El castillo de irás y no volverás. Cuentos populares españoles
Cuentos tradicionales de España para leer con tus hijos
El castillo de irás y no volverás es un cuento popular español que puedes leer con tus hijos. Tiene todos los ingredientes de los cuentos clásicos: un joven valiente, una princesa, un monstruo, una bruja hechicera y unas gotitas de realismo mágico.
Cuento de irás y no volverás para niños
Hace mucho tiempo, en un pueblecito junto al mar, vivía un humilde pescador con su mujer, habían intentado tener hijos, pero nunca llegó ninguno. Una mañana, salió a pescar y se metió mar adentro. Lanzó la red al agua y, al sacarla, vio que solo había un pez.
- ¡No me lleves a tu casa, por favor! ¡Devuélveme otra vez al agua!, pidió el asustado pez al pescador.
- Lo siento, no puedo devolverte al agua. Mi mujer y yo no tenemos dinero y lo único que podemos comer es lo que pesco cada día.
- De acuerdo, se apiadó el pez. Llévame a tu casa, pero cuando terminéis de comer, tienes que recoger dos de mis espinas y guardarlas bien durante quince días. Después volverás y encontrarás a dos niños que deberás cuidar como si fueran hijos tuyos. Para protegerlos, cuélgales las otras dos espinas al cuello, y así nunca podrá pasarles nada malo.
La mujer tomó el pez, lo cocinó y ambos disfrutaron de una maravillosa cena. El pescador, recordó las palabras del pez, tomó las espinas y las guardó tras unos árboles. Quince días después volvió allí y encontró a dos preciosos bebés, eran gemelos. El pescador, hinchado de alegría, llevó a los niños a su casa y su mujer y él los cuidaron como si fueran suyos.
Los años fueron pasando y los niños crecieron. Sus padres eran ya muy viejos y no podían trabajar. Una noche, mientras el pescador y la mujer dormían, uno de los hermanos le dijo al otro:
- Esta noche saldré de casa a buscar un lugar mejor para vivir.
- Toma esta pequeña botella llena de agua, dijo el hermano, llévala siempre contigo. Si el agua cambia de color es porque algo malo me ha sucedido, de modo que sal enseguida a buscarme.
El joven hermano salió de su casa en busca de un lugar mejor en el que vivir con su familia. Anduvo durante muchos días hasta que por fin, una noche, en medio de la oscuridad pudo distinguir unas luces en el horizonte. Eran casas. Al fin había llegado a algún lugar y, a pesar del cansancio, decidió llegar hasta el pueblo. No había dado unos pasos cuando se encontró con unos caballeros que volvían a sus casas y les preguntó si sabían qué pueblo era el que se veía desde ese lugar.
- Es un pueblo muy rico ? le explicó un caballero -, pero nadie puede entrar ni salir. Antes de llegar hay en el bosque un monstruo de siete cabezas que controla la única entrada del pueblo, así lo protege de los malvados que quieren asaltarlo. Pero a cambio, todos los años ese monstruo se lleva a la joven más hermosa del pueblo. Este año se llevará a la hija del rey, pero el rey ha prometido que si alguien mata al monstruo antes de que se lleve a su hija, podrá casarse con ella.
El chico había encontrado la solución a sus problemas. Se despidió de los caballeros y corrió hacia la puerta del pueblo para enfrentarse al monstruo de las siete cabezas. Cuando faltaban unos metros para llegar a la entrada del pueblo, de entre la oscuridad apareció un monstruogigante con siete cabezas, que le atrapó con sus garras dispuesto a matarlo. El monstruo lo atrapó casi sin pestañear, por un momento creyó que había perdido la lucha, pero de pronto recordó algo que le había dicho su padre cuando era pequeño.
Con mucho esfuerzo, acercó una mano a su cuello y allí encontró la espina que le protegería. Agarró la espina con fuerza y se la clavó al monstruo, que cayó al suelo sin vida mientras daba un grito estremecedor. El muchacho cortó las siete lenguas de las siete cabezas del monstruo para llevárselas al rey y poder así casarse con su hija.
Cuando llegó a las puertas del castillo recibió una gran sorpresa: no podría ver al rey porque un caballero había matado al monstruo y le había llevado las siete cabezas, y la boda entre la hija del rey y el leñador se estaba celebrando en el castillo en ese momento. El joven no daba crédito, alguien se había llevado el mérito que debía ser suyo. Tenía que ver al rey y contarle la verdad. Trepó por el muro del castillo y de un salto, entró por una ventana.
- Arrestadle ? dijo el rey.
- No majestad, espere ? replicó el muchacho-. La boda no puede celebrarse. El caballero es un farsante.
- Habla ? ordenó el rey.
El chico le contó la verdad pero el rey no podía creer lo que el muchacho le contaba.
- ¿Cómo puedes probar que lo que dices es cierto? ? preguntó el rey.
