Mujercitas. Cuento corto para niños de Louisa May Alcott

Clásicos de la literatura en formato cuento para niños y niñas

Mujercitas es una novela escrita por la autora estadounidense Louisa May Alcott. que ha sido llevada en distintas ocasiones al cine. Mujercitas se publicó por primera vez en 1868 y fue un éxito en la época, pero además, ha seguido siendo una novela de referencia en lengua inglesa

La historia sigue la vida de cuatro hermanas, Meg, Jo, Beth y Amy, y se basa en la propia infancia de Louisa May Alcott con sus tres hermanas. En conmishijos.com podrás leer el cuento corto para niños de Mujercitas de Louisa May Alcott.

Cuento corto para niños: Mujercitas de Louisa May Alcott

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Esta es la historia de cuatro hermanas: Meg, Jo, Beth y Amy. Vivían en un pequeño pueblo, en una bonita pero pequeña casa. Sus padres no tenían mucho dinero, pero ellas nunca habían exigido nada a sus padres. 

Meg era joven, hermosa y muy inteligente. Joe era como un niño y quería conviértete en escritor. Beth era tímida, tranquila y amable. Y amy era la más joven y linda de todas las hermanas.

Todas ellas tenían un vínculo muy fuerte y todos sus vecinos aldeanos solían admirar su comportamiento. Las llamaban: mujercitas. 

Un día llegó un soldado a su casa para llevar a su padre al ejército ya que se estaba librando la Guerra Civil. 

- Oh papi por favor no te vayas, le decían sus hijas.

- No lloréis mis pequeñas, me tengo que ir, es un orgullo luchar por tu país, las calmó su padre.

- ¿Cuando volverás?, dijo Jo.

- Volveré antes de que os imaginéis. Cuidaos mucho, y diciendo esto su padre se fue con el soldado.

Pocos días después de partir para la guerra,  la familia comenzó a tener dificultades económicas. No tenía suficiente dinero para comprar 
comestibles.

- Meg estoy tratando de trabajar duro para ganar dinero, pero es tan difícil, dijo la madre. 

- No te preocupes madre solo es cuestión de unos días. Todo estará bien, papá regresará pronto, aunque hasta entonces, tendremos que apretarnos un poco el cinturón, dijo Meg.

Unos días después llegó una carta desde el frente, toda la familia corrió a leer el contenido, pero no eran buenas noticia. La carta informaba que su padre había sido gravemente herido durante la guerra. Estaba hospitalizado y necesitaba alguien junto a su cama para cuidarle. 

- Oh, Dios mío, ¿cómo podré conseguir dinero para viajar hasta el frente?, dijo la madre.

- Yo puedo conseguirlo madre, salgo ahora mismo y en unas horas tendrás el dinero, se apresuró a decir Jo.

Cuando ella regresó a la noche, Jo tenía el dinero y todas quedaron muy sorprendidas.

- ¿De dónde sacaste este dinero?, preguntaron sus hermanas.

- Vendí mi cabello y me gané esto, dijo Jo quitándose el sombrero. No os preocupéis, crecerá de nuevo. 

Así, la madre pudo partir hacia el hospital de campaña y las chicas se quedaron al cuidado del hogar. Cada una tenía sus tareas y pasaban el día ocupadas limpiando, cocinando y leyendo. 

Sin embargo, un buen día Beth enfermó. Tenía mucha fiebre y no paraba de temblar de frío. Joe, asustada y aun temiendo que no podrían pagar al doctor, salió durante la noche y, pese a la nieve y la ventisca, pudo llegar a la casa del doctor y explicarle que su hermana se encontraba muy mal, pero que no tenían con qué pagarla. 

- Lo primero es lo primero Jo, examinaré a Beth y los honorarios ya los cobraré cuando regrese tu padre. 

El doctor, pudo así examinar a Beth y le recetó unas medicinas que le ayudaron a curarse poco a poco. Pasados unos días, la madre regresó a casa con sus hijas y todas corrieron a hablar unas encima de las otras para contarle todo lo que había sucedido en su ausencia. 

- Chicas, lo habéis hecho muy bien, estoy orgullosa de vosotras, afirmó la madre. Vuestro padre llegará en breve para terminar de recuperarse en casa. 

Unos días después las chicas intentaban mostrarse alegres, era nochebuena y normalmente la casa era un bullicio y todos se sentían felices. Pero este año no había dinero para regalos, ni su padre estaba con ellas.

- Chicas, ¡he vuelto!, gritó su padre abriendo la puerta de la casa.

Las cuatro hermanas y su madre corrieron a abrazar a su padre.

- ¡Oh, cómo te hemos echado de menos!, gritaron mientras corrían a abrazarle.

Tener a su padre de vuelta sano y salvo fue el mejor regalo de Navidad que las Mujercitas jamás podrían haber imaginado.

Fin

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