El zapatero y los duendes. Cuento de los hermanos Grimm para niños
Cuentos tradicionales para niños
Los hermanos Grimm son unos de los coleccionistas de cuentos más populares, y es que Jacob y Wilhelm se dedicaron durante varias décadas a recoger los relatos orales más populares para convertirlos en cuentos para niños. Así surgieron cuentos como Cenicienta, Blancanieves, La Bella Durmiente, el Príncipe rana o este cuento infantil que nos ocupa: El zapatero y los duendes.
El zapatero y los duendes es un cuento de hadas tradicional que cuenta la historia de un zapatero muy pobre cuya suerte cambia un buen día cuando encuentra un par de zapatos excelentemente confeccionados en su mesa de trabajo.
Cuento infantil de los hermanos Grimm: El zapatero y los duendes
Érase una vez un zapateroque era tan pobre que no le quedaba cuero más que para un par de zapatos. Aquella noche, comenzó a cortar el cuerpo para confeccionar los zapatos para poder terminarlos a la mañana siguiente y se acostó pensando qué sería de él después de aquellos últimos zapatos.
A la mañana siguiente se llevó una increíble sorpresa, cuando se sentó a trabaja vio que los dos zapatos estaban completamente terminados en su mesa. Estaba tan asombrado que no sabía qué decir. Tomó los zapatos en sus manos para observarlos más de cerca, y estaban tan bien hechos que no había una mala puntada en ellos, como si fueran una obra maestra.
Tiempo después, entró a su tienda un comprador:
- ¡Qué zapatos tan bonitos, son perfectos, me los llevo!, dijo el comprador que complacido por lo bien que estaban hechos, le pagó más dinero del habitual por ellos.
Con este dinero, el zapatero pudo comprar cuero para dos pares de zapatos. Aquella noche, volvió a cortar el cuero y se fue a dormir.
- ¡No puedo creer lo que estoy viendo! Los zapatos están terminados y además tienen una perfección que ni el mejor de los zapateros, exclamó asombrado el pobre zapatero cuando se despertó por la mañana.
Esa misma mañana, dos compradores entraron a la tienda nada más abrirla y se llevaron los zapatos ante la mirada incrédula del zapatero, pagando más dinero de lo que valían ante la buena confección del calzado.
Así, el zapatero pudo comprar cuero para cuatro pares de zapatos. Y, ocurrió exactamente lo mismo, el zapatero cortó el cuero por la noche y a la mañana siguiente, encontró los cuatro pares terminados; y así continuaba constantemente: lo que cortaba por la noche se terminaba por la mañana, de modo que pronto no solo dejó de ser pobre, sino que además, se convirtió en un hombre muy rico.
Paso el tiempo, una tarde no mucho antes de Navidad, el hombre que había estado cortando cuero, le dijo a su esposa, antes de irse a la cama:
- ¿Qué te parece si nos quedamos despiertos esta noche para ver qué ocurre? ¿quién esa mano amiga que nos está ayudando?
A la mujer le gustó la idea, encendió una vela y se escondieron en un rincón de la habitación, detrás de algunas ropas que colgaban y observaron. Cuando dieron las doce, llegaron dos duendecillos sin ropajes, se sentaron junto a la mesa del zapatero, tomaron todo el trabajo que tenían delante y comenzaron a coser y martillar tan hábilmente y tan rápidamente con sus pequeños dedos que el el zapatero no pudo apartar la vista. No se detuvieron hasta que todo terminó y tras dejar los zapatos sobre la mesa, huyeron rápidamente.
A la mañana siguiente, la mujer dijo:
- Los duendes nos han hecho ricos, y debemos demostrar que estamos agradecidos por ello. Corren por ahí, y no tienen nada, y deben estar fríos. Te diré lo que lo haré, les haré pequeñas camisas, abrigos, chalecos y pantalones, y tejeré a ambos un par de medias, y tú colaborarás, hazles dos pequeños pares de zapatos".
- Estaré muy contento de hacerlom dijo el zapatero.
Cuando tuvieron todo listo, depositaron todos sus regalos sobre la mesa y luego se ocultaron para ver cómo se comportarían los duendes. A las doce entraron en la casa pero no encontraron ningún corte de cuero, sino solo las bonitas prendas de vestir. Al principio quedaron asombrados y luego mostraron ilusionados y felices y se vistieron con la mayor rapidez, poniéndose su preciosa ropa nueva mientras cantaban:
"Si ahora los niños ya nos pueden ver
¿por qué zapateros hemos de ser?
Luego bailaron, brincaron y saltaron sobre sillas y mesas. Por fin salieron al aire libre y, esa fue la última vez que el zapatero y su mujer les vieron. A partir de ese momento no volvieron más, pero al zapatero no le volvió a faltar el dinero y, pudo vivir feliz gracias a todos los zapatos que los duendecillos he habían confeccionado.
Fin.
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14 mar 2024 20:04 Samara
Estuvo muy buena la información