lo instantáneo y a la propiedad privada. A lo instantáneo, el aquí y ahora, aunque sea peor. Antes la gente ahorraba para comprarse un coche, muebles, una casa...; ahora se pide un crédito: aunque a la larga sea más caro, se obtiene pronto lo deseado. No es necesario esperar. A la propiedad, porque cada chico busca tener su propio cuarto, su mesa de estudio, su equipo de música, su teléfono y, como se tienen pocos hijos, les es más fácil conseguirlo. Pero, es paradójico porque aunque parece que buscan la privacidad con su propio número de teléfono, no soportan la soledad, la incertidumbre, la espera, la duda. Necesitan contactar con sus colegas y ser encontrados por ellos. Mar García Orgaz. Psicóloga

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