10 poemas de rima asonante para niños de Primaria
Poesía para que los niños aprendan cuál es la rima asonante
Los poemas son escritos que están formados por versos o estrofas y suelen utilizar el recurso de la rima. Un poema tiene rima cuando se repiten los sonidos en las últimas palabras de cada verso, en concreto, cuando se repiten los sonidos desde la última sílaba tónica de cada verso.
La rima puede ser de dos tipos: rima consonante y rima asonante. Para que tus hijos aprendan en qué consiste la rima asonante y puedan practicarla, te invitamos que leas con ellos estos poemas con rima asonante para niños de Primaria.
Ver también: Poemas de rima consonante para niños
El verso y la rima asonante
Cada una de las líneas por las que está compuesto un poema se llama verso. Los versos se agrupan formando estrofas. Según el número de estrofas que tenga cada poema, hablamos de pareados (cuando el poema tiene dos estrofas), terceto (cuando el poema tiene tres estrofas) o cuarteto (si el poema tiene cuatro estrofas).
Muchos poemas tienen rima, es decir, cuando los leemos coinciden los sonidos a partir de la última sílaba tónica y así, se crea un ritmo muy característico.
Los poemas pueden tener rima asonante o rima consonante. La rima asonante es aquella en la que las dos palabras tienen igual solo las vocales a partir de la última sílaba tónica, pero no las consonantes.
Por ejemplo, palabras que tienen rima asonante son: gusano y bocado; cansado y claro; sombrero y pelo...
Poemas con rima asonante para niños
Para que tus alumnos o hijos puedan entender mejor qué es la rima, te proponemos que lean estos poemas de autores conocidos en los que el tipo de rima es asonante. Puedes proponerles que encuentren las palabras que rimen a partir de la última sílaba tónica.
1. El lobito bueno
Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.
Juan Goytisolo
2. Manuelita la Tortuguita
Manuelita vivía en Pehuajó
pero un día se marcó.
Nadie supo bien por qué
a París ella se fue
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.
Manuelita, Manuelita,
Manuelita dónde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.
Manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo: ¿Qué podré yo hacer?
Vieja no me va a querer,
en Europa y con paciencia
me podrán embellecer.
En la tintorería de París
la pintaron con barniz.
La plancharon en francés
del derecho y del revés.
Le pusieron peluquita
y botines en los pies.
Tantos años tardó en cruzar
el mar que allí se volvió a arrugar
y por eso regresó vieja como se marchó
a buscar a su tortugo que la espera en Pehuajó
Más poemas de María Elena Walsh
3. El topo y otros animales
Ciertos animalitos,
todos de cuatro pies,
a la gallina ciega
jugaban una vez.
Un perrillo, una zorra
y un ratón, que son tres;
una ardilla, una liebre
y un mono, que son seis.
Éste a todos vendaba
los ojos, como que es
el que mejor se sabe
de las manos valer.
Oyó un topo la bulla
y dijo: «Pues, ¡pardiez!,
que voy allá, y en rueda
me he de meter también».
Pidió que le admitiesen,
y el mono, muy cortés,
se lo otorgó (sin duda
para hacer burla de él).
El topo a cada paso
daba veinte traspiés,
porque tiene los ojos
cubiertos de una piel.
Y a la primera vuelta,
como era de creer,
facilísimamente
pillan a su merced.
De ser gallina ciega
le tocaba la vez;
y ¿quién mejor podía
hacer este papel?
Pero él, con disimulo,
por el bien parecer,
dijo al mono: «¿Qué hacemos?
Vaya, ¿me venda usted?»
Si el que es ciego y lo sabe
aparenta que ve,
quien sabe que es idiota,
¿confesará que lo es?
Tomás de Iriarte
4. En mi cara redondita
En mi cara redondita
tengo ojos y nariz,
y también una boquita
para hablar y para reír.
Con mis ojos veo todo,
con la nariz hago achís,
con mi boca como como
palomitas de maíz.
iba tocando mi flauta
5. Iba tocando mi flauta
Iba tocando mi flauta
a lo largo de la orilla;
y la orilla era un reguero
de amarillas margaritas.
El campo cristaleaba
tras el temblor de la brisa;
para escucharme mejor
el agua se detenía.
Notas van y notas vienen,
la tarde fragante y lírica
iba, a compás de mi música,
dorando sus fantasías,
y a mi alrededor volaba,
en el agua y en la brisa,
un enjambre doble de
mariposas amarillas.
La ladera era de miel,
de oro encendido la viña,
de oro vago el raso leve
del jaral de flores níveas;
allá donde el claro arroyo
da en el río, se entreabría
un ocaso de esplendores
sobre el agua vespertina...
Mi flauta con sol lloraba
a lo largo de la orilla;
atrás quedaba un reguero
de amarillas margaritas...
6. Se equivocó la paloma
Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
La plaza tiene una torre
7. La plaza tiene una torre
La plaza tiene una torre,
La torre tiene un balcón,
el balcón tiene una dama,
la dama una blanca flor.
Ha pasado un caballero
- ¡quién saber por qué pasó! -
y se ha llevado la plaza,
con su torre y su balcón,
con su balcón y su dama,
su dama y su blanca flor.
8. A la prima primavera
-Tío Pío,
en el cole me han pedido
que escriba una poesía
a la prima primavera.
¿Tú quieres que te la lea,
y me dices lo que opinas?
-Sí, sobrina.
Se oye un pío, pío,
junto a la orilla del río.
¡Oh!, cosa maravillosa,
los árboles tienen hojas,
las mariposas tienen ojos,
las ristra tiene ajos.
Junto a la orilla del río
todo es belleza y sonrío,
se oye un pío, pío, pío.
La primavera ha venido
y yo la he reconocido,
por el pío, pío, pío.
Gloria Fuertes
9. Poema con rima asonante: Invierno
Sopla que te sopla
llueve que te llueve
montando en el viento
el invierno viene.
Se ríe de todos
el invierno duende
arranca los gorros
empuja a la gente.
Narices y orejas
muy rojas las vuelve.
Golpea las puertas
y así se divierte.
10. El arpa olvidada
De su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!, pensé, ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le diga "¡Levántate y anda!"
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