El origen de los vientos. Leyenda de los indios nativos americanos para leer a tus hijos
Cuentos populares norteamericanos para niños
Los indios nativos americanos, solían sentarse durante la noche frene al fuego y allí, contaban historias de antiguos guerreros, relatos sobre la formación del mundo, sobre espíritus, naturaleza y animales.
Te invitamos a leer una de esas historias que se han transmitido de generación en generación, es una leyenda de los indios norteamericanos sobre el origen de los vientos en la tierra.
Ver también: Más cuentos de los indios nativos americanos
El origen de los vientos: cuento de los indios norteamericanos
Hace muchos, muchos años, en una aldea del bajo Yukón vivían un hombre y su esposa que no tenían hijos. Un día, la mujer le dijo a su marido:
- A lo lejos, en la tundra, crece un árbol solitario. Trae un trozo de madera y haz una muñeca con él. Así parecerá que tenemos un hijo.
El hombre salió de la casa y viajó muy lejos hasta que vio ante él un hermoso objeto brillando. Al acercarse, se dio cuenta de que era el árbol que había ido a buscar. El árbol era pequeño, así que tomó su cuchillo de caza, cortó una parte del tronco y se llevó un trocito a casa.
Se sentó frente al fuego y talló en la madera una imagen de una niña pequeña. Su esposa le hizo dos trajes y le vistió con uno de ellos.
- Ahora, esposo, hazle a tu pequeño un juego de platos de juguete, dijo.
- No veo el sentido a esto, no estaremos mejor de lo que estábamos, dijo el viejo indio.
- Claro que sí, ya estamos mejor, dijo la esposa. Antes de que tuviéramos la muñeca, no teníamos nada de qué hablar excepto de nosotros mismos. Ahora tenemos la muñeca de la que hablar y divertirnos.
Para complacerla, el esposo preparó los platos de juguete y ella colocó la muñeca en el asiento de honor, con los platos llenos de comida y agua delante.
Cuando la pareja se acostó esa noche, comenzaron a escuchar pequeños ruiditos. Se levantaron y vieron que la muñeca había comido la comida y se había bebido el agua, y además, sus ojos se movían. La mujer la tomó con cariño y lo acarició la meció entre sus brazos. Cuando se cansó, volvió a dejarla en el banco y se acostaron de nuevo.
Por la mañana, cuando se levantaron, la muñeca no estaba en la casa. Salieron, y vieron que sus huellas se alejaban de la puerta. Siguieron las pistas y se dieron cuenta que seguían por el sendero por el que el hombre había ido a buscar el árbol.
La muñeca viajó por el sendero luminoso hasta que llegó al borde del día, donde el cielo desciende hasta la tierra. Cerca del borde, vio una cubierta de piel sujeta sobre un agujero en la pared del cielo. La piel se abultaba hacia adentro como si una fuerza fuerte del otro lado la empujara.
La muñeca, quiso saber qué era aquello y, sacando un cuchillo sacó uno de los extremos de la piel dejando el agujero abierto. Inmediatamente sopló un fuerte viento.
- No soples demasiado intenso, le dijo al viento. A veces sopla fuerte, a veces ligero y, a veces, no soples en absoluto.
Luego continuó su camino hasta llegar a la pared este del cielo. Aquí otra abertura estaba cubierta como la primera, cuando la cortó, un vendaval arrastró árboles y arbustos. Rápidamente cubrió el agujero y le dijo al vendaval:
- Eres demasiado intenso. A veces sopla fuerte, a veces ligero y, a veces, no soples en absoluto.
Caminando de nuevo a lo largo de la pared del cielo, llegó a un agujero en el sur, y cuando se cortó esta cubierta, un viento caliente se apresuró a llevar la lluvia y el rocío del gran mar que yacía más allá del agujero del cielo en ese lado. La muñeca cerró esta abertura y habló con el viento como antes.
Luego pasó hacia el oeste donde había otro agujero que permitía pasar fuertes lluvias, con aguanieve y fuertes olas en el océano. Cuando lo hubo cerrado y dado al viento sus instrucciones, se dirigió hacia el norte. Allí, cuando cortó la cubierta, entró una ráfaga de frío que trajo nieve y hielo, de modo que quedó helada hasta los huesos y medio congelada, y se apresuró a cerrar el agujero como había hecho con los demás y le dijo al viento de esa dirección que viniera solo en medio del invierno para que la gente no se tomara desprevenida y estuviera preparada para él. Lo mismo hizo con el vierno del noroeste y del sureste.
Una vez que hubo hablado con el viento del norte, del noreste, del sur, del sureste, del este y del oeste, se fue a su propia casa.
La muéca vivió en este pueblo durante mucho tiempo; porque cuando sus padres adoptivos murieron, fue adoptada por otras personas del pueblo y así vivió durante muchas generaciones, hasta que finalmente murió. Desde su muerte, los padres siguen tallando muñecos para sus hijos a imitación de la muñeca que abrió por primera vez los orificios de ventilación del cielo y reguló los seis vientos de la tierra.
Fin
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