Los más bellos poemas de Rafael Alberti para niños

11 poemas de Alberti para leer con tus hijos

Rafael Alberti fue un importante y valorado poeta español que se integra dentro de la generación del 27. Nació en el año 1902 en el Puerto de Santa María (Cádiz) y el mar fue una presencia constante en su obra a pesar de haberse trasladado a Madrid para luego vivir el exilio de la Guerra Civil española en Argentina e Italia. 

En conmishijos.com hemos reunido algunos poemas cortos de Rafael Alberti para acercar a los niños el maravilloso mundo de la poesía. 

11 poemas de Rafael Alberti para leer con tus hijos

Poemas de Rafael Alberti para niños

Aunque inicialmente quiso ser pintor, arte que nunca llegó a abandonar del todo, Rafael Alberti es conocido por su obra literaria, por la que recibió distintos premios a lo largo de su vida. Si quieres que tus hijos o tus alumnos se acerquen a su obra, puedes leer con ellos algunos de los más bellos poemas de Alberti. 

1. Pregón

¡Vendo nubes de colores:
las redondas, coloradas,
para endulzar los calores!

¡Vendo los cirros morados
y rosas, las alboradas,
los crepúsculos dorados!

¡El amarillo lucero,
cogido a la verde rama
del celeste duraznero!

¡Vendo la nieve, la llama
y el canto del pregonero!

2. Se equivocó la paloma

Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.

Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.

Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.

(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)

3. Nocturno

poesía de Alberti para niños

Toma y toma la llave de Roma,
porque en Roma hay una calle,
en la calle hay una casa,
en la casa hay una alcoba,
en la alcoba hay una cama,
en la cama hay una dama,
una dama enamorada,
que toma la llave,
que deja la cama,
que deja la alcoba,
que deja la casa,
que sale a la calle,
que toma una espada,
que corre en la noche,
matando al que pasa,
que vuelve a su calle,
que vuelve a su casa,
que sube a su alcoba,
que se entra en su cama,
que esconde la llave,
que esconde la espada,
quedándose Roma
sin gente que pasa,
sin muerte y sin noche,
sin llave y sin dama.

4. El mar, la mar

El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!

¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?

En sueños la marejada
me tira del corazón;
se lo quisiera llevar.

Padre, ¿por qué me trajiste
acá?

5. Me digo y me retedigo

Me digo y me retedigo.
¡Qué tonto!
Ya te lo has tirado todo.
Y ya no tienes amigo,
por tonto. Que aquel amigo
tan sólo iba contigo
porque eres tonto.
¡Qué tonto!
Y ya nadie te hace caso,
ni tu novia, ni tu hermano,
ni la hermana de tu amigo,
porque eres tonto.
¡Qué tonto!
Me digo y me lo redigo...

6. Vaivén

Por la noche, ya al subir,
por la tarde, ya al bajar,
yo quiero pisar la nieve
azul de jacarandá.

¿Es azul, noche delante ?
¿Es lila, tarde detrás ?
yo quiero pisar la nieve
azul de jacarandá.

Si el pájaro serio canta
que es azul su azulear,
yo quiero pisar la nieve
azul de jacarandá.

Si el mirlo liliburlero,
que es lila su lilear,
yo quiero pisar la nieve
azul de jacarandá.

Ya nieve azul a la ida,
nieve lila al retornar ;
yo quiero pisar la nieve
azul de jacarandá.

7. Rosa-fría, patinadora de la luna

Ha nevado en la luna, Rosa-fría.
Los abetos patinan por el yelo;
tu bufanda rizada sube al cielo,
como un adiós que el aire claro estría.

¡Adiós, patinadora, novia mía!
De vellorí tu falda, da un revuelo
de campana de lino, en el pañuelo
tirante y nieve de la nevería.

Un silencio escarchado te rodea,
destejido en la luz de sus fanales,
mientras vas el cristal resquebrajando...

¡Adiós, patinadora!
          El sol albea
las heladas terrazas siderales,
tras de ti, Malva-luna, patinando.

8. El aburrimiento

poesía de alberti

Me aburro.
Me aburro.
Me aburro.
¡Cómo en Roma me aburro!
Más que nunca me aburro.
Estoy muy aburrido.
¡Qué aburrido estoy!
Quiero decir de todas las maneras
lo aburrido que estoy.
Todos ven en mi cara mi gran aburrimiento.

Innegable, señor.
Es indisimulable.
¿Está usted aburrido?
Me parece que está usted muy aburrido.
Dígame, ¿adónde va tan aburrido?
¿Que usted va a las iglesias con ese aburrimiento?
No es posible, señor, que vaya a las iglesias
con ese aburrimiento.
¿Que a los museos -dice- siendo tan aburrido?
¿Quién no siente en mi andar lo aburrido que estoy?
¡Qué aire de aburrimiento!
A la legua se ve su gran aburrimiento.
Mi gran aburrimiento.
Lo aburrido que estoy.
Y sin embargo... ¡Oooh!
He pisado una caca...
Acabo de pisar -¡santo Dios!- una caca...
Dicen que trae suerte el pisar una caca...
Que trae mucha suerte el pisar una caca...
¿Suerte, señores, suerte?
¿La suerte... la... la suerte?
Estoy pegado al suelo.
No puedo caminar.
Ahora sí que ya nunca volveré a caminar.
Me aburro, ay, me aburro.
Más que nunca me aburro.
Muerto de aburrimiento.
No hablo más...
Me morí.

9. Barco carbonero

Barco carbonero,
negro el marinero.

Negra, en el viento, la vela.
Negra, por el mar, la estela.

¡qué negro su navegar!

La sirena no le quiere.
El pez espada le hiere.

¡Negra su vida en la mar!

10. ¡A volar!

Leñador
no tales el pino,
que un hogar
hay dormido
en su copa.

Señora abubilla,
señor gorrión,
hermana mía calandria,
sobrina del ruiseñor;
ave sin cola,
martín-pescador,
parado y triste alcaraván:

¡a volar,
pajaritos,
al mar!

11. Se despertó una mañana

Se despertó una mañana.
Soy la yerba,
llena de agua.
Me llamo yerba. Si crezco,
puedo llamarme cabello.
me llamo yerba. Si salto,
puedo ser rumor de árbol.
Si grito, puedo ser pájaro.
Si vuelo...
(Hubo temblores de yerba
aquella noche en el cielo)

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