Fábula para niños de Fedro: Los toros y las ranas
Fábula para educar a los niños
Las fábulas han sido durante siglos una de las formas más efectivas de transmitir valoresy enseñanzas a los niños. Estos relatos, breves y cargados de significado, emplean a menudo animales para representar virtudes y defectos humanos, lo que permite a los más pequeños entender conceptos abstractos a través de historias sencillas. Además, con una moraleja final, las fábulas invitan a reflexionar sobre el comportamiento y sus consecuencias, enseñando a los niños principios como el respeto, la prudencia y la empatía. Escuchar o leer una fábula también fomenta el desarrollo de la imaginación, el gusto por la lectura y el aprendizaje de valoresde manera natural, en un ambiente de juego y reflexión.
Índice
1. ¿Quién fue Fedro?2. Fábula: "Los toros y las ranas"
3. Preguntas de comprensión lectora y reflexión
¿Quién fue Fedro?
Fedrofue un poeta y fabulista de origen tracio que vivió en el siglo I d.C., durante la época del Imperio Romano. Inspirado por lasfábulas griegas de Esopo, Fedro las adaptó al latín, dándoles su propio toque y presentándolas al público romano. Aunque sus relatos nacen de la tradición oral, Fedro les añadió una perspectiva crítica hacia la sociedad de su época, lo que convirtió sus fábulas en herramientas para reflexionar sobre la naturaleza humana. A través de historias aparentemente simples, como la de "Los toros y las ranas", Fedro supo plasmar la idea de que muchas veces las decisiones de los poderosos terminan afectando, sin que estos lo noten, a los más débiles.
Fábula: "Los toros y las ranas"
En una mañana clara y soleada, dos imponentes toros bravos se encontraban en el centro de un amplio prado. El viento soplaba entre los pastizales, y el sol iluminaba sus cuerpos musculosos y llenos de cicatrices de viejas peleas. Uno de los toros, negro como la noche, golpeaba el suelo con sus pezuñas mientras lanzaba bufidos al aire. El otro, de un tono marrón profundo, lo miraba con una mezcla de desafío y cautela. Ambos sabían que pronto se enfrentarían en una feroz lucha por el control de aquel prado.
Entre los juncos de una charca cercana, una rana observaba la escena, agazapada y con los ojos muy abiertos. A su lado, otra rana la miraba con curiosidad.
-¿Qué haces, amiga? -preguntó la segunda rana, intentando seguir la dirección de la mirada de su compañera.
-Estoy preocupada... -respondió la primera rana con un suspiro que apenas se oyó entre el rugido de los toros-. Esos dos se van a pelear, y aunque no lo creas, su pelea traerá problemas para nosotras.
La segunda rana ladeó la cabeza, intrigada, y observó a los toros que ya empezaban a embestirse con furia.
-No entiendo... -respondió, arrugando su pequeña frente-. Son toros fuertes, enormes... pero ¿qué pueden hacer ellos que nos afecte a nosotras?
-No lo entiendes porque no miras más allá -replicó la primera rana, un poco impaciente-. Uno de ellos va a perder, eso es seguro. Y cuando eso pase, el derrotado no tendrá lugar aquí en el prado. El vencedor tomará todo el territorio y expulsará al otro.
La segunda rana abrió mucho los ojos, empezando a comprender.
-Y el toro que pierda... ¿vendrá aquí? -preguntó con un tono de temor en su voz.
-Sí -dijo la primera rana con voz triste-. El que pierda buscará otro sitio, y no le quedará más remedio que venir a nuestra charca. Y cuando eso pase, sus enormes pezuñas aplastarán a muchas de nosotras sin siquiera darse cuenta.
Mientras las dos ranas hablaban, el combate entre los toros se intensificaba. Se embestían con fuerza, sus cabezas chocaban una y otra vez, y el ruido resonaba por todo el prado.
Finalmente, después de una dura batalla, el toro marrón cayó al suelo. Exhausto y derrotado, se levantó con dificultad y miró al toro negro, quien, ahora, era el dueño absoluto del prado. El toro marrón, sabiendo que no podía quedarse allí, giró su enorme cuerpo y comenzó a caminar lentamente hacia la charca.
Al ver al toro acercarse, las ranas comenzaron a dispersarse con rapidez, saltando de un lado a otro para evitar su paso. Pero el toro no las veía; su mirada estaba perdida, su mente ocupada en su derrota, sin pensar en el daño que causaba a los pequeños habitantes de la charca. Cada día, al llegar para beber agua o descansar, sus pesadas pezuñas aplastaban sin piedad a las ranas que no alcanzaban a escapar a tiempo.
Moraleja: Los conflictos entre los poderosos pueden causar daños a los más débiles, aunque estos no tengan nada que ver en el asunto.
Preguntas de comprensión lectora y reflexión
- ¿Qué estaban haciendo los toros en el prado y por qué era importante para ellos?
- ¿Por qué la rana estaba preocupada al ver la pelea entre los toros?
- ¿Qué sucedió con el toro que perdió la pelea y cómo afectó a las ranas?
- ¿Qué mensaje nos transmite esta fábula sobre cómo los problemas de los poderosos afectan a los débiles?
- ¿Crees que las personas deberían pensar en las consecuencias de sus acciones en quienes no tienen poder? ¿Por qué?
Esta fábula de Fedro nos recuerda que muchas veces, las peleas y conflictos de aquellos con mayor poder pueden traer problemas a quienes no tienen la fuerza suficiente para defenderse, resaltando la importancia de considerar a los demás en nuestras acciones.
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