- Anoche, yo mismo maté al monstruo. Como prueba de que lo que digo es cierto traigo aquí sus siete lenguas. Esto significa que yo lo maté antes de que el caballero con su hacha cortase las cabezas del monstruo. Comprobad si las cabezas que trajo el caballero tienen lengua o no.
El rey, tras ver que lo que decía el chico era cierto, mandó expulsar al caballero y casó a su hija y al hijo del pescador ese mismo día, como había prometido. Los recién casados disfrutaron del banquete y de una gran fiesta. El chico estaba feliz. Ahora podría volver a su casa a buscar a su familia para que vivieran todos en aquel maravilloso pueblo. El chico se asomó a la ventana para respirar el aire fresco de aquel lugar y vio a lo lejos un castillo rodeado de unas extrañas luces.
- ¿Qué es aquello? ? preguntó a la hija del rey.
- Es el castillo de irás y no volverás ? respondió la princesa-. Allí vive una vieja y malvada hechicera. Todos los que van, desaparecen. Nadie sabe qué sucede, pero ninguno de los que han ido a capturar a la brujaha conseguido volver. Mi padre ha prometido regalar el castillo y todas las tierras que lo rodean al que consiga acabar con ella.
Entonces el chico tuvo una idea. Salió a toda prisa al castillo de la bruja y allí vio a cientos de hombres tumbados en el suelo sumidos en un profundo sueño. Mientras los intentaba despertar para que le ayudaran a acabar con la bruja, ésta, desde una ventana, le lanzó su poderoso polvo del sueño y se quedó dormido junto a los demás. En ese momento, su hermano, que nunca se había separado de la botella que le había dado cuando se marchó, vio cómo el agua iba cambiando de color.
Preocupado, salió de casa y cruzó sin descanso el bosque durante varios días y varias noches hasta llegar al pueblo.
Era ya muy tarde cuando la princesa, que estaba asomada a la ventana de la habitación para ver si volvía su amado, vio llegar al hermano cansado del viaje. Bajó a buscarlo creyendo que era su amado, pues los dos eran iguales.
- Te he echado mucho de menos ? dijo la princesa-. ¿Dónde has estado este tiempo?
- He ido a ayudar a mi hermano porque estaba en problemas. La hija del rey, más tranquila, acompañó al que creía su marido a la habitación. Al llegar a la ventana, el hermano preguntó a la princesa:
- ¿Qué es aquel castillo que se ve desde aquí?
- Te dije que es el castillo de irás y no volverás. No vayas, por favor, me da mucho miedo la malvada hechicera que vive allí.
El chico comprendió dónde podría estar su hermano y partió en su busca. Al llegar, vio a su hermano dormido en el suelo. Se bajó del caballo para despertarlo, pero mientras lo intentaba, la bruja, que vigilaba todo desde una ventana, le lanzó su poderoso polvo del sueño.
Algo iba mal para la bruja: el chico no se dormía. Le lanzó más y más polvo pero no tenía efecto.
Entonces, la bruja completamente se lanzó desde la ventana hacia el joven y agarró con sus manos el cuello del chico para acabar con su vida. Él sentía que ya no tenía aire e intentaba quitar las manos de la bruja de su cuello, cuando, de pronto, tocó la espina que llevaba colgada y recordó las palabras de su padre. Con fuerza, clavó la espina en una mano de la bruja, que se quedó paralizada.
Después, en un segundo, su horrible figura se convirtió en un humo negro, desapareciendo así para siempre. Entonces, todos los hombres que estaban dormidos alrededor del castillo de la bruja empezaron a despertarse.
Al darse cuenta de lo sucedido, dieron las gracias al nuevo héroe por salvarles del hechizo de la bruja y lo llevaron a hombros hasta el castillo del rey. La princesa, al ver que su amado no era uno, sino dos, y que además venían acompañados de todos los valientes que intentaron desde hace años acabar con la bruja, preguntó qué había pasado.
Los dos hermanos le contaron toda la historia, y el rey, muy contento por el valor que había mostrado el muchacho al haber derrotado a la bruja, mandó ir a buscar a sus padres y les regaló, como había prometido, el castillo para que vivieran tranquilos el resto de su vida.
El hijo que se había casado con la princesa vivió feliz junto a ella, y muchos años después se convertiría en el rey del lugar. El nuevo rey tendría siempre como consejero a su hermano, del que nunca volvería a separarse.
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02 ene 2021 19:16 Juanjo
Muy buenos.
Este cuento nos lo contaba mi abuelo, después de mi abuelo mi tía, después de mi tía mis primos mayores que yo, siempre pensé que era un cuento inventado de mis antepasados, hoy le que dicho a mi nieto que había un cuento en mi familia, pero no me acordaba de nada, solo recordaba el titulo, le he dicho a mi nieto: voy a buscar por Google si existe y menuda sorpresa, 58 años pensando que era el cuento inventado por mi familia. Una grata sorpresa, hasta me he hemocionado.