El lobo y los siete cabritillos. Cuento infantil de los hermanos Grimm
Cuentos tradicionales con moraleja para niños
El lobo y los siete cabritillos es uno de los cuentos recopilados por los hermanos Grimm a principios del siglo XIX y que forman parte de su colección de cuentos. Se trata de un relato que se transmitía de forma oral desde hacía generaciones en Alemania, donde las historias de lobos eran frecuentes entre los campesinos.
Este cuento infantil tiene una moraleja o enseñanza. Trata de enseñar a los niños que no han de fiarse de los desconocidos y han de ser muy cautelosos cuando alguien que no conocen se les acerca, sobre todo, si no está presente la madre o el padre.
Cuentos de siempre para niños: El lobo y los siete cabritillos
Érase una vez una mamá cabra y sus siete cabritillos. La suya era una vida feliz: los cabritillos solían jugar en los prados, correteaban junto a las mariposas y escuchaban el trno de los pájaros. Pero, un buen día un gran lobo negro llegó hasta aquellos prados y observó agazapado a estos siete pequeños.
- ¡Es un manjar para mi! No he comido en mucho tiempo. Estoy seguro de que estos serían deliciosas chuletas de cordero para mi cena de esta noche, susurró el lobo que esperó escondido pacientemente entre los arbustos hasta que la madre no estuviera cerca de sus hijos.
- ¡Niños! Voy al mercado a comprar pan y galletas. Volveré por la noche, meteos en casa y no habráis a nadie la puerta. Me han dicho que hay un gran lobo negro por la zona y es muy peligroso, dijo la mamá cabra. Solo abridme a mi cuando vuelva, recordad, a nadie más que a mi, insistió la mamá.
- Pero mami, ¿cómo podríamos saber si no eres tú?, preguntaron los niños a la madre cabra.
- Es fácil al malvado lobo se le puede reconocer fácilmente por su voz ronca y sus pies negros. Así que, no abráis la puerta si no es a mi, que os ensearé mi patita blanca por una rendija de la puerta y os hablaré con mi dulce voz, dijo la mamá.
Y dicho esto, la mamá cabra se fue al mercado y los niños corrieron a asegurar todos los cerrojos de la puerta. Después de asegurarse de que estaban a salvo en su pequeña casa, fueron a jugar cuando de repente llamaron a la puerta.
- ¡Hola hijos míos! Abrid la puerta, vuestra madre ha vuelto, sonó una voz áspera que llegaba del exterior.
Al escuchar la voz, el más joven corrió hacia la puerta pero el hermano mayor corrió para atrapar a su pequeño hermano.
- ¡No! Ella no es nuestra mami. Ella no tiene una voz tan ronca, dijo el cabritillo mayor. Y luego mirando a la puerta, gritó diciendo, - Vete, gran lobo malo, nuestra madre no tiene una voz tan áspera.
Al escuchar esto, el lobo se molestó y corrió a buscar una caja de tiza, ya que había escuchado que esto haría que su voz fuera tan suave como la de un bebé. Se marchó y tomó una caja entera de tiza. Volviendo a llamar a la puerta, dijo:
- ¡Hola, niños, vuestra madre ha vuelto! Mirad lo que traigo, galleta y panecillos, dijo el lobo con una voz más fina.
- ¡Oh! Eso sí suena como nuestra madre. ¿Deberíamos abrir la puerta ahora?, dijo el cabritillo pequeño.
- ¡Pero mira hacia abajo! Nuestra madre no tiene las patas negras, sino hermosos pies blancos, dijo el cabritillo mayor mirando las peludas patas negras que asomaban por una rendija de la puerta.
Al escuchar esto, el lobo corrió hacia el molinero y saltó a una montaña de masa blanca y se llenó entero de blanco de cabeza a pies y, regresó a la casa de los cabritillos.
- ¡Niños! He vuelto, abrid la puerta, dijo el lobo con su voz fina y su cuerpo lleno de blanco.
- Eso suena como nuestra mamá y también los pies son blancos. Deberíamos abrir la puerta ahora, dijo uno de los siete cabritillos.
Sin saber qué peligro les espera, todos los niños corrieron hacia la puerta y la abrieron, pero solo para ver quién estaba parado allí. El lobo feroz soltó una carcajada y se sacudió el polvo blanco.
- ¡Hola niños! ¿Estás listo para convertiros en mi festín esta noche? gritó el lobo.
Los niños corrían aquí y allá para salvar sus vidas. Uno entró en la tetera, el otro en el horno. Uno buscó un lugar debajo de la cama y el otro intentó salvarse escondiéndose en una olla.
El más joven era tan pequeño que logró esconderse dentro de la caja del reloj. El lobo sin piedad comenzó a sacarlos de sus escondites. Uno por uno los hizo rodar en una bola y los tragó.
En poco tiempo se comió a todos los cabritillos, excepto al más joven que estaba escondido en la caja del reloj. Con la barriga llena salió de la casa. Cuando la madre regresó, se sorprendió al ver la puerta abierta y deseó que su mayor pesadilla no se hubiese hecho realidad.
La casa estaba patas arriba, la vajilla estaba rota, las cortinas estaban deshilachadas, la silla estaba partida y no podía encontrar a los niños. La madre comenzó a llorar cuando el más joven salió de la caja del reloj y abrazó a su madre llorando.
- Mami, el lobo malo nos disfrazó como tú. Se comió a todos mis hermanos y hermanas, lloró el cabritillo
- No te preocupes, iremos a buscarlo y rescataremos a tus hermanos, sentenció con seguridad la mamá cabra.
El lobo que se sentía tan pesado después de aquel banquete se había dormido en un prado cerca de la casa. Sus ronquidos eran tan fuertes que incluso las ramas del árbol temblaban. La cabra madre se acercó a él y le pidió al pequeño que consiguiera unas tijeras, un hilo y una aguja.
La cabra madre le abrió la barriga muy silenciosamente y sacó a todos sus hijitos de la barriga. Luego llenaron su barriga con piedras tan grandes como bolas y cosió la barriga con el hilo y la aguja.
Por la mañana, cuando se levantó, tenía tanta sed que intentó correr hacia el pozo. Pero su barriga era tan pesada que apenas podía caminar. Levantó su barriga con la ayuda de sus patas y logró alcanzar el pozo.
Pero en el momento en que se inclinó para beber agua, no pudo soportar el peso y cayó al pozo. ¡Los niños que miraban todo esto desde su ventana gritaban felices!
- Mami! ¡Mamá! ¡El lobo ha muerto! Ahora podemos jugar libremente sin ningún miedo.
¡Y vivieron felices para siempre!
Fin
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