Los zánganos y las abejas. Fábula para niños de La Fontaine
Cuentos cortos con moraleja para leer a tus hijos
Por la obra se conoce al obrero, esta es la moraleja que trata de enseñarnos la fábula de La Fontaine: Los zánganos y las abejas. Te invitamos a leerla con tus hijos, tanto en prosa como en verso y, además, puedes comentar con ellos su significado. Este cuento trata de enseñar a los niños que no puedes decir a los demás que has hecho algo, cuando no sabes hacerlo.
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Fábula en prosa: Los zánganos y las abejas
Había una vez unos panales de miel que parecían no tener dueño. Los zánganos los reclamaban, pero las abejas se oponían a que se quedaran con ellos. Así que decidieron llevarlos al tribunal de la avispa juez.
Cuando comenzó el juicio para ver quién se quedaba con los panales, no parecían ponerse de acuerdo. Algunos testigos decían haber visto volando alrededor de aquellos panales algunos insectos parecidos a las abejas, pero claro, los zánganos y las abejas son muy parecidos.
La avispa juez, viendo que no había acuerdo, decidió abrir un juicio y llamar a declarar a todo el hormiguero, pero ni por esa spudo aclarar la duda.
- ¿Qué pasa aquí?, ¿Me queréis decir a qué viene todo esto?, preguntó una abeja muy avispada.
- Seis meses hace ya que está pendiente el problema y estamos como el primer día, continuó. Mientras tanto la miel se está perdiendo ya es hora de que el juez se decida. Bastante ha tardado ya. Trabajemos los zánganos y nosotras, las abejas, y veremos quién sabe hacer panales tan buenos y tan repletos de rica mie.
Los zánganos no admitieron aquella propuesta, y con ello, demostraron que el arte de hacer panales era más propio de las abejas y, en definitiva, era superior a sus habilidades.
Así fue como la avispa jueza dio la razón a las abejas, quienes quedaron como auténticas dueñas del panal y, por supuesto de la miel.
Moraleja: Por la obra se conoce al artesano.
Fábula en verso de La Fontaine
Sin dueño unos panales se encontraban,
Y con derecho vano
Zánganos sin pudor los reclamaban.
A tales pretensiones se opusieron
Las Abejas, y al punto
A una Avispa de letras acudieron
Pidiéndole fallar en el asunto.
Esto no era tan fácil, pues decían
Los testigos jurados que se oyeron,
Que en torno de esas fábricas habían
Visto girar alados animales
Osuros de color, largos, zumbones;
Las señas eran tales
Que a Zánganos y Abejas convenían.
No hallando qué decir a estas razones
Hacer mandó la Avispa con esmero
Nuevas informaciones,
Y la declaración de un hormiguero
Escuchó en el asunto,
Pero no pudo decidir el punto.
¿A qué bueno todo eso?
Dijo entonces Abeja muy prudente,
Hace más de seis meses que el proceso,
Señora, está pendiente,
Y no avanzamos más que el primer día.
La miel se agría entre tanto, y a fe mía
Ya es tiempo de que el juez dé su sentencia,
Sin otra moratoria.
¿A qué fárrago tanto, y tanta audiencia,
Tanta interlocutoria?
¿No ha estudiado ya bien el expediente?
Decrete incontinente,
Sin misterios ni más contestaciones,
Que los Zánganos vengan y fundadas
Prueben que son sus necias pretensiones
Trabajando a la par de mis brigadas;
Entonces se verá quien hacer sabe
Con zumo tan suave
Celdas más acabadas.
Los Zánganos el medio no aceptaron;
Así manisfestaron
Que era la empresa superior a su arte,
Y a la contraria parte
Los panales de miel se adjudicaron.
Ojalá se arreglaran de tal modo
Todos los pleitos en el mundo todo,
De los moros conforme a la costrumbre;
El simple buen sentido equivaldría
Al Código, y sin duda no se haría
De gastos tan inmensa muchedumbre.
Mientras que nos destrizan
Y nos devoran hoy y pulverizan
Con tanta lentitud y tantas artes,
Y las más de las veces
Los ostiones les tocan a los jueces
Y nada más las conchas a las partes.
Explicación de la fábula
¿Has comprendido la moraleja de esta historia? En un panal de abejas conviven distintos tipos de insectos. Tenemos a la abeja reina, que es la más grande y la que pone huevos. Tenemos a las abejas obreras que se encargan de elaborar la piel y, también están los zánganos. Estos trabajan en el panal pero su labor no es la de hacer miel, por eso, no tenía sentido que les perteneciera.
La moraleja de esta historia es que los problemas siempre deben ser resueltos con el sentido común. Tampoco hay que apropiarse del trabajo de los demás, ni beneficiarse de él sin su permiso.
Además, de este cuento con moraleja podemos extraer otro aprendizaje. Como dice el autor: por la obra se conoce al obrero. Los zánganos no sabían construir un panal ni hacer miel, por lo tanto, difícilmente podría haberles pertenecido.
